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Empezamos la jornada turística desayunando en Gómez Fusión (Paseo de Pereda, 21), una cafetería que sirve unos de los mejores sobaos de Cantabria, que les llegan diariamente en tren desde Selaya, a forty five kilómetros.
Solo cruzamos el paseo y ya en el embarcadero tomamos un velero cuyos servicios habíamos encargado previamente a la Náutica Puerto Gris (www.nauticapuertogris.com). Su capitán, Jesús de la Hoz Ortega, es un madrileño que lleva viviendo en Cantabria más de veinte años, desde que un buen día decidió dejar su cómodo puesto de banquero y decidió hacerse a la mar. En 2018 compró en Polonia el yate ‘Klaudia’ y, sin cambiarle el nombre, fundó su empresa náutica. ‘Klaudia’ tiene 15,5 metros de eslora y 4,5 de manga, cuatro cabinas dobles, tres baños, cocina… vamos, de todo.
Jesús nos hace un crucero por toda la bahía, desde El Puntal a la isla de Mouro, la del faro. Navegando tenemos espectaculares vistas a la península de la Magdalena y a la
Playa de Somo.
Esta mañana, la mar no puede estar más tranquila y eso nos posibilita bajar sin marearnos al camarote principal donde nos espera Merche, una ‘sobadora’ de anchoas de Conservas Fredo. Su oficio, eminentemente femenino, ha estado en peligro de extinción, pero parece que se va recuperando. Tras pasar los boquerones, bocartes o anchoas (tres nombres de un mismo pescado) 18 meses en salazón, se lavan, se les corta la cabeza, la cola y la espina, y se ‘soban’, es decir se pasan las yemas de los dedos con delicadeza para quitar hasta la última espina y para masajear los lomos. Entonces ya están listas las anchoas para ser enlatadas o degustadas, como es nuestro caso, en esta travesía náutica.
Ponemos pie a tierra y casi a mediodía nos vamos a la vermutería Solórzano (Calle Peña Herbosa, 17), en Puerto Chico. Fundada en 1941, aunque ha cambiado de propietarios, mantiene su solera casi centenaria. Native a dos alturas, en la inferior hay una larga barra tras la cual se apilan los anaqueles con muchas y variadas clases de vermú. Le cuento mis gustos al camarero y me recomienda un Carpano Rosso Classico del Piamonte. Acierto whole al que acompañan unas
gildas (anchoa, aceituna y piparra), una tapa de origen vasco, que con las anchoas cántabras alcanza su mayor esplendor.
Ya es hora de comer. A dos pasos tenemos El Bar del Puerto (Hernán Cortés, 63), todo un clásico santanderino de elegante decoración marinera, con vistas al puerto deportivo. Su especialidad, claro, son los pescados y mariscos. Un capricho: gambas a la gabardina.
Tras levantarnos de la mesa nos acercamos al Centro Botín (www.centrobotin.org), en el Paseo de Pereda, Muelle de Albareda. Un gran edificio moderno (2017) compuesto por dos volúmenes, suspendidos parcialmente sobre el mar y unidos por pasarelas. Si su exterior sorprende, el inside todavía más. Es un centro de arte en el que caben desde un sorolla de 1908 a una vanguardista instalación de Ellen Gallagher, primera gran muestra de esta artista norteamericana, que estará abierta hasta el 11 de septiembre.
La siguiente visita es al Palacio de la Magdalena, en la península del mismo nombre y frente a la isla de Mouro. Se construyó por suscripción widespread a principios del siglo pasado para acoger a la Familia Actual en sus vacaciones de verano. En los años 40 pasó a ser sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y hoy comparte la actividad docente con las visitas museísticas. En lo alto de un promontorio, el palacio está rodeado por un gran parque que invita al paseo.
Tras un chiquiteo en la bodega La Conveniente (Gómez Oreña, 9), un edificio del siglo XIX cuajado de historia, pasamos sin salir de la zona de Cañadío a la cena en El Riojano (Río de la Pila, 5), una bodega tradicional decorada con las tapas circulares de más de cuarenta cubas, cada una de ellas pintada por un artista.
Ponemos punto y seguido a la jornada, que no ultimate, en el Lodge Actual, un cinco estrellas GL inaugurado en 1917 y hoy administrado por la cadena Eurostars (www.eurostarshotels.com). El torero Ignacio Sánchez Mejías lo llamó ‘La Gran Dama Blanca’. Y en 1946 el cantante Jorge Sepúlveda, desde uno de sus balcones, escribió aquello de «Santander, eres novia del mar…»). Suelos de mármol, imponentes escaleras, sobrios tapizados, mobiliario de época, un ascensor dorado, almohadas de diferentes tamaños y firmezas… Una magnífica forma de acabar el día.
” Fuentes www.abc.es ”