La visita de un presidente de Estados Unidos a Puerto Rico es un evento inusual; tan solo 11 visitas en 124 años. Algunas visitas han tenido un impacto significativo, pero la mayoría no. La primera visita presidencial tuvo un impacto significativo porque Teddy Roosevelt atravesó la Isla en un nuevo tipo de transportación, un automóvil, y visitó múltiples municipios, grandes y pequeños. Casi sesenta años más tarde, John F. Kennedy pernoctó aquí luego de una impresionante ceremonia de llegada, y varias reuniones y actividades.
Otros presidentes, por la naturaleza de sus visitas, tuvieron poco impacto, tales como la visita de Lyndon B. Johnson para jugar en el campo de golf de la base aérea Ramey, en Aguadilla.
El presidente Joe Biden puede convertir su viaje a Puerto Rico en un viaje con legado en vez de meramente un viaje presidencial más.
Cierto es que su viaje ya tendrá un impacto político para él y su partido. Todos los viajes presidenciales tienen un componente político, y el viaje de Biden no es la excepción, a 36 días de las elecciones de medio término: su clara demostración de su continua y continuada preocupación por Puerto Rico.
Su viaje llama la atención a los electores boricuas en estados como Florida, que tienen que escoger entre el senador Marco Rubio y la congresista Val Demings para representarlos en el Senado federal por los próximos seis años, y en Pennsylvania, donde tienen que escoger entre el vicegobernador John Fetterman y la figura farandulera Mahmet Oz, para representarlos en el Senado.
El presidente Biden tiene la oportunidad de emitir órdenes que garanticen que su viaje sea recordado positivamente y que deje un legado significativo. Por ejemplo, puede impartir instrucciones para que se establezca como máxima prioridad completar el Expreso de la PR-10 entre Arecibo y Ponce, la carretera que se ha estado construyendo chispito a chispito como por 30 años. De igual manera, podría dar la orden de que los toldos azules tienen que desaparecer 6 meses después de Fiona. Finalmente, puede requerir el estricto cumplimiento con la meta de 40% de energía renovable para el año 2025.
¿Cómo puede asegurar que esas órdenes se cumplan?
Si para el 30 de septiembre de 2023, todos los contratos para terminar la PR-10 no están adjudicados y en construcción a toda prisa, puede amenazar con quitar y reprogramar el 50% del stability de fondos para carreteras.
Si el 31 de marzo de 2023 no se han resuelto todos los casos pendientes bajo toldos azules, podría quitar y reprogramar el 50% de los fondos federales de desastres restantes en manos del Departamento de Vivienda.
Si al 30 de septiembre de 2023 no están adjudicados todos los contratos de energía renovable, puede amenazar con congelar y reprogramar el 50% de los fondos para la reconstrucción de la crimson eléctrica y usar $3 billones de esos para conceder hasta $5 mil por familia para la compra e instalación de sistemas solares residenciales.
Esas son penalidades duras, pero necesarias para que sus órdenes se cumplan y Puerto Rico mejore. Que los boricuas en Florida y Pennsylvania entiendan que él sí está comprometido con el futuro de Puerto Rico ahora.
” Fuentes www.elvocero.com ”