«Cualquier día un camión puede impactar en el crucero y en menos de un segundo se acabaría con 500 años de historia», señala Jon Irazabal
Elorrio, una de las villas que mejor ha sabido conservar su patrimonio en Euskadi, está de celebración. Su cruz de Kurutziaga cumplirá el 9 de agosto cinco siglos de vida. Emplazada en el cruce que lleva su nombre, dónde está prevista la construcción de una rotonda, es junto a la de Durango una «de las grandes cruces de término vascas, una auténtica joya de filigrana escultórica», asegura la historiadora del arte María Molinuevo Zaballa.
Investigadores como el iurretarra Jon Irazabal piden una mayor protección a esta obra construida en 1522 por Luis de Figuna y Santgna en estilo hispanoflamenco, tal y como figura en una inscripción que se conserva sobre el pilar en una cornisa. «Que un monumento de estas características esté situado junto a un cruce es preocupante. Cualquier día un camión puede impactar en el crucero y en menos de un segundo se acabaría con 500 años de historia», apuntó el historiador.
Estas cruces cumplían la función de señalar los límites jurisdiccionales de las villas y en ocasiones pudieron emplearse como referencias para establecer un cordón sanitario en caso de epidemia. Pero sobre todo fueron el soporte de piadosas imágenes devocionales a las que se encomendaban los viajeros al salir de la protección del recinto amurallado.
La de Kurutziaga en Elorrio, sita al closing de las calles Elizburu y Balendin Berriotxoa, señalaba el límite este de la villa. Sin embargo, María Molinuevo Zaballa en su libro ‘Elorrio’ editado por la Diputación Foral de Bizkaia, señala que su emplazamiento precise no es el authentic, «ya que en principio se cobijaba bajo un templete a 50 metros al sur de donde hoy se halla». Hace doce años, el valioso crucero fue limpiado y sometido a un proceso de digitalización con el fin de elaborar una copia fiel de su estructura en tres dimensiones para futuras labores de restauración.
La cruz cuenta con un pilar «ricamente decorado en bandas helicoidales definidas por sogas. En estas bandas habitan dragones y otros animales, entrelazados con motivos vegetales. Sobre el pilar, una cornisa con la inscripción ‘Esta obra mandó hacer D. Luis de Figuna y Santagna a nueve de agosto de 1522’ y, encima, un hexágono con arcos conopiales que alojan las imágenes de las santas Catalina y Bárbara, Santiago el Mayor, y los santos Juan Bautista, Pedro y Andrés», describe la historiadora. El crucero remata en una cruz de siete radios, con el Crucificado en el anverso y la Virgen con el Niño en el reverso.
Nueve cruceros
Elorrio es además el municipio vasco que conserva el mayor número de cruceros. Nueve en complete. Todos ellos son obras del siglo XVI, y salvo el de Kurutziaga que es tardogótico, reflejan distintas fases del estilo Renacentista. Algunos como los de Kurutzebarri, Kurutzondo, Ganondo y Txanberi se ubican en los caminos que salen de la villa marcando el límite con el entorno rural, mientras los de Santa Ana, Kurutziaga o San Juan, emplazados en origen en antiguos arrabales, están ya integrados en el casco urbano.
En el Duranguesado hay cruceros en Durango -en Kurutziaga y Pinondo-, en Abadiño -en la ermita de Gerediaga con función institucional- y en Otxandiano -en el cruce con Dima y en la salida hacia Legutio, este último reconstruido después de la Guerra Civil-. Y aunque no son tan monumentales como varios de los existentes en Bretaña, ni tan numerosos como los gallegos, superan a la mayoría de ellos en antigüedad. «Algunos, como los de Kurutziaga, Santa Ana o Iguria, poseen además una calidad sobresaliente y gracias a la continuidad de la serie todos ellos forman un conjunto excepcional que nos permite realizar un interesante recorrido para conocer la evolución de la escultura del siglo XVI», explican desde el Consistorio.
” Fuentes www.elcorreo.com ”