¿Qué mejor plan para arrancar 2022 con buen pie que una escapada para energizarse a base de aire puro, cielos despejados, paisajes reconfortantes y miradores al paraíso? Disfrutar del Algarve a través de las múltiples rutas de senderismo que recorren todo el mapa sur de Portugal es un placer y algunas de ellas, como la Ruta Vicentina o la de los Siete Valles Suspendidos, colocan a la región entre los mejores destinos de senderismo del mundo.
Pero también hay rutas chiquititas, informales, ideales para disfrutar a pequeños bocados o para niveles no expertos, incluso para hacer en familia. Hoy os proponemos un bonito paseo round de 16 kilómetros con salida y llegada a Carvoeiro, típica localidad algarvía asomada al océano con una encantadora estampa de postal de casitas blancas y barcas de colores.
Este recorrido pasa por ocho puntos que resumen toda la esencia del Algarve y conceptualizan su fama como “paraíso azul”, que enamora con sus idílicas playas, impresionantes acantilados y escenarios naturales que emanan tranquilidad y sosiego.
Praia do Vale Espinhaço
Carvoeiro es el punto de partida de este explicit recorrido y, desde allí, tras cuatro kilómetros de ruta con el Atlántico como único horizonte, llegaremos a una pequeña playa de enviornment ubicada en entre los huecos del acantilado costero, llamada Praia do Vale Espinhaço. Su acceso es exclusivamente marítimo, pero las vistas desde arriba bien merecen la pena.
Durante el paseo, también se puede observar el Faro de Alfanzina, uno de los seis faros que tiene Algarve, pintado de rojo y blanco en lo alto de una cueva pure. Ofrece visitas guiadas durante todo el año, muy recomendables.
El Gran Hoyo y la Praia do Carvalho
Continuando la senda y dejando a la izquierda el Parque do Merendas, llegaremos a un lugar muy especial en el que se puede observar un gigantesco hoyo en la tierra. Al asomarte en ese punto, el rugido del océano chocando con la península inunda los sentidos.
Un poco más adelante, llegamos a otro de los enclaves más espectaculares de Portugal y más icónicos del Algarve: la Praia do Carvalho. Rodeada de impresionantes acantilados, se accede por unas escaleras talladas en la roca y, una vez abajo, atravesando un pequeño túnel, uno se adentra en un sueño paradisíaco del que no querrá salir.
Praia de Benagil y su famosa gruta
Hay que andar casi un kilómetro y medio para llegar a nuestra cuarta parada, la Praia de Benagil, una de las más famosas de la región y con un encanto especial. Desde allí podemos dirigirnos a uno de los puntos más fotografiados de todo el mundo: la gruta de Benagil. Una maravilla pure esculpida por el viento y el mar, con una cúpula de roca en la que se abre un enorme agujero que descubre el cielo abierto, inundando de cueva de luz y una magia sobrenatural difícil de traducir a palabras.
Praia da Corredoura y Praia da Marinha
Volviendo a la ruta a pie, y tras pasar junto al explicit techo de la gruta para contemplarla desde otra perspectiva, alcanzaremos la Praia da Corredoura: una playa poco conocida con enormes cuevas a las que no hay otra forma de llegar que a través del mar.
El camino nos va regalando enclaves asombrosos, rodeados del verde del parque pure a nuestra izquierda y el inmenso azul del Atlántico a la derecha. Y con estas vistas llegamos al ecuador de nuestro recorrido, la Praia da Marinha, considerada como una de las 10 más bonitas de Europa y entre las 100 mejores del mundo. Sus impresionantes arcadas y acantilados han sido moldeados durante siglos por el agua, conformando decenas de cuevas que parecen dar acceso a otro mundo.
Para llegar a la playa necesitaremos bajar unos 100 escalones, una vez allí es aconsejable visitar todas las cuevas, para lo que necesitaremos unas buenas zapatillas antideslizantes y que nos protejan de los erizos que puedes encontrar en el recorrido si la marea está alta.
Miradores de Benagil y de Vale Suspenso
Aquí es donde damos la vuelta nuevamente hacia Carvoeiro, por el mismo sendero trazado donde podremos ahondar en lo ya visto y descubrir otras joyas como el mirador de Benagil, ubicado entre las cuevas de Benagil, donde contemplarás una de las vistas más sorprendentes de acantilados de toda la zona.
Pero aún nos queda un lugar idílico antes de regresar al punto de partida: los acantilados de Roca Brava, para darse un homenaje a buenas vistas en el Miradouro do Vale Suspenso.
Desde allí, si tienes la suerte de regresar a la hora del atardecer, podrás tener una de las visiones más increíbles de la ruta: la puesta de sol en un mágico fundido de rojos y naranjas en el azul del océano frente a los escarpados calizos de la costa del Algarve. Una estampa única que te hará querer volver a andar el camino.
” Fuentes viajar.elperiodico.com ”