El diseñador de Soho Farmhouse, Alexander Waterworth, es el responsable de los interiores de las habitaciones, mientras que Atelier27, con sede en París, ha comisariado las distintivas obras de arte que decoran las paredes. Si sigues el pasillo a la izquierda del mostrador de recepción verás una serie de postales históricas y grabados de la Petersplatz artísticamente personalizados; pertenecen a un antiguo residente de uno de los apartamentos, que tuvo la amabilidad de donar su colección tras mudarse.
Las flores pintadas en el salón –un guiño al Palmenhaus de estilo artwork nouveau de la ciudad– vienen de la minuciosa mano de la artista vienesa Marie Hartig, mientras que el mural de la azotea es obra del enigmático grafitero KNARF. Una colaboración en clave europea, aunque el foco siempre está en los creadores de Viena. Rosewood no es una marca conocida en Austria –este es su primer alojamiento en Europa Central–, por lo que su llegada ha despertado mucha curiosidad.
LAS HABITACIONES
Con un toque del mando a distancia, las persianas se levantan para revelar lentamente el barrio: es como tener un palco actual con vistas a la ciudad. Desde nuestra habitación, la 514 (que puede combinarse con la 513 para formar una suite acquainted), ningún obstáculo se interponía entre mi línea de visión y el Palacio de Hofburg, la modesta casa de ensueño de los Habsburgo en la ciudad, aunque el carrito de los cócteles junto a la ventana sí fue capaz de hacerme apartar la mirada.
También pude disfrutar de estas mismas vistas desde la bañera (que en principio no viene con cóctel incluido, pero eso tiene fácil solución). Las habitaciones son elegantes, sin nada que pudiera asustar al más nervioso de los caballos (especialmente si hablamos de las monturas bien adiestradas de la Escuela Española de Equitación de Viena); hay suaves mármoles grises y sillas y sofás de shade naranja bruñido que se curvan para seguir las paredes junto a florituras artwork decó de colores llamativos, como los lavabos y los minibares de mármol y nogal que ocupan un lugar privilegiado, con estantes en los que te esperan tres cócteles ya preparados y ensayos del arquitecto modernista Adolf Loos.
Todos los espacios están conectados mediante estampados fluidos y lineales en alfombras, cojines, cuadernos y cortinas, todos de la empresa de diseño Backhausen, un actor clave en el movimiento Wiener Jugendstil (lo que nosotros llamamos artwork nouveau) de principios del siglo XX. Y es increíble el impacto que puede tener un puñado de obras de arte llenas de desenfado a la hora de darle personalidad a un espacio. El inodoro de alta tecnología de estilo japonés, lo bastante avanzado como para abrirse cuando te acercas pero no para preguntarte qué tal estás, sigue ameritando una mención aunque a día de hoy estemos un poco más acostumbrados a ellos.
” Fuentes www.traveler.es ”