A orillas del río Guadiana, haciendo frontera con Portugal, se encuentra Sanlúcar de Guadiana, una bella localidad onubense de casitas blancas encaladas con encanto e historia. Sus orígenes se remontan a la época árabe, aunque el núcleo actual del pueblo se inicia a mediados del siglo XIII, tras la conquista de Sancho II de Portugal y la construcción del castillo, que serviría de protección en la frontera de los continuos ataques lusos.
Debido a su situación geográfica, este municipio andevaleño disfrutaba de una posición estratégica que la convertía en una de las poblaciones más relevantes de la zona, ya que era un paso obligado para el comercio. Así, en el siglo XIX, el puerto de Sanlúcar de Guadiana adquirió gran importancia pues desde aquí se exportaban gran cantidad de productos, como aguardiente, arroz, azúcar, jabón, plomo y maderas.
En la actualidad, Sanlúcar de Guadiana es un paso fronterizo frecuentado por barcos de turistas que visitan la localidad, a través de su pequeño puerto fluvial. Desde el embarcadero sanluqueño, se establece una comunicación constante (cada media hora sale un barco de pasajeros) con el vecino pueblo portugués de Alcoutim, cuya bella estampa se refleja también en el río Guadiana, que separa a ambas localidades situadas a un lado y otro de la Raya.
Sin embargo, uno de los grandes atractivos del municipio sanluqueño es visitar el pueblo que desciende desde la colina hasta el río, con un caserío de intrincadas calles y pinas cuestas y plazas, que muestran la luminosidad de sus casas reflejándose en el río. Entre los monumentos destacan la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de las Flores, y en lo más alto del pueblo, ejerciendo de vigilante, el castillo de San Marcos, de origen medieval.
Castillo de San Marcos, el viejo centinela de la Raya
Esta fortaleza fue construida en cinco fases y de una original fisonomía desde la que divisar dos localidades que desde hace cinco siglos han vivido historias de invasiones, asaltos, luchas de poder, contrabando y el trasiego natural de los puertos florecientes desde los que ambos países enviaban sus mercancías. Además de una visita guiada, el fortín ofrece unas vistas inigualables de buena parte de las riberas del Guadiana y de los dos pueblos.
Otro de los miradores de Sanlúcar que merece la pena conocer lo constituyen los molinos de viento que coronan uno de sus cerros. Fueron construidos entre los siglos dieciocho y diecinueve, en mampostería y piedra, levantando gruesos muros de hasta ocho o más metros de altura. En ellos, al igual que en los extraordinarios molinos mareales que existían en la localidad, se trituraba el trigo para obtener harina.
Pero además, este rincón fluvial es un destino ideal para la práctica de actividades acuáticas. Sus aguas son escenario de la Regata Internacional de Vela y Piragua, celebrándose cada año dos pruebas de piragüismo: el Descenso del Guadiana, y el Descenso Internacional, en junio y agosto, respectivamente. También la empresa «Guadiana Extremme» organiza un amplio abanico de experiencias acuáticas con el río como eje.
En las aguas del río Guadiana se puede practicar kayak, paddle surf, mientras que para grupos más numerosos hay una big paddle surf, tabla gigante en la que caben hasta 12 personas. También se pueden realizar rutas en moto de agua, flyboard, waterball y tiro con arco. En los alrededores hay bellos parajes para realizar senderismo, como la Dehesa de San Silvestre, que se encuentra a cuatro kilómetros, o la Rivera Grande de los Álamos.
Otra de las actividades estrella, es subir a la tirolina internacional más larga de Europa, de la mano de la empresa «Límite Zero», con sede en el corazón de Sanlúcar. A unos metros río arriba se sitúa esta tirolina de más de 720 metros de longitud, que partiendo desde una altura similar a la del Castillo de San Marcos y alcanzando velocidades cercanas a los 75 km/h, cruza al visitante hasta una huerta de la localidad portuguesa de Alcoutim.
Escapada a Alcoutim
Otra de las opciones para viajar al país vecino, es coger en Sanlúcar uno de los pequeños barcos que atraviesan el río en escasos minutos hasta el muelle portugués, donde se levanta una estatua dedicada al contrabandista. Las calles de Alcoutim suben desde las aguas del Guadiana hasta el viejo castillo medieval, entre cuestas desordenadas, destacando la iglesia matriz (siglo XVI), uno de los mejores ejemplos de arquitectura renacentista en el Algarve.
Como tractivo común de los dos pueblos fronterizos, se encuentra el Festival del Contrabando, que se lleva a cabo en marzo con un programa de actividades conjuntas que incluye animaciones de calle, espectáculos, talleres, exposiciones al aire libre y conciertos de música, además de contar ese mes con la instalación de un puente peatonal flotante sobre el Río Guadiana para conectar ambas poblaciones.
Gastronomía ribereña
Para culminar la visita, tanto en Sanlúcar como en Alcoutim se podrá disfrutar de una amplia oferta gastronómica. Junto al río se encuentran algunos restaurantes donde se pueden saborear los productos de la tierra y terminar la jornada por todo lo alto. Los asados de cerdo, junto con la ternera y el cordero, copan la mayoría de los platos principales de las cartas en las que también se cuela algún pescado, como el bacalao a la brasa y guisos de temporada.
” Fuentes sevilla.abc.es ”