En una noche despejada sobre el lago Tekapo, un municipio situado en el corazón de la Isla Sur de Nueva Zelanda, el cielo está tachonado de innumerables estrellas brillantes. La contaminación lumínica afecta al 80% del planeta, por lo que esta vista nocturna estelar es poco frecuente, pero no lo es en esta nación insular de 5 millones de habitantes.
De hecho, Nueva Zelanda aspira a ser certificada como nación de cielo oscuro por la Asociación Internacional de Cielo Oscuro (IDSA), un objetivo sin precedentes para un país del tamaño de Nueva Zelanda.
El pueblo maorí lidera la iniciativa difundiendo la importancia ecológica y cultural de la preservación del cielo oscuro.
“Nuestra lengua [te reo Māori] y las diferentes prácticas culturales y creencias surgen de nuestras observaciones del cielo nocturno”, afirma Rangi Mātāmua (de ascendencia tribal Ngāi Tūhoe), astrónoma y profesora de Mātauranga Māori (conocimiento maorí) en la Universidad de Massey. El pueblo maorí utiliza el maramataka (calendario lunar), por ejemplo, para identificar las mejores épocas y estaciones para plantar, cosechar, pescar y cazar.
Los excepcionales cielos oscuros de Nueva Zelanda son algo más que un bello escenario para los observadores de estrellas. Aquí se explica cómo experimentarlos y conocer su indeleble valor cultural.
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El mar y el cielo de Nueva Zelanda
Cientos de años antes de la fundación de Roma, los antepasados polinesios de los maoríes viajaban por el océano Pacífico en canoas de doble casco, llamadas waka hourua. Su conocimiento del cielo nocturno les ayudaba a navegar por los mares a grandes distancias sin brújulas ni sextantes.
“Nuestras tradiciones cuentan que nuestros antepasados viajaban por diferentes motivos”, cube Te Taka Keegan, decano asociado de los maoríes en la Universidad de Waikato. “Salíamos al mar para pescar, viajar para conocer a nuestros parientes y partir hacia nuevos países”.
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Keegan realizó su tesis de grasp sobre la navegación tradicional y ayudó a navegar en un waka hourua desde Hawai hasta Rarotonga, en las Islas Prepare dinner (4345 kilómetros) utilizando las primeras técnicas de navegación polinesias.
En primer lugar, cube, es esencial observar por dónde salen y se ponen las estrellas. Los viajeros alineaban su canoa con las estrellas del horizonte, y cuando éstas salían, los marineros sabían cómo alinearse con las estrellas que ocuparían su lugar. Los planetas brillantes, como Júpiter y Venus, también ayudaban a orientar a los navegantes. La luna iluminaba los patrones de las olas, otra indicación de la dirección.
Keegan cube que estas eran más que simples ayudas a la navegación. “Se forma una sensación de familiaridad, un parentesco con las estrellas. No estás solo en el océano, tienes todos esos amigos en el cielo que te miran”.
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La mitología de las estrellas
Preservar el cielo nocturno de Nueva Zelanda es important para la conservación y la biodiversidad. Los cielos oscuros son cruciales para las aves nocturnas, como los kororā (pequeños pingüinos azules), en declive, que se acercan a la costa para preparar sus nidos al amparo de la oscuridad, y para las aves migratorias, como las agujas de cola de bar, que utilizan las posiciones de las estrellas para navegar por el cielo nocturno. La oscuridad también es esencial para los insectos, cuya disminución de población se ha relacionado con la contaminación lumínica. Las wētā, por ejemplo, son nocturnas y la luz synthetic podría reducir su actividad.
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