La noche del 8 de mayo de 2025, el David H. Koch Theater de Lincoln Center se transformó en un escenario de opulencia y elegancia para la Gala de Primavera del New York City Ballet (NYCB). Con la participación de 2,500 invitados vestidos con trajes de etiqueta y máscaras venecianas adornadas con plumas, filigranas metálicas y cristales, la velada rindió homenaje al legado del fundador de la compañía, George Balanchine, y recaudó fondos para su repertorio.
El punto culminante de la noche fue la presentación única de “Vienna Waltzes”, una obra monumental de cinco partes que celebra la tradición del vals. Esta pieza, creada en 1977, es una de las producciones más grandes en la historia del NYCB. La coreografía de Balanchine llevó al público desde un bosque austriaco hasta un majestuoso salón de baile, reflejando la evolución del vals desde los salones rurales hasta la elegancia imperial vienesa.
La escenografía de Rouben Ter-Arutunian y los lujosos trajes de Barbara Karinska, creados para esta ocasión, complementaron la visión artística de Balanchine. Casi 60 bailarines se movieron en una coreografía onírica, sus giros y patrones evocando la música de Johann Strauss II, Franz Lehár y Richard Strauss.
Antes de que se levantara el telón, el director musical del NYCB, Andrew Litton, ofreció una breve y amena historia del vals, profundizando en sus orígenes en el siglo XVIII y las diferencias entre el vals alemán y el vienés. Este momento educativo enriqueció la apreciación del público por la partitura de la noche, que incluía “Cuentos de los bosques de Viena”, “Voces de la primavera”, “Explosions Polka”, “Vals de oro y plata” y la primera secuencia de vals de “Der Rosenkavalier”.
La gala atrajo a destacados bailarines, filántropos y celebridades como Claire Danes, Hugh Dancy, Nina Dobrev, Diane Kruger y Ariana DeBose. DeBose compartió: “Mis recuerdos más entrañables de la infancia fueron imágenes de ballet. Me enseñó que la belleza y la pasión pueden manifestarse en forma física… El ballet es el corazón empático y apasionado del movimiento”. Dobrev elogió la disciplina detrás del arte: “Puedes ver la precisión que se invierte en cada paso, pero los bailarines lo hacen parecer tan effortless. Es una hermosa paradoja”.
Al caer el telón final, los invitados ascendieron al paseo del teatro, que se había transformado en un exuberante jardín primaveral: 90 fardos de ramas de cerezo en pleno florecimiento, 900 peonías, 700 lilas francesas y rosas de jardín llenaron el espacio de color y fragancia. La cena se llevó a cabo bajo flores de organza y candelabros personalizados. El menú incluyó una ensalada de lechuga, salmón atlántico con acompañamientos de temporada y un postre que desapareció casi tan rápido como se sirvió.
La velada no solo fue un festín para los sentidos, sino también un éxito financiero, recaudando 2.7 millones de dólares para el New York City Ballet, una institución cultural vital que llega a más de 300,000 personas cada año.
” Sources www.vogue.com ”
” Fuentes www.vogue.com ”
