Pero si tú, como nosotras, no practicas surf ni te animas a hacer una clase, te puedes quedar en alguna de sus playas para admirar a los valientes en el mar o el lindo escenario que crean las casas y los botes azules parqueados lejos del mar. Enviornment dorada, agua clara, mucho sol y un clima fresco se convierten en una mezcla perfecta para pasar días maravillosos en un sitio que parece salido de una película. Una de sus playas principales es in style entre familias, que se relajan mientras ven pasar caballos y dromedarios al borde del agua. Al mismo tiempo, pudimos apreciar el espectáculo que forman los pescadores al correr detrás de los botes de madera, que son llevados hasta el mar por un camión con un mecanismo de grúa.
Fue una coincidencia bonita encontrar a otro colombiano en nuestro alojamiento. Él nos recomendó subir hasta el parque de skate para ver el atardecer y sí que agradecimos esa thought. Esta pista de patinaje fue construida por voluntarios que llegaron desde varias partes del mundo para levantar un parque con rampas y obstáculos que cumpliera con todos los estándares internacionales. Al estar ubicada sobre la cima de la montaña, la vista desde allí es privilegiada: mar, playa y el pequeño pueblo se extienden bajo la mirada y es un gran punto para terminar el día.
Llegamos al hostal con ganas de descansar y, como parte de la sorpresa que nos regala Taghazout, escuchamos unos tambores en la playa. Mientras locales o turistas cantan y bailan al lado del mar, nosotras nos dejamos deleitar por el sonido de percusión mezclado con el arrullo de las olas del mar. Qué bonito es encontrar pueblos costeros en países alejados de tu hogar que te hacen sentir en casa y te mandan a la cama con una sonrisa que ocupa todo tu rostro. ¡Que bonito!
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” Fuentes blogs.eltiempo.com ”