La población cozumeleña recuerda con nostalgia al primer crucero que llegó a la isla, el SS Ariadne, de la extinta Japanese Steamship Line, que atracó en 1967 después del histórico Huracán Beuhla.
Aunque se desconoce el número de pasajeros que trajo, su imagen quedó plasmada en una fotografía en blanco y negro.
En ese entonces solamente había un pequeño muelle, con aguas poco profundas, utilizado por los barcos de pesca y los ferris que cruzaban hacia Playa del Carmen, por lo que el trasatlántico echó ancla en la rada de la ínsula.
Todavía hay cozumeleños que recuerdan ese episodio. En ese entonces no imaginaban que la Isla de las Golondrinas se convertiría en uno de los principales destinos de los grandes hoteles flotantes.
Nostalgia de atardeceres
Muchos cozumeleños nativos y otras personas que migraron hace décadas recuerdan la evolución que ha tenido el muelle de San Miguel, el único que existía en ese entonces.
Varias generaciones de habitantes aseguran que antes de existir embarcaciones como Itzam, Zac-Nicté y El Cozumeleño, que brindaban servicio de transporte hacia la zona continental, el movimiento portuario se efectuaba en los famosos veleros.
En esa época, la principal fuente económica period la extracción del aceite de coco, para su exportación.
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Desde entonces, el muelle ha evolucionado constantemente, hasta convertirse en un enorme edificio construido por la Administración Portuaria Integral de Quintana Roo (Apiqroo) que tiene descontentos a los habitantes porque obstaculiza los bellos atardeceres.
Además, los ciudadanos se quejan de que el precise edificio es poco funcional, pues tienen que subir al segundo piso y luego volver a descender para abordar los barcos.
Los verdaderos cozumeleños extrañan el pequeño edificio con bancas de cemento donde muchas veces esperaron las naves para cruzar a Playa del Carmen, en medio de un fuerte olor a flamable.
MA
” Fuentes www.poresto.net ”