Un día cualquiera del mes pasado, me llegó una oferta a la oficina para poder conocer, con un importante descuento de asesor de viajes, un producto al que le tenía ganas y que desconocía en primera persona: Un Crucero Fluvial. ¡No me lo pensé! y antes de que pudiera darme cuenta había convencido a mi marido, a unos amigos, cuadrado las vacaciones y estaba en el aeropuerto, maleta en mano, dispuesta a volar a Frankfurt y a embarcarme sin demora en el MS Charles Dickens. ¿A qué suena bien? Pues superó todas mis expectativas. Os cuento.
El Crucero Fluvial transcurría sobre el Río Rin y su afluente Mosela. Es el segundo río más importante de Europa, después del Danubio, y es la vía fluvial más utilizada de la Unión Europea. Aunque nace en Suiza, nuestro recorrido se va a situar en preciosas ciudades de Alemania y Francia. Nada más aterrizar en Frankfurt nos llevaron hasta Mainz (Maguncia en español). Esta ciudad alemana a orillas del Rin, capital del Estado de Renania-Palatinado, es conocida por su pasado romano, su casco medieval con monumentos de arenisca roja, su bella plaza del Mercado y su catedral de estilo románico renano. Allí nació Gutenberg, el famoso inventor que creó la imprenta y allí se celebra el día 11, del mes 11 (noviembre) a las 11 de la noche, el famoso Carnaval de Maguncia, que destaca por ser uno de los más asombrosos y únicos en Alemania. ¿Y por qué esta manía del número 11? Muy sencillo. Este surgió como protesta o burla a las tropas francesas que se encontraban en la ciudad. En alemán el número 11 se escribe “ELF”. Los franceses lejos de enfadarse lo ensalzaban pues no querían ver en esas letras un número sino su consigna: Egalité, Liberté y Fraternité. Y la tradición continuó hasta el día de hoy.
Después de colocar la ropa en el camarote, conocer a la tripulación, cenar, dormir y navegar, amanecemos en Colonia, conocida como la Roma del norte. Su catedral gótica, la joya de la corona, Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, desde 1996, domina la ciudad. Es la iglesia principal de la Archidiócesis de Colonia y una de las catedrales más grandes de Europa. Imposible describir con palabras sus vidrieras, sus suelos de mosaicos, su altar mayor y el relicario en oro de los Reyes Magos.
Su acceso es gratuito y nunca limpiarán su fachada porque los habitantes de Colonia quieran que se vea en ella el paso del tiempo y el haber sobrevivido en pie a tanta guerra y tanta barbarie, además de ser de una arenisca que se mancha fácilmente. Junto a ella, se encuentra el Museo Ludwig que alberga una de las colecciones de arte moderno más grandes de Europa: Picasso, Kandinsky, Dalí, Warhol. And many others. Los romanos dejaron obras importantes a su paso cómo la icónica Torre de San Martín o la Iglesia de San Kuniberto. Foto obligada en las casitas de colores, aunque hayan sido restauradas. Cruzad el río por el famoso Puente Hohenzollern, el puente ferroviario más transitado de Alemania y mejor conexionado con Europa. De hecho, pasa ¡1 tren cada 2 minutos las 24 horas del día! Se le conoce también cómo el puente de los enamorados, por los miles de candados de amor que hay a lo largo de sus 400 metros de longitud y que añaden al mismo un peso desorbitado. ¡Ojo a las bicicletas que corren raudas y veloces!
Subid, si podéis al edificio Köln Triangle, moderno y vanguardista, desde donde podrás admirar el Skyline de la ciudad. Entrad, en el casco histórico, al Museo del Fragrance: Casa Farina. Esta marca disputó el primer caso de piratería comercial cuando 83 años después de que el italiano Farina creara la primera agua de Colonia se quiso atribuir el mérito “La Eau de Cologne Original nº 4711”.
Y continuamos navegando hasta Bonn, la que fue Capital de la República Federal de Alemania. Lejos de lo que puedas imagina es una urbe tranquila y pequeña. Conocida porque en ella nació el famoso compositor Beethoven. Al más puro estilo Paseo de las Estrellas hollywoodiense con famosos nacidos o que han estudiado aquí, se llega a la casa donde el hijo predilecto de Bonn nació en 1770. También nació Hans Riegel, empresario alemán que inventó el osito de goma en 1922, creando la famosa marca de golosinas como resultado de estas tres palabras: Hans RIegel Bonn. HARIBO.
Llamativo su rococó ayuntamiento donde lomos de libros incrustados en el suelo componen un monumento a los libros quemados “la noche de los cristales rotos”. Allí se encuentra una “cápsula del tiempo”. Y continuamos navegando mientras almorzamos (¡qué gozada!) para llegar por la tarde a Linz am Rhein, “población colorida”. Es un precioso pueblecito, amurallado y perteneciente al Arzobispado de Colonia. Al más puro estilo alemán, sus calles empedradas están llenas de casas con sus entramados de madera y su correspondiente leyenda. Los puentes fueron derruidos durante la Segunda Guerra Mundial y utilizan un transbordador continuo para cruzar tanto a las personas como a los coches de una orilla a otra. Quedó prácticamente inundada en 1784 y ha vuelto a quedar bajo las aguas en años posteriores. Llevan mal que los puedan confundir con Linz en Austria, ciudad donde nació Hitler.
Nos quedan muchos días de Crucero por delante y muchas ganas de irnos todos de vacaciones, con lo cual tendrás que esperar unas semanas para descubrir los secretos que guarda el Mosela y la parte del Río Rin que atraviesa Francia. No te puedes perder los sitios tan maravillosos que tuve ocasión de descubrir en esa zona, ¿a qué no? Pues me leerás ya en septiembre, mientras tanto recuerda “todo en exceso es malo, menos viajar”. FELIZ VERANO.
” Fuentes murciaeconomia.com ”