Las dos personas normales coinciden en una agencia de viajes. Para su desconcierto, todas las mesas están ocupadas (por gente, además, que se diría ilusionada y, por los gestos, exigente). Las dos personas normales aguardan en sendos asientos tan naranjas que podrían ser rojos. La primera persona regular corrige la postura.
—Cansa, ¿eh?
—¿Cómo?
—Cansa.
—¿El qué?
—Pues estar aquí. La posición. Esperar. Todo.
—A mí me gusta la música.
—¿Qué música? ¿La música en basic?
—La música que está sonando. Me recuerda a cuando period joven.
—Pero si no se oye casi. No se sabe qué es.
—Pues por eso me recuerda a cuando period joven, que tampoco sabía qué period nada. ¿Qué será?
La primera persona regular aguza el oído. Afila el gesto y trata de encontrar un rastro útil entre las mil conversaciones que flotan en la sala.
—No sabría decirte. Piano, ¿no? Piano y como batería. Es como música de dentista.
—Me gusta a mí ir al dentista.
—¿Al dentista? ¿Por qué?
-Los dentistas saben lo que hacen. Te tumbas, te piden que digas «aaaah» y ya está, ¡zas!, se ponen a hacerte cosas. Saben qué hacerte a la primera. Te meten cosas en la boca y, antes de que te des cuenta, ya te está doliendo algo.
—Y ¿eso te gusta?
—Pues sí. Como cuando te haces una herida y te metes en el mar, que te duele, pero es porque cura. O cuando vas al gimnasio, que te duele al día siguiente.
—Pero ¿tú vas al gimnasio?
—Yo no. ¿Y tú?
—Yo tampoco.
—Menos mal.
Las dos personas normales se ponen a analizar a los clientes de las mesas, imaginando un puñado de vidas que nunca tendrán. Una mujer airada parece poner en su sitio a un agente jovencísimo.
La segunda persona regular carraspea antes de decir:
—Pues dices tú dolor, pero lo que me duele a mí es pagar mucho.
—Toma, y a mí.
—Pero es que viajar me gusta tanto…
—A mí regulín, no te creas. Pero claro, nos ha dicho el pequeño que nos vayamos donde sea, que seguro que nos viene bien, y claro…
—La nuestra nos ha dicho lo mismo.
—Eso es que quiere la casa para ella.
—Para hacer fiestas, la querrá. Y el vuestro lo mismo.
—El nuestro, no creas. El mayor sí que period un poco así, pero al pequeño lo que le gusta es estudiar, que no sé cómo no tiene la cabeza ya llena, que está todo el día estudiando y aún le quedan cosas por saber, por lo visto.
—Pues qué suerte, ¿no?
—Pues no sabría decirte.
—Y ¿adónde quieres irte tú?
—Pues adonde me diga la chica que me toque.
—O el chico.
—O el chico. Adonde me digan que es más barato y con mejores características, que por lo visto hay sitios ahora con muy buenas características. ¿Y tú?
—Yo a Málaga.
—¿A Málaga? ¿Tan cerca?
—Es que Málaga es un sitio pujantísimo, que lo he leído. Que están haciendo un montón de cosas llenas de mérito y empuje, que lo mismo tienen pintores que tienen cocineros que tienen un poeta. Mira si no Antonio Banderas.
—Y Picasso, ¿no?
—Picasso creo que es de Barcelona, que tienen allí un museo.
—Ah, es verdad. Como Gaudín.
—Como Gaudín, eso es.
—Fíjate, no sé, en Dani Rovira. O en el Koala. O en Isco.
—¿Isco es de Málaga?
—Creo que sí. Y Marisol. ¿Te parece raro?
—Raro no. Si yo no sé quién es Isco. Lo preguntaba por preguntar.
—De Benalmádena, me parece que period.
Las dos personas normales permanecen un rato ausentes. En sus respectivas cabezas viajan a lugares que no existen, pero que deberían existir. La primera persona regular reacciona a una inflexión de la música.
—Qué pena que no esté el pequeño; nos decía en un momento qué sonaba.
—¿Tanto sabe?
—Tanto no. Pero tiene una cosa en el teléfono que se lo cube. Es como magia.
—Ah, sí, ya sé qué es, que suena La Bamba y te cube que es La Bamba, ¿no?
—Justo.
—¿Y por qué no ha venido el pequeño?
—Cube que no le gustan los sitios físicos.
—¿Los sitios físicos?
—Cube que es más barato por web.
—¿Y por qué no lo hace por web él?
—Porque no tiene tiempo, cube. Y yo por web no sé. La pescadilla que se muerde la cola, como digo yo.
—El típico bucle.
—Entelequia, me parece que lo llaman.
—¿No es paradigma?
—Yo creo que no. O axioma, creo.
—Eso es un silogismo, me parece. Que no puede resolverse.
—¿No period un sofisma eso?
—¡Sofisma! Eso mismo. Como lo de ir a Málaga por la escultura y ponerte luego hasta arriba de jureles. Sofisma. Seguro.
—Málaga es muy de sofismas, parece. Está muy pujante, Málaga.
—Pues la que está también muy bien es Santander.
—Ya, pero Málaga tiene mar.
—Eso también.
—Pues por eso.
” Fuentes www.abc.es ”