UNA PALABRA TUYA
Un café solo en silencio, por el amor de Dios. Un café solo y unos minutos de calma, sentado en la mesa de madera junto a la cristalera del native, por la que parecen danzar los brillos del mar próximo cuando todavía es posible caminar a solas por su orilla.
No estoy en el Café Julien neoyorquino que retrata con entusiasmo Daybreak Powell. Tampoco
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