Decía Don Gregorio, el memorable maestro republicano de “La lengua de las mariposas”, que “los libros son como un hogar… en los libros podemos refugiar nuestros sueños para que no se mueran de frío”. Mientras desempolvaba un ejemplar de “La isla del tesoro”, el personaje encarnado por Fernando Fernán Gómez, advertía sobre las experiencias que los libros nos tienen reservadas y que nos colocan nuevos mundos al alcance de la vista y de la mano. Esa misma pasión sobre los saberes escondidos detrás de sus páginas es la que muchos docentes intentamos transmitir, con mayor o menor éxito, en nuestras clases. No obstante, siempre que se puede, es bueno dar un paso adelante al encuentro con esos mundos, bajar de la tarima, cerrar el pupitre y salir al aire libre a tomar temperatura.
De instituto en instituto, esa convicción me ha llevado a estar enredado en preparativos de viajes y excursiones en los últimos años. Una pasión que hace apenas un mes me ha acercado a los pasillos del Museo del Prado y que en esta última semana me ha hecho transitar las calles de Roma. Escribo estas líneas aún exhausto por el viaje, pero no puedo evitar sonreír al recordar las peripecias de estos días con los chicos y chicas de bachillerato en la capital italiana. De cada viaje siempre vuelvo con alguna cana de más pero con la satisfacción de ver cómo esos nuevos mundos se abren para ellos. Un viaje iniciático para muchos que, por primera vez, están tan lejos de sus casas. Un viaje de conocimiento en el que edificios, avenidas y monumentos van ilustrando las lecciones encuadernadas en los tomos de sus mochilas. Y un viaje de descubrimiento en el que visitan lugares en los que la huella de la Historia se posó con especial fuerza.
Es inevitable sentirse afortunado de participar en estas experiencias decisivas que, con el paso de los años, rememorarán con añoranza. Caminando de la Piazza Navona a la del Panteón y de las escalinatas de la Piazza España a la Fontana di Trevi, recordaba la impronta que me dejó la primera visita a esta ciudad eterna. Avanzando desde la basílica de San Pedro a la de San Pablo constataba el valor del aprendizaje en el terreno en los rostros de los alumnos. Paseando del Foro romano al Coliseo pensaba en cómo el patrimonio mantiene vivo el recuerdo de las ciudades. Después de estos días frenéticos de visitas aceleradas, voy haciendo inventario y veo con más claridad la importancia del patrimonio histórico y artístico en la reactivación económica de las ciudades y la imperiosa necesidad de que los gobiernos municipales apuesten por la protección y promoción de su cultura como motor turístico los 365 días del año. Salvando las distancias y las particularidades, Zamora tiene mucho que ofrecer a viajeros y visitantes, y éstos mucho con lo que corresponder a nuestro comercio, a nuestra hostelería y, en definitiva, a la prosperidad de todos los zamoranos.
Estos viajes iniciáticos, no son solo vitales para el aprendizaje de los alumnos, sino también para la labor de la enseñanza y para ampliar horizontes. El aprendizaje fuera del aula es al alumno, lo que conocer a pie de calle otras ciudades es al representante municipal. Por poner solo un ejemplo, la visita al Prado sirvió como acicate definitivo para la propuesta “Zamora Prado extendido”, una iniciativa impulsada por el Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Zamora a finales del año pasado para poner en valor las obras del Museo del Prado depositadas en Zamora y convertirlas en un activo turístico.
Se avecinan tiempos electorales en los que los distintos candidatos a la Alcaldía de Zamora tendremos que defender qué ciudad queremos y qué vamos a hacer para conseguirlo, pero también en los que cada uno tendrá que dar cuenta del bagaje recorrido. Tengo la suerte de contar con el respaldo de un gran equipo en el PSOE de Zamora-Ciudad y en el Grupo Municipal. Los concejales socialistas podemos decir con orgullo y humildad que hemos dedicado estos cuatro años de oposición a ser constructivos, a ofrecer constantemente alternativas, a pisar los barrios y conocer de cerca sus problemas, a acercarnos a otras ciudades de nuestro entorno, ver aquello que hacen y que funciona, y tratar de adaptarlo a las necesidades y peculiaridades de nuestra ciudad. No hemos estado quietos y siempre hemos estado dispuestos a dar el primer paso y a ofrecer estrecha y leal colaboración.
Ya sea a pie de obra en el Prado, entre las calles romanas o en la ribera de un río explorando la lengua de las mariposas, los viajes iniciáticos siempre nos plantean retos y ponen a prueba nuestra resistencia. Al igual que mis alumnos y alumnas, en las próximas fechas me enfrentaré a un viaje que no estará exento de dificultades, pero que afronto con ganas y optimismo. Llego al inicio de este camino con el equipaje preparado, la ethical dispuesta y las alforjas cargadas de trabajo y de propuestas. Mientras tanto sigo deshaciendo la maleta y, antes de dejarme vencer por el sueño, me pregunto qué nuevos mundos me abrirá este próximo viaje.
(*) David Gago es candidato del PSOE a la Alcaldía de Zamora
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