En el corazón de la zona media de Navarra se encuentra una carretera que concentra en 18 kilómetros la esencia de esta preciosa región del norte de España. Este recorrido es una delicia para los sentidos, ya que en cada curva se despliegan paisajes que parecen sacados de un cuadro impresionista.
La carretera serpentea entre colinas tapizadas de viñedos, salpicadas aquí y allá por antiguas iglesias y casas de piedra que parecen ancladas en un pasado eterno. Los tonos otoñales pintan de rojos, amarillos y ocres los campos, creando un paisaje que invita a detenerse constantemente para fotografiar cada rincón.
Pero no solo la vista se ve recompensada en este trayecto, sino también el paladar. La región de Navarra es conocida por su exquisita gastronomía, y en los pueblos que salpican esta carretera se pueden degustar platos típicos como el cordero al chilindrón o el cordero al pastor, acompañados por los deliciosos vinos de la zona.
Además, la carretera cuenta con diversos miradores que permiten detenerse y contemplar en toda su plenitud la belleza natural de esta región. Desde estas atalayas se divisan valles interminables, salpicados por pueblos de casas de piedra y rodeados de montañas que parecen tocar el cielo.
Pero no todo es naturaleza en este recorrido, ya que a lo largo de la carretera se encuentran también pequeñas joyas arquitectónicas como el Palacio Real de Olite, una espectacular fortaleza que se alza imponente y que transporta al visitante a la época medieval en la que fue construido.
En definitiva, recorrer esta carretera es sumergirse en la esencia pura de Navarra, una región que atesora una belleza natural y cultural sin igual. Un viaje por esta tierra es un regalo para el alma, un paseo por paisajes que inspiran y que invitan a perderse en sus encantos. Sin duda, una parada obligatoria para aquellos que buscan descubrir la auténtica esencia del norte de España.
” Sources viajes.nationalgeographic.com.es ”
” Fuentes viajes.nationalgeographic.com.es ”