Un grupo de 75 cartageneros partió hacia Egipto el pasado octubre, con ilusión por hacer lo que ellos creían que sería el viaje de su vida tras haber contratado un «todo incluido» con una agencia de viajes del municipio. Finalmente, según aseguran, la expedición se convirtió en una «pesadilla», cargada de «decepciones y enojo» debido a una serie de múltiples contratiempos: un crucero pagado que finalmente no disfrutaron, horas y horas en autobús e instalaciones en condiciones deficientes.
Ahora este grupo de personas, según han relatado a La Opinión, trata de conseguir una indemnización acorde a lo que pagaron (1.450 euros por persona) por parte de la agencia de viajes -de la que prefieren no dar el nombre- y de la mayorista Sama Journey. Esta última ofreció una compensación de 250 euros que tan solo un pequeño porcentaje de los integrantes del grupo ha aceptado. El resto, ante la insatisfacción de la cuantía, no descarta la vía judicial para reclamar una cantidad de dinero mayor.
La agencia de viajes, por su parte, «no se hace responsable de lo sucedido e incluso se ha mostrado molesta y ofendida ante nuestras quejas y reclamaciones, trasladándonos su gran pesar y en su afán de dar solución a lo acontecido, nos trasladó la compensación de 250 euros», según afirma el portavoz de este grupo de viajeros.
Los afectados enviaron un comunicado a la empresa para «tratar de llegar a un acuerdo de forma amistosa y extrajudicial»; sin embargo, aún no han obtenido respuesta, según afirman. «Ante esta situación no hemos tenido más remedio que solicitar un acuerdo de conciliación, con el fin de que podamos reunirnos con la agencia a través del Juzgado y así poder llegar a un acuerdo sin que se inicie un juicio. Si no contestan una vez más, no nos quedará más remedio que emprender un procedimiento judicial», asegura uno de los portavoces del grupo.
En cuanto al viaje, no fue como les prometieron, según detallan los viajeros. El programa incluía un crucero de 5 noches por el Nilo que nunca se hizo. En su lugar les ofrecieron dormir en otra motonave que «llevaba tiempo cerrada y que no estaba en uso: sucia, sin comedor, habitaciones en mal estado y sin agua», aseguran. La siguiente alternativa que les ofrecieron fue la de alojarse en hoteles, lo que supuso, según critican, «innumerables traslados en autobús entre los alojamientos y los lugares en los que se hacían las excursiones, con las maletas sin deshacer, a distancias muy considerables». Por esta razón pasaron «gran parte del viaje en trayectos en autobús por carreteras no acondicionadas para ello».
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