La voz de Sara Senado Pomacaja (29) escarapela el cuerpo. Emociona. Conmueve. No sorprende que Susana Baca, con quien cantó en agosto de 2020 por los 100 años del Teatro Municipal de Lima, la considere la primera cantante lírica soprano del Perú; o que haya sido seleccionada para representar a nuestro país en el Competition Perigord Noir, uno de los más importantes a nivel mundial en canto lirico, en Francia (del que podría perder su cupo). Pero ese talento, que probablemente heredó de sus abuelas (solían cantar huaynos), lo exploró tiempo después. De hecho, antes de hablar, Sara bailaba. En eso influyó su madre, Luz, maestra de danza folclórica. Su primer acercamiento con el canto fue a los 7 años, cuando escuchó al coro de la iglesia Mensajeros de la paz, en Chosica. “Cuando hice mi audición, el director del coro se sorprendió. No había cantado [antes] ni había recibido clases. Me dio mis primeros solos”.
En primer grado en el colegio Beata Imelda, Sara fue seleccionada para un grupo de danza, pero ella buscaba algo nuevo. “Había un coro dirigido por una maestra rusa. Cuando fui a la audición, esperaba cantar como lo hacía en mi parroquia [pasó del Granito de Mostaza al Ave María]. Nos hacía cantar algo más académico, con armonías”. En cuarto de primaria, sus abuelos maternos enfermaron y se mudaron a Barrios Altos. Sara volvió al canto well-liked. Su primera canción en el nuevo colegio, Señor de la Misericordia, fue El baile del gorila, de Melody. “El profesor estaba buscando a alguien que llegue a las notas altas del coro. Me salió y me dio la oportunidad de ser solista”.
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Su madre encontró una audición para coro de niños en el Museo de la Nación. “No sabíamos que era el Coro Nacional de Niños del Perú, que era el elenco más importante de niños. Solo cantaba en casa, en el colegio. Me llevó a esa audición (duró 6 meses)”. Ahí empezó -realmente- con el canto clásico de la mano de la maestra Jaqueline Terry. Sobrellevarlo con el colegio fue complicado. Salía de clases a las 3 p.m. y, una hora después, ya estaba en los ensayos del coro. Salía a las 8 p.m. y el cansancio le ganaba. Su padre, Manuel, hizo una estrategia: levantarse a las 3 a.m. para estudiar y hacer tareas. “Si no estaba en los primeros puestos, mi papá me sacaba del coro. Tenía que hacer un sacrificio para seguir”. Así estuvo desde los 10 hasta los 15 años, una de las “mejores etapas” de su vida.
Concluida su estancia en el coro, su padre, que le inculcó el gusto por las matemáticas y las ciencias (trabajó en el área de Estadística en la Administración del Mercado Mayorista de Frutas), le dijo que su futuro period ser ingeniera. “Ser buena en esos cursos no significa que vayas a ser ingeniera. Yo no lo sabía”. Dejó de cantar. Se preparó para el examen de admisión en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ingresó. “En generales, empecé a llevar cursos de carera (ciencias, circuitos generales, circuitos electrónicos) y me sentía vacía”. Eso cambió cuando eligió coro entre sus cursos electivos. Hace dos años que no cantaba. Las emociones estaban a mil. Ni bien abrió la puerta, escuchó al coro cantar Aleluya, de Haendel. “Sentí un cosquilleo en el cuerpo. Desde ahí, todo fue distinto”. Su profesora, Juana La Rosa -directora del coro y Conjunto de Cámara PUCP- la impulsó a dedicarse a la música profesionalmente.
NACE UNA ESTRELLA
Sara aprovechaba sus ratos libres e iba a ensayar. Su presentación más importante -en ese momento- fue en el auditorio de la facultad de derecho. Avanzaba su madurez vocal y sus amigos le recomendaron estudiar en la Universidad Nacional de Música (UNM). En la PUCP, la maestra María Eloísa Aguirre (elegida por el soprano Luciano Pavarotti en su visita a Lima en 1995 para participar en un concurso, del que ganó un premio del mismo nombre del tenor) dictaba clases de canto lírico. Escuchó a Sedano y le dijo que se dedique a la música “sin dejar su carrera de ingeniería”. A finales del 2011, en su tercer año de carrera, Sara resolve dedicarse a la música. Su madre la apoyó. En enero del siguiente año, se lo comenta a su padre en un almuerzo acquainted. Pegó el grito al cielo. “Le dije que tenía que prepararme, necesitaba clases (nunca recibió clases de teoría musical). Sabía cantar y un poco de técnica, pero muy básica”. Tenía menos de tres semanas para prepararse. Recibió clases categorical de música (entre 6 a 9 sesiones). Su papá la retó: si ingresaba en esa convocatoria, podía dejar ingeniería.
Había que pasar dos exámenes para obtener una de las tres vacantes. A Sara le fue bien en el de canto; no tanto en el de lectura musical. No ingresó. “Cuando algo es para ti, llega”, comenta ahora en retrospectiva. Dos semanas después, el Estado le pide a la UNM que amplíe sus vacantes. Su nombre estaba en la lista. “Había empezado el ciclo en la Católica. Me matriculé en ambos. Pasé y le dije a mi papá que no podía seguir. La música es mucho más difícil que la ingeniería”. En el exconservatorio definió su estilo: quitar del imaginario que el canto lírico es elitista e interpretarlo para el oído de todos. Esa característica -que Susana Baca reconoció cuando cantaron el año pasado- fue clave para que Sara cosechara triunfos. En 2019, su último año de carrera, ganó el primer lugar del Concurso de Canto Lírico de Radio Filarmonía; mismo galardón en el Concurso Lírico Nacional de la ciudad de Trujillo, en la categoría Compositores peruanos. Fue seleccionada para participar como solista y cantante de ópera en festivales internacionales de música: Femusc Y Gramado in live performance, en Brasil. El 2020 pintaba bien… hasta que llegó la pandemia.
Se deprimió y no cantó por cinco meses. Una amiga publicista la ayudó promocionando clases de canto. La animó. En agosto la llaman para participar en la celebración por los 100 años del Teatro Municipal de Lima. Miguel Molinari, director de cultura de Miraflores y Javier Sunico, director del Coro Nacional dijeron que ella period la única peruana que podía cantar Aida, de Giuseppe Verdi. Luego de la presentación, “la maestra Susana me cogió de las manos y me dijo que sintió mi canto muy natural, que tenía que seguir esforzándome. Tal vez esas palabras me animaron a querer explorar en eventos internacionales”. Y así fue. En mayo pasado postuló a la convocatoria mundial del Competition Perigord Noir, en Francia. Se grabó con su celular, las pistas de las aida de ópera se escuchaban desde su televisor. Un sonido rústico. Pese a ello, el director del competition Iñaki Encina (que dirigirá dos óperas en la Ópera de París) la contactó por Instagram -días después llegó el mail de confirmación- para las buenas nuevas: había sido seleccionada para representar a Perú en el competition del 5 al 14 de agosto. “Creemos que eres una soprano con muchísimo potencial”, fue parte del mensaje del director de orquesta. Pese a ello, Sara podría perder el viaje.
LA ODISEA DE SARA
Francia ha incluido a Perú en su lista “naranja”. Para que un ciudadano no vacunado de esta lista viaje para allá, debe tener un “motivo imperioso”. “Es ciudadano de un tercer país y se encuentra en Francia por un motivo profesional imperioso por una orden de misión emitida por el Estado del que es nacional”, se lee en la lista de motivos imperiosos. En la embajada de Francia en Lima le dijeron que su selección no aplicaba a este motivo, que debía vacunarse. La orden de misión, otorgada por el Ministerio de Relaciones Exteriores, es para funcionarios públicos. A los artistas se les brinda una carta de presentación, que hizo el Ministerio de Cultura a los días de conocer el caso.
A la par, el 5 de julio, Sara solicitó el adelanto de vacuna a las Redes Integradas de Salud Lima Centro. Los documentos fueron enviados el 14 de julio al Ministerio de Salud con el expediente 21-082134-001. No le dieron respuesta. Este lunes, volvió a ir a la embajada de Francia en Lima con la carta de presentación del Mincultura. La negativa por las restricciones continuó.
Desde la embajada nos dicen que “hasta el Embajador está al tanto y que tratan de encontrar una solución que, lamentablemente, no depende de nosotros. Por ahora las personas no vacunadas no pueden viajar”. El miércoles por la tarde, el consulado le dijo que podía “pedir un salvoconducto en un plazo 10 días”. Fuentes del Minsa, por su parte, nos dicen que estos “casos excepcionales son evaluados por el Comité de Ética de Alto Nivel, que es independiente”. Al cierre de esta nota, el Minsa explica que el expediente podría aprobarse “en estos días”. El viceministro Rosell estaría tras el caso.
El presupuesto de Sara debe cambiar para cumplir con los plazos, mientras espera luz verde. Para ayudar, puede depositar en la cuenta BCP Soles 19195807947001 o, desde otro banco, en la cuenta interbancaria es 00219119580794700157. Todo suma. //
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” Fuentes elcomercio.pe ”