Islandia no necesita carta de presentación. Su belleza escénica, que se traduce en impresionantes cascadas, fiordos, glaciares y lagos, es el mejor antídoto para recuperar el tiempo perdido y conectar de nuevo con la naturaleza. No obstante, por si a alguien le quedan dudas todavía, PLAY, la aerolínea islandesa lowcost, ha recopilado 22 razones para visitar la tierra de hielo y fuego el año que viene.
Para contemplar las auroras boreales: ¿por qué no empezar por los clásicos? Hay cosas que hay que hacer una vez en la vida, y ver las auroras boreales es una de ellas. Islandia es uno de los pocos lugares del mundo donde disfrutar de este espectáculo de la naturaleza en todo su esplendor. Siempre sujeto a las condiciones climatológicas, entre septiembre y abril suele ser la mejor época para ver las luces danzantes.
Para dejarse sorprender por el primer géiser descubierto del mundo: cuando uno piensa en Islandia, una de las primeras imágenes que le vienen a la mente son los géiseres. Aquí no solo se encuentran los más impresionantes del planeta, sino también los más antiguos, como es el caso del Gran Geysir en Haukadalur, que entró en erupción por última vez en el año 2000. A pocos pasos se encuentra el géiser Strokkur, con una columna de agua y vapor que llega a alcanzar los 30 metros de altura.
Para bañarse en la Blue Lagoon: ubicado en un campo de lava en la península de Reykjanes, es uno de los mejores spas al aire libre para renovar cuerpo y alma. Se trata de uno de los puntos turísticos más populares del país, y basta con hacer una visita para entender por qué.
Para avistar ballenas: ver ballenas jorobadas, ballenas azules o cachalotes en su hábitat pure es una experiencia extraordinaria. La mejor época para dar con ellas es durante los meses más cálidos, entre abril y septiembre en Húsavík o Akureyri, entre otros spots de la costa islandesa.
Para montar a caballo islandés: esta raza equina de menor estatura que la estándar, parecida al poni, se trata de una especie nativa de Islandia que surgió entre los siglos IX y X. Esta propuesta brinda una oportunidad única a los viajeros de explorar la naturaleza salvaje de la isla a trote.
Para dar un paseo por la playa de Reynisfjara: el lado oscuro de Islandia lo protagoniza esta playa de enviornment negra, una de las 10 más bellas del mundo. La leyenda cube que las columnas de basalto son en realidad trolls islandeses convertidos en piedra. Como curiosidad, este paisaje se usó en el rodaje de la standard serie “Juego de Tronos”.
Para recorrer el Círculo Dorado: se trata de una ruta por carretera de 300 km desde Reikiavik, donde el viajero podrá contemplar, entre otros paisajes, Gullfoss —conocida como la cascada dorada—, el Parque Nacional de Thingvellir y el valle de los géiseres, ¡en un solo día!
Para viajar atrás en el tiempo: los restos de un avión abandonado, que datan de 1973, son un escenario atípico muy standard entre las redes sociales y se han convertido en un auténtico icono del país.
Para visitar la Faloteca Nacional de Islandia: los viajeros que ya hayan visto muchas pinturas y esculturas en viajes anteriores pueden disfrutar en Islandia de un museo diferente. Dedicada al pene, la Faloteca Nacional de Islandia cuenta con más de 200 ejemplares de mamíferos, desde ballenas hasta hombres. Sí, existe y está en Reikiavik.
Para ver casas de césped: de entre todos los materiales posibles para construir un hogar, ¿por qué usar este? Además de ser un modelo sostenible, la razón es que funcionaba como aislante pure en el techo y ayudaba a mantener una temperatura cálida en la estancia. Una muestra de ello digna de visitar es la aldea de Keldur, al sur de la isla.
Por la asequibilidad de los billetes aéreos: volando con PLAY, los viajeros pueden encontrar tarifas para descubrir Reikiavik desde 110 euros por trayecto con salida desde Barcelona, Tenerife y Alicante y, a partir de diciembre, también desde Gran Canaria.
Para degustar el famoso pylsur: en Islandia se prepara el mejor perrito caliente del mundo. Su fama le precede, y es que el expresidente estadounidense Invoice Clinton pudo corroborarlo en persona cuando visitó el puesto callejero Bæjarins Beztu, que lleva en funcionamiento desde 1937.
Para practicar snorkel en la grieta de Silfra: esta actividad solo es apta para los más valientes, pero realmente vale la pena vivir la experiencia de bucear entre dos continentes bajo sus aguas gélidas y cristalinas.
Para buscar frailecillos en los acantilados: aunque el nombre a primera vista engaña, se trata de una de las aves más pintorescas de la isla. Avistar a los conocidos como “payasos del mar” no es tarea fácil, pero un buen lugar para hacerlo es Dyrhólaey y la mejor temporada, durante el verano.
Para conocer a un elfo (huldufólk): buena parte de la población islandesa cree que estos seres mágicos no solo existen, sino que los observan y los cuidan. Tienen hasta una escuela para aprender a ser elfo. De ahí que abunden por la isla “mini-casas” cerca de los buzones.
Para contemplar los Fiordos del Este…: tanto si al viajero le gusta la playa como si prefiere la montaña, ¡en Stokksnes se pueden disfrutar de ambas opciones! Catalogada como la mejor playa salvaje de la Tierra, se trata de uno de los paisajes más fotogénicos de Islandia.
…O del Oeste: se cube que es una de las zonas más inexploradas y desconocidas de la isla, así que es un reclamo para los turistas que buscan un remanso de paz y tranquilidad. Una de sus atracciones más singulares es la cascada Dynjandi, donde el agua simula el velo de una novia y se divide en siete cascadas de diferentes tamaños.
Para ir de cascada en cascada: si hay algo que abunda en Islandia, son estos fenómenos de la naturaleza. Algunas de las más bellas de la isla son Gljufrafoss, la cascada oculta; Svartifoss, la cascada negra; Skógafoss, la más fotografiada; Godafoss, conocida como la “cascada de los dioses”; y Dettifoss, la más caudalosa de Europa.
Para adentrarse en las cuevas de lava…: una actividad singular es la de pasear por un antiguo río subterráneo de lava y entender cómo funciona una erupción volcánica desde dentro. El túnel de lava de Raufarhólshellir es uno de los más largos y famosos.
…O de hielo: sentirse engullido por el hielo azul turquesa únicamente es posible en tres países del mundo, incluyendo Islandia, por supuesto. Entre los meses de noviembre y marzo no solo se pueden ver glaciares por fuera, ¡sino también por dentro! De entre todas, PLAY recomienda la “cueva de cristal” del glaciar Vatnajökul.
Para desayunar con diamantes: para empezar bien el día, no hay que irse a Tiffany’s, sino a la playa de los Diamantes. Su nombre se debe a los pequeños icebergs que se han desprendido de la lengua del glaciar y flotan en sus aguas. Eso sí, ¡más vale no hacerse una joya con ellos, pues su durabilidad sería escasa!
Porque el contexto sanitario international habrá mejorado: el éxito de la campaña de vacunación contra la COVID-19 en todo el mundo permite vislumbrar un escenario sanitario menos congestionado en 2022 y en el que la ansiada normalidad volverá a instalarse en el sector de los viajes.
” Fuentes www.inoutviajes.com ”