La buena noticia es que existe una forma de combatir estos niveles de estrés que pasa por la segregación de las hormonas opuestas al cortisol: la oxitocina (la del amor) y la serotonina (la de la felicidad). ¿Cómo podemos conseguirlo? Jone lo tiene claro, “tener contacto físico, reírnos, bailar, caminar por la naturaleza, hablar y escuchar a las personas que queremos, practicar hobbies, compartir… Todas estas situaciones con buenas amigas favorecen la presencia de estas hormonas en nuestro cuerpo y son una inyección de energía, motivación, alegría y calma”.
Tras el viaje, llega la vuelta, un momento que suele ser temido, pero que cuando hemos reducido el nivel de estrés lo podemos vivir de una forma completamente diferente sintiendo incluso la satisfacción que nos aporta esa sensación de descanso y relajación que, inevitablemente, nos llevará a rendir de una forma más productiva. Al hilo de esto, Jone comparte una última reflexión: “De inicio, los viajes con amigas nos ayudan a poder trabajar mejor en equipo, organizar el viaje, poder adaptarnos a las diferentes circunstancias que se presenten dentro del grupo, escuchar las distintas necesidades de las amigas y poder ir encontrando acuerdos y equilibrios, tomas de decisiones, habilidades de comunicación y resolución de conflictos”.
” Fuentes business.vogue.es ”