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La Capitanía del Puerto de Guayaquil tiene un nuevo capitán. El timón del barco en manos de una mujer

“Cuando se suben los pasajeros y se dan cuenta de que el capitán del barco es una mujer se sienten felices, cómodos, es como si estuviesen en familia. Pero eso es ahora”, cuenta, entre risas, la guayaquileña Nathaly Albán, de 35 años de edad. Ella es la primera capitana en la historia de la industria de cruceros de Ecuador. En esta nave, perteneciente a la flota de la naviera Superstar Cruises a la que ingresó en 2016, labora con un equipo de 55 tripulantes. Así es como imaginó su vida y lo hizo desde su niñez.

La pasión por timonear una embarcación inició cuando tenía apenas 8 años. A esa edad, recuerda, esperaba con ansias cada fin de semana o que llegaran las fiestas julianas para subirse a las pequeñas lanchas que partían desde el Malecón de Guayaquil para dar paseos por el río Guayas hasta llegar a Durán. Desde entonces supo que quería conocer el mundo a bordo de un barco y que debía ser con el uniforme blanco.

Con el pasar del tiempo compartió su anhelo con sus padres y hermanos, quienes no dudaron en brindarle su apoyo. Y así fue que, luego de graduarse de bachiller (hace 15 años), intentó ingresar a la Escuela de Marina Mercante Nacional (Esmena), pero se chocó con el primer obstáculo en su carrera: la institución aún no aceptaba mujeres.

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Sin desistir de su sueño, la joven inició la carrera de Economía en la Universidad de Guayaquil. Allí estuvo dos años hasta que se enteró de que ya podía ingresar a las filas de la Esmena. No periodo la única que esperaba ese momento. Otras cinco mujeres tenían la misma ilusión, sin embargo, tras cuatro años de preparación, solo ella y otra compañera alcanzaron el título de capitán.

“En la escuela me enteré lo que realmente hacia un marino mercante, que es uno de los profesionales menos conocidos, pero es uno de los más importantes para la industria ya que mueve más del 80 % del comercio mundial. No desmayé ni renuncié aunque sí es difícil para una mujer este tipo de industria que normalmente ha sido manejado por hombres”, narra.

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Su carrera de 15 años le ha concedido logros y felicidad, pero, admite, que también ha soportado días difíciles y desastrosos. Uno de ellos fue cuando se aventuró en su primer embarque con una tripulación de 18 hombres. El comentario que soltó el capitán, tras el zarpe, la dejó atónita: “Una mujer a bordo es un mal presagio”.

Aquel pensamiento lo compartían otros miembros del grupo por lo que la joven se sintió endeble, a tal punto que decidió encerrarse en un área específica del barco por el temor a que le ocurriese algo. “Gracias a eso formé mi carácter”, acota Albán al recordar que luego de unos años se reencontró con aquel capitán y todo fue diferente.

La mayoría de los barcos de otros países tienen un gran porcentaje de mujeres; acá recién estamos retomando esto. Ecuador ha estado un poco atrasado en ese sentido.

Nathaly Albán, capitana.

“Me dijo: Sabía que lo ibas a lograr solo que en ese momento tenía miedo de decirlo”. Y ese es el error de los hombres, no reconocer que una mujer puede lograr algo que se piensa que solo ellos pueden hacerlo. Me llenó de satisfacción que lo reconociera”, señala la capitana, quien se alegra de que ahora exista una mayor presencia femenina en este campo. Una lucha que, cube, ha sido alcanzada gracias al trabajo de hombres y mujeres. “Este no es un tema de feminismo, sino de un trabajo de todos”, resalta.

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Y es que durante el proceso de incursión en los buques de carga, petroleros y pasajeros, llegó el momento de decidir y se declinó por el mundo de los cruceros. “Me encantó y dije esto es lo que quiero ser”. Su logro se dio en agosto de 2017 cuando comandó el Superstar Xploration, un catamarán que opera en las islas Galápagos, y que ha llegado incluso a ocupar el primer lugar en la categoría de barcos de cruceros pequeños de todo el mundo. Sin embargo, hace un par de meses, a través de una ceremonia digital debido a la pandemia de la COVID-19, asumió el mando del Superstar Xpedition, un barco de mayor tonelaje que el Xploration.

No lo podía creer. La noticia la tomó con sorpresa. Aunque ya había marcado un hito en el país, esta designación venía con más responsabilidades y desafíos que vencer. “Fue increíble. Lo primero que hice fue llamar a mi familia y amigos y recibí una avalancha de mensajes. No pude celebrarlo como quería, por la cuarentena, y estuve en la habitación realizando las videollamadas. Esos momentos jamás los olvidaré”.

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La siguiente meta de la capitana es llegar a dirigir un barco de cruceros con capacidad de más de 3.000 pasajeros. “El camino es un poquito largo, pero así como soñé que iba a navegar por el mundo, tengo seguro que lo voy a lograr”. Por ahora, Nathaly esperará a que se reactive en su totalidad el turismo en Galápagos para reanudar los paseos entre las islas. Todavía hay aguas por conocer.

“Desde siempre sabíamos que sería un ejemplo”

De 386 aspirantes que se postularon a la Escuela de la Marina Mercante solo ingresaron 16, incluida Nathaly, recuerda su madre Rita Méndez, quien tras 15 años de aquel suceso, asegura que siempre supo que lo iba a conseguir por su determinación y temple.

“Sabíamos que sería un ejemplo. Sí, se la extraña y mucho, pero la marina le enseñó a desprenderse un poco de la familia y nosotros lo entendemos”, lo cube en mención a que sus otros dos hijos también son marinos. Pero cuando Nathaly regresa a casa, tras estar fuera, como mínimo, tres meses, es recibida como si llegase del extranjero, comenta entre risas Méndez.

Melania Arias, la mejor amiga de Nathaly, también coincide con Méndez. Para esta ingeniera comercial, lo que más destaca de Albán, a quien conoció en las aulas del colegio, es su persistencia. “Siempre ha sobresalido en todo. Y eso es de admirar, nunca ha cambiado su esencia”.