Nuestro artículo del sábado pasado cuestionaba la lógica detrás de la exigencia de vacunas contra la COVID-19 por las empresas de cruceros para sus tripulantes, dejando en pausa el mismo requisito para los pasajeros. Como si no se hicieron de oídos sordos, el lunes Norwegian Cruise anunció el requerimiento de vacunación para ambos.
Resultaba lógico y práctico. De no ser así, por más sedientos por el flujo de turistas, muchos, sino la totalidad de los puertos de escala, negarían su acceso a tierra firme. Adicionalmente, reiteraba que este servidor, como la mayoría, no zarparía en ningún crucero si la totalidad de sus almas no estuviesen vacunadas.
Resulta interesante que Norwegian tomase la iniciativa, ahora aparentemente adoptada por la mayoría de sus competidores porque fue esta línea de cruceros la primera en apuntarse para operar en el puerto de cruceros de Amador como Residence Port con su navío Norwegian Star a partir de mayo 2020, medida obviamente cancelada por la pandemia.
A raíz de la lentitud del CDC (Centro de Management de Enfermedades, por sus siglas en inglés) en autorizar el zarpe de naves desde puertos estadounidenses, las compañías de cruceros se han visto obligadas a encontrar otros puertos allende para el inicio de operaciones. Panamá, que cuenta con muelles para cruceros en ambos océanos hubiese sido una opción superb ofreciendo adicionalmente el magnetismo de su canal como atracción common.
Ello es, por supuesto, si hubiésemos sido lo suficientemente sesudos para armar una estrategia de vacunación masiva a partir de diciembre pasado en vez de aplaudir el aterrizaje de cada embarque como si se tratase del descubrimiento de América. Porque, reitero, aquellos países que logren vacunar a la mayoría de su población primero, serán los más airosos en lograr el despegue económico que todos ansiamos.
Estados Unidos es obviamente un ejemplo de ello bajo la administración precise. Al inicio de su mandato el 20 de enero, el presidente Joe Biden anunció la meta de inocular 100 millones de vacunas durante sus primeros 100 días. Durante la última semana, solamente se han dispensado un promedio de 3.1 millones de vacunas diarias. ¡Si aplicáramos el mismo ejemplo en Panamá, la totalidad de la población estaría vacunada con dos inoculaciones en mayo!
El portal www.timetoherd.com nos indica la cantidad de días remanentes para la vacunación del 70% de la población, por país, para el logro del efecto rebaño. A Estados Unidos, por ejemplo, le hace falta 95 días, unos 3 meses, para su logro. Es decir, más o menos, a mediados de julio. A Panamá, 550 días o sea poco más de año y medio, logrando el objetivo en octubre 2022, meta, a todas luces, inaceptable, tercermundista, reflejo del poco me importa de los gobernantes con su pueblo.
Primordial hubiese sido la acción al momento de negociar las entregas de vacunas para resolver, complementariamente, el importante tema de la salud económica del país, en vez de, por ejemplo, la creación de una autoridad para inversiones foráneas, que ofrece poco atractivo por el tortuguismo en la vacunación y añadida burocracia en la plantilla estatal. ¿Quién en su sano juicio desea invertir en un país con el bichito activo?
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De haber tomado una acción contundente en la vacunación masiva de la población, Panamá hubiese gozado del beneplácito, entre otros, de la industria de cruceros quien en junio inicia operaciones en varios puntos del Caribe. Así hubiésemos estrenado el Residence Port de Amador con bombos y platillos, creando una demanda furtiva para esos pasajeros que coparían Tocumen, los hoteles y sitios de turismo varios días antes del zarpe de sus correspondientes navíos.
Líder empresarial.
” Fuentes www.panamaamerica.com.pa ”