En el aeropuerto internacional Ercan Havalimani, numerosos turistas esperan en filas para pasar el management de migraciones. La mayoría de los visitantes llevan papeles escritos con la frase en turco: Mühür istemiyorum (lo que en español se traduce como “no quiero sello” en el pasaporte) y la reproducen haciendo señas al agente de migración de turno, quien ya está acostumbrado al pedido.
Este punto de acceso y la autodenominada República Turca del Norte de Chipre no tienen reconocimiento internacional, excepto por Turquía, el único país que lo acepta como un estado independiente. El resto del mundo sostiene que en esta isla hay un único país llamado República de Chipre, parte de la Unión Europea.
Este conflicto es la razón por la cual los viajeros no quieren dejar asentado el ingreso en el pasaporte, ya que tendrán que cambiarlo para poder visitar algún destino de Europa.
Repaso histórico
Para comprender lo que sucede en este país, ubicado en el mar Mediterráneo, cerca de Turquía, Grecia, Siria y Líbano, hay que hacer un breve repaso por su historia.
De 1571 a 1878 la isla formó parte del Imperio Otomano y luego fue cedida a la corona británica, la cual estuvo a cargo hasta 1960, cuando se declaró la independencia. En 1963 estalló la violencia entre las dos comunidades étnicas, la mayoría grecochipriota y la minoría turcochipriota.
Un año más tarde, el Consejo de Seguridad de la ONU envió un contingente internacional para mantener la paz en la isla. Pero en julio de 1974 la Guardia Nacional organizó un golpe de estado contra el gobierno de Chipre con la intención de unirse a Grecia, tal como sucedió con la isla de Creta; y Turquía envió tropas a Chipre para apoyar la concept de una isla dividida.
Un mes después se proclamó el alto al fuego y el territorio quedó partido en dos: en el sur están los grecochipriotas, y en el norte, los turcochipriotas. La ONU asumió la responsabilidad de controlar la llamada línea verde, la frontera de estos dos estados.
En noviembre de 1983 los turcochipriotas proclamaron la República Turca del Norte de Chipre, que no es reconocida por la comunidad internacional y muchos la denominan como “parte ocupada”.
Allí se habla turco, se usa la lira turca y se profesa la religión islámica, mientras que del otro lado se usa el euro, se habla griego y se asiste a iglesias ortodoxas. Algo en común: por la fuerte influencia inglesa, en toda la isla se maneja del lado derecho.
Actualmente, en Chipre el 36% es territorio turcochipriota, el 2% lo ocupa la línea verde, el 3,5% es de Inglaterra, que cuenta aquí con tres bases militares soberanas, y el resto es gregochipriota.
Un paseo por Kyrenia
Llegar desde el aeropuerto a esta ciudad costera del norte demanda alrededor de 50 minutos por un camino de montaña. Llama la atención la cantidad de banderas que cruzamos en el camino, siempre está la de la República Turca del Norte de Chipre acompañada por la de Turquía.
También se pueden leer numerosos mensajes nacionalistas, que dicen “Orgullosos de ser turcos”. Según nuestro guía, Ekrem, si bien Chipre del norte tiene su propio presidente y leyes, ve a Turquía como la madre patria.
Durante el recorrido pasamos por Nicosia, la capital de la isla; cruzamos mezquitas; identificamos la estatua de Mustafa Kemal Atatürk, el primer presidente de Turquía, que está por todas partes en ese país; grandes extensiones de tierras despobladas y la montaña conocida como “los 5 dedos” por su forma.
Nuestro destino, Kyrenia, es una ciudad de pescadores y sumamente turística, famosa por sus mariscos y sus construcciones históricas. Su puerto en forma de herradura con pequeñas embarcaciones listas para llevar a turistas a navegar por el Mediterráneo es todo un encanto.
Allí, con esa hermosa vista, numerosos bares y restaurantes ofrecen platos típicos de los chipriotas turcos, como Firin Kebap, elaborado con carne de cordero o cabrito cocinado con papas al horno y servido con yogur, cebollas, pilaf de trigo partido y ensalada de temporada; Halloumi, queso a base de leche de cabra u oveja; y Zivaniya, una bebida tradicional que se obtiene del residuo de uvas que se prensan para hacer vino.
En un extremo de este paseo marítimo aparece, a metros del mar, el Castillo de Kyrenia, y vemos la típica postal que se utiliza para promocionar el destino. Son ruinas en perfecto estado que se pueden visitar.
La fecha exacta de construcción no está clara. Se estima que fue erigido por los bizantinos para proteger la ciudad de las invasiones árabes que comenzaron en Chipre en el siglo XVI. Estuvo en manos de los otomanos y fue utilizado como escuela de policía y prisión durante la administración británica.
Mientras las partes superiores del castillo brindan hermosas vistas del puerto y el centro de la ciudad, el inside es un viaje al pasado y a los orígenes del lugar. Se puede visitar una iglesia, un cuarto para la servidumbre y hasta una habitación de torturas.
Un imperdible es el museo, donde se encuentran los restos de un barco mercante griego y su cargamento del siglo IV. Se cree que es el más antiguo rescatado del fondo del mar. La enorme estructura de madera está bien conservada dentro de paredes de vidrios que la preservan.
En otra sala, en una vitrina se exhiben vasijas, ánforas y hasta sacos con las almendras que transportaba el barco.
Antes de terminar el recorrido, una parada obligada: tomar un típico té turco en el patio principal del castillo, donde hay una linda cafetería con mesas bajo los árboles.
La visita por la ciudad puede continuar por los comercios que venden souvenires y mucha ropa de imitación, en la playa -en Kyrenia no hay playa pública, pero los hoteles tienen sus bajadas privadas exclusivas para huéspedes- o visitar otras construcciones históricas como el castillo de San Hilarión, las ruinas mejor conservadas de las tres antiguas fortalezas en la cordillera de Kyrenia.
Este edificio, que hasta no estar a pocos metros se camufla con las montañas, se construyó originalmente como una torre de vigilancia para divisar a los piratas que se acercaban a la isla de Chipre. Los primeros registros encontrados sobre su creación datan de 1191.
Dicen que estas ruinas fueron la inspiración para el castillo de la ‘Bella Durmiente’ de Walt Disney. Quienes lo visiten y lleguen a la cima, a 732 metros sobre el nivel del mar, conseguirán vistas y postales soñadas. En un día despejado se puede ver todo el camino hacia Turquía. El ascenso es empinado, pero hay un pasamanos para ayudarse.
Vale la pena hacer el esfuerzo físico y no perderse la vista desde la Ventana de la Reina, tallada en un estilo gótico.
Otro imperdible histórico es la abadía de Bellapais, ubicada a 6 kilómetros del centro de la ciudad, en el pueblo que lleva ese mismo nombre. Fue construida sobre la ladera de una montaña en el siglo XIII y es un ejemplo de arquitectura gótica. Se puede recorrer su inside y en verano se organizan conciertos de música y festivales.
Cruzar la frontera
Los pasos fronterizos no suelen ser una atracción en sí mismos, sino todo lo contrario: filas largas y controles que llevan tiempo. Sin embargo, por su historia, pasar de la República del Norte de Chipre a la República de Chipre genera cierta emoción.
Nuestro guía turco (de Turquía, no turcochipriota), Ekrem, sostiene que él no puede pasar del otro lado porque corre riesgo su vida, cosa que niega totalmente René, un cubano que nos hace un tour por la capital europea y nos lleva a pasar la tarde a la playa.
“Los turcos necesitan entrar con visa y deben ingresar por un aeropuerto reconocido como punto de acceso, no por el aeropuerto Ercan. Entre la gente no hay problemas, los que estamos en el sur pasamos para allá y ellos vienen para acá. Es un tema político”, sostiene René.
Al llegar a la línea verde, el conductor de la combi que compartimos con otros turistas entrega todos los pasaportes. Primero los revisa un policía turcochipriota y luego nos permite el ingreso un agente de la parte sur.
El proceso es rápido y el management, protocolar. Nadie se fija en lo que llevamos, y ni siquiera chequean la foto del pasaporte, ya que los visitantes permanecemos en el vehículo en todo momento.
En pocos minutos estamos en la parte sur de Nicosia, la única capital del mundo dividida. Es una ciudad que combina la modernidad y los avances de un estado europeo con construcciones antiguas cargadas de historia.
“Vemos parte de una muralla circular con 11 bastiones, cada uno con forma de corazón. Tiene 4,5 km de perímetro y a esta parte de la ciudad se la conoce como Nicosia Vieja”, cube René mientras nos adentramos en la calle Ledras, una peatonal famosa.
Mientras caminamos los 400 metros que mide esta calle vemos numerosos bares; casas de ropa y cadenas internacionales, como Burger King, H&M, McDonalds, Bershka y Starbucks; además de locales de souvenirs de maquillajes y perfumes y casas de valijas.
Esta calle termina en un punto de management peatonal para pasar al lado norte. Se divisa a la perfección la línea verde, el espacio que separa a los agentes grecochipriotas de los turcochipriotas y por donde sólo Naciones Unidas puede round. De hecho, los dueños de las casas afectadas fueron trasladados y tratados como refugiados.
Justo en diagonal al management, se encuentra un reconocido bar llamado Yiayia Victoria, recomendado para tomar un café y probar su pastelería. Pero su distintivo no está en la comida sino en su ubicación.
Al lado de este bar se encuentra la línea verde, y se puede ver cómo es esa zona en la capital: una estrecha calle con casas y departamentos deshabitados. Además, para marcar la frontera colocaron sacos de arenas, uno arriba del otro, y bidones.
Nicosia ofrece un amplio abanico para todo tipo de turistas, una gran variedad de museos, como la galería de arte AG Leventis, senderos para hacer trekking y numerosas iglesias ortodoxas que permiten visitantes, como la catedral de Agios Ioannis, ubicada dentro de la ciudad amurallada.
Playa y calm down
Nuestro recorrido continua por Larnaca, otro destino del sur de la isla, a 50 kilómetros de la capital.
El paseo marítimo de Finikoudes es el sitio más frecuentado por los visitantes. Se trata de una calle con un ambiente sumamente veraniego; las palmeras le otorgan un estilo caribeño y los restaurantes la mantienen activa en forma permanente.
Un plato típico que todo visitante debería probar en alguno de estos locales gastronómicos con vista al mar es la musaka, un pastel hecho con carne de cordero y berenjenas.
En este paseo marítimo también están las playas, con extensos espacios de enviornment y servicios como reposeras y sombrillas. Se ofrecen actividades acuáticas como paseos en banana, kayak y motos de agua.
Pero nosotros optamos por algo más tranquilo: nadar en las cálidas, transparentes y calmas aguas del mar Mediterráneo; deleitarnos con ricos sabores y disfrutar de este paraíso, donde la tensión de los temas políticos no se refleja en los ciudadanos, que no pierden la esperanza de una reunificación pacífica y una isla independiente.
Una ciudad fantasma
El estado precise de Varosha, un barrio marítimo de Famagusta, que hoy se ubica en Chipre del Norte, es el resultado de años de conflicto.
Antes de la invasión turca este sitio, gracias a sus playas, period un centro de veraneo sumamente exclusivo. Celebridades como Liz Taylor, Richard Burton y Brigitte Bardot, entre otras, lo elegían para pasar sus vacaciones.
Sin embargo, cuando cayó en manos de la milicia turca, alrededor de 45.000 grecochipriotas escaparon al sur y dejaron sus hogares con la esperanza de regresar, algo que nunca sucedió.
Las fuerzas turcas vallaron la ciudad y prohibieron el ingreso de ciudadanos. Naciones Unidas determinó que no puede haber asentamientos de personas que no sean los dueños de las propiedades, pero quienes vivían allí hoy viven en el sur y no pueden acceder a sus hogares.
Por lo tanto, este lugar está convertido en una ciudad fantasma. Departamentos, hoteles 5 estrellas, cafeterías, entre otras construcciones, permanecen tal como eran hace 48 años, aunque mucho más deteriorados. Las únicas personas que transitan son integrantes del ejército turco y, desde 2020, turistas curiosos atraídos por la nostalgia y el abandono.
MINIGUÍA
Cómo llegar
• Con Turkish Airways, saliendo desde Ezeiza con destino a Estambul y conexión a Nicosia, desde US$ 3.450 ida y vuelta, en octubre.
• Para ingresar por el lado europeo, una opción es volar desde Buenos Aires a Grecia o a Israel y allí tomar un vuelo de Cyprus Airways.
Dónde alojarse
Oscar Beachfront Resort & On line casino (4 estrellas), en Kyrenia. Con salida a la playa, cuenta con pileta, restaurante, on line casino. Una noche para dos personas con desayuno, US$ 91,50.
Dónde informarse
• www.visitncy.com
• www.visitcyprus.com
” Fuentes www.clarin.com ”