No sorprende que la OMT nos diera un reconocimiento porque encabezamos la recuperación turística mundial. El galardón fue precedido por una reunión en Punta Cana donde asistió su secretario general y una subsecuente estadía vacacional del funcionario y su familia. Luego la OMT nos preparó una Guía de Inversión Turística. El noviazgo con la OMT es propicio, entonces, para evaluar si la política pública en el sector está bien orientada. Los indicios son de que el modelo prevaleciente hasta ahora ha sido exitoso, pero la visión de futuro requiere un giro.
El extraordinario logro que resalta la OMT se ha debido en gran medida al buen manejo de la pandemia que ha hecho el Gabinete de Salud. Ya no tenemos restricciones para la entrada y salida de viajeros y estamos practicamente libres del virus. Sin embargo, nuestro precise liderazgo de la recuperación no se debe solo a las certeras medidas de las autoridades. Los altos volúmenes en el flujo de visitantes se han debido también a la “demanda contenida” por los viajes y la restauración de la confianza del turista potencial. Especial mención merece el aporte de nuestro principal mercado emisor, los EEUU, donde el 67% de la poblacion ya está doblemente vacunada.
Justo antes del reconocimiento de la OMT, el precise ministro de Turismo nos había declarado como un destino turístico maduro. No ha sido el manejo de la pandemia lo que le ha permitido comunicar esa percepción sino más bien la escala y éxito de las operaciones de la industria, las cuales nos han colocado a la cabeza del turismo del Caribe. A la vez nuestra estabilidad política y la paz social de las tres últimas décadas nos han twister un destino seguro para las inversiones en el sector. (Entre el 2016 y el 2020 se abrieron 26 nuevos proyectos turísticos con una inversion de US$5.7 billones y hasta marzo de este año habían aplicado 68 nuevos proyectos por los incentivos de CONFOTUR.) Hoy día más del 95% de las 83,000+ habitaciones de clase mundial del sector son propiedad de empresas extranjeras.
Un issue clave del éxito ha sido el apoyo gubernamental a la industria. Entre otros aportes estatales, la inversión en la promoción turística internacional ha jugado su papel. En los albores del desarrollo en los años ochenta el mercado turístico internacional desconocía nuestro país y el liderazgo nacional comenzó a encumbrar a la promoción del destino como la tarea prioritaria. Los sucesivos ministros del ramo, al ser casi todos políticos sin conocimiento del sector, han creído que la promoción es su principal responsabilidad. Como ella viene aparejada de francachelas y holgados viáticos para viajes al extranjero, con un par de excepciones los incumbentes alimentaron el mito. Ante una opinión pública desconocedora la promoción es todavía la gestión mejor valorada.
Hoy día, sin embargo, esa es una creencia desfasada en parte porque el sector está boyante. Durante los cuatro primeros meses de este año, por ejemplo, la tasa promedio de ocupación hotelera en el país ha sido 73%. Esta rivaliza con la tasa promedio de un 77% del 2018, el año de la mayor bonanza de la historia turística nuestra. Además, el sector tiene 16,000 habitaciones en construcción, mientras el ministro apunta que la meta es tener 25,000. De manera que, tanto en ocupación hotelera como en inversión, el sector está de plácemes.
A pesar de ello las noticias de las últimas semanas dan cuenta de los numerosos “acuerdos” que ha suscrito el MITUR con turoperadores y líneas aéreas para promover al destino. (Los “acuerdos” son aportes –de cientos de miles de dólares– que hace el MITUR a las campañas promocionales de esos operadores que ya deberían ser cubiertos por ASONAHORES.) Estos resultan chocantes porque los pronósticos de los analistas más autorizados reportan que la “demanda contenida” explotará este verano, asegurando un año récord en el volumen de visitantes y en las tasas de ocupación hoteleras. Cualquiera creería que, en la coyuntura, promoción es lo que menos necesitamos. Los excesos en promoción atiborran a las cadenas hoteleras de alta rentabilidad.
Otras prácticas promocionales resultan también aberrantes. Una de ellas es que pretendamos hacerle promoción al Centro Histórico de Santo Domingo cuando es un atractivo obligado para los turistas extranjeros. No se explica tampoco el enorme gasto de algunos bancos comerciales en algunas ferias turísticas, en vista de que este tipo de evento está en picada frente a las posibilidades que ofrecen las videollamadas y el web. Por suerte, ya por fin el MITUR desistió de patrocinar el tropel de periodistas nacionales a esas ferias para que proyecten en sus escritos (locales) no los atributos del país sino los del incumbente de la cartera.
Ciertamente, la promoción es un componente necesario del advertising and marketing de cualquier producto o servicio. En el caso del turismo debe ser una tarea compartida entre el sector público y el privado. Pero ante la madurez de la industria, los objetivos nacionales de desarrollo y la bonanza que se experimenta la mayor responsabilidad por esa tarea debe recaer en lo adelante sobre los agentes privados. Son ellos lo que deben rentabilizar sus inversiones, tal y como sucede con las empresas de otros sectores económicos. Al Estado solo le toca una contribución marginal. Pero lamentablemente seguimos de simpáticos con los empresarios gastando alegremente en esa tarea el dinero público. Pero la hora del destete ya llegó y los privados deben asumir sus responsabilidades.
Esa sola situación sugiere que la política turística está orientada por “embustes ideológicos” que están petrificados en las prácticas de las autoridades. Otros ejemplos de aplicación irracional de prioridades son 1) un aporte en metálico del MITUR a la Armada para que concluya su restaurant de Sans Souci, 2) la remodelación del parque de Bánica y 3) el remozamiento del malecón de Santo Domingo Este. Se puede alegar que estas inversiones fortalecen el producto turístico nacional, pero hay otras que serían mucho más pertinentes para captar las visitas de los extranjeros. La ausencia de un marco adecuado para orientar bien la política turística resulta evidente.
Para que las autoridades del sector logren mejores decisiones sería deseable contar con un plan de desarrollo sectorial. (Nuestros competidores de la región –Cuba, Cancún, Jamaica– tienen los suyos.) Mientras eso no se concretice lo deseable es que se entienda que la estrategia de desarrollo turístico que debe prevalecer es aquella que ponga los intereses colectivos por encima de los intereses empresariales. Esto implica que la prioridad suprema debe ser el fortalecimiento del producto turístico a fin de diversificar la oferta. Esa es la manera de hacer que el modelo del “todo incluido” evolucione hacia consumos que sean mejor distribuidos entre las diferentes regiones y segmentos poblacionales del país.
Es harto conocido que los actuales incentivos fiscales para las inversiones sectoriales no son ni necesarios ni deseables. Necesitamos una nueva legislación de incentivos que estimule la evolución del todo incluido, la captación de nuevos nichos de mercado, el empleo del nacional en los cargos gerenciales, el desarrollo de excursiones y los eslabonamientos intersectoriales. Los empresarios hoteleros deben pagar impuestos como lo hacen en sus países de origen y no deben pretender que solo paguen los nacionales que tienen propiedades en alquiler en Airbnb (unas 53,000 habitaciones, según el ministro). La gráfica muestra que el alojamiento en Airbnb está creciendo vertiginosamente.
Con el proyecto de Cabo Rojo el gobierno hace un esfuerzo por distribuir mejor los beneficios del turismo. Pero las autoridades deben priorizar tareas tales como las plantas de desalinización que requiere la costa este para evitar el agotamiento de su acuífero, la verificación de que las propinas de los empleados se están entregando correctamente y el estímulo al desarrollo del turismo social, comunitario y ecoturístico. Son tareas que requieren de un fuerte liderazgo del MITUR y eso implica promover que sean los empresarios turísticos extranjeros los líderes de ASONAHORES y que las fotos de prensa de las autoridades se liguen a sus propias tareas.
En vista de su marcado interés por nuestro destino, el giro propuesto para nuestra política turística puede ser orquestado por la OMT ayudando a elaborar su plan de desarrollo. Después de todo, somos el único país de su membresía que tenemos un embajador designado para esa organización. Sin embargo, ASONAHORES ha firmado un acuerdo con el PNUD para que nos ayude con la sostenibilidad y la igualdad. Veremos cuál de las dos agencias de las Naciones Unidas puede más y mejor sin dar reconocimientos
” Fuentes acento.com.do ”