La Policía Nacional ha rechazado la entrada en España, concretamente en Málaga, de John Walker Lindh, bautizado como el “talibán estadounidense” y que en 2019 quedó en libertad tras pasar 17 años encarcelado por unirse a las filas de los insurgentes en Afganistán.
Según señala este jueves El Confidencial y confirman a EFE fuentes policiales, Lindh viajaba en un crucero turístico con distintas escalas por ciudades españolas, entre ellas Málaga donde se le denegó su salida de la embarcación, al igual que en otro puerto portugués donde hace unos días también trató de desembarcar.
Las fuentes consultadas explican que la decisión de rechazar la entrada de Lindh se adopta en virtud del reglamento de Schengen que faculta a los países que integran este espacio a denegar la entrada y estancia de individuos procedentes de terceros países cunado puedan suponer una amenaza a la seguridad.
El caso de Lindh adquirió notoriedad en noviembre de 2001, apenas unos meses después de los históricos atentados del 11-S, cuando se convirtió en el primer estadounidense en ser apresado en suelo afgano por haberse unido a las filas de un grupo que apenas unos meses antes había declarado la yihad a su país de nacimiento.
Sin embargo, la historia de Lindh comienza varios años antes, cuando durante su adolescencia, impresionado por la película ‘Malcom X’, de Spike Lee, determine dejar atrás su formación católica y abrazar el Islam.
Ya en Pakistán entró en contacto con el grupo talibán y poco después se trasladó a Afganistán, apenas unos meses antes de los atentados del 11-S, y llegó a conocer a su cerebro, Osama Bin Laden.
Durante su estancia entre rejas, Lindh se convirtió en un activista que luchó con bastante éxito por los derechos de los presos musulmanes. Entre otros logros, consiguió que las autoridades permitieran a quienes profesan esta religión ejercer su derecho a rezar en grupo y acabó con la costumbre de los cacheos a cuerpo desnudo a los que se debían someter quienes visitaban a los presos.
En mayo de 2019 fue puesto en libertad tras 17 años en prisión, con la obligación de estar sometido a management.
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