¿Se imaginan una granja de cerdos en la Plaza de los Luceros de Alicante o unos cuantos criaderos de aves enjauladas junto al Ayuntamiento cacareándole mañanitas?
Me levanto temprano, a esa hora que el amanecer todavía no ha salido a las calles, la ducha parece martirizar con cien goteos chinos y un café con leche doble me recuerda la premura de un viaje a Calpe donde ESdiarioCV va a celebrar un foro y desayuno de trabajo en el hotel Suitopía, para debatir sobre una piscifactoría que la empresa Avramar recogiéndose bajo los faldones de la Asociación Empresarial Acuicultura Española, ya ha comenzado a anclar sus jaulas en las proximidades del puerto y anexo litoral calpino y, lo que es peor, piensa ampliar la “granja piscícola” de muchas toneladas de corvina, dorada y lubina, hasta dejar irreconocible la bellísima postal aérea del Peñón de Ifach que inmortalizaran grandes artistas paisajísticos de finales del XIX y principios del siglo XX, después las cámaras fotográficas y hoy el parpadeo de los móviles como fondo y recuerdo de tanto turista que acude a contemplarse en un clic junto al legendario genio petrificado por Neptuno, sorprendiéndolo justo antes de sumergirse de nuevo en la mar, apiadándose el dios del tridente del desolado quejido de las sirenas a las que perseguía el maligno, del que actualmente apenas queda una hermosa joroba de 332 m convertida en hermosísimo parque pure: Peñón de Ifach, icono por excelencia de la Costa Blanca, y, por supuesto de la ciudad de Calpe.
Pero si antiestética es la contaminación visible que producen los jaulones piscifactoreros en este pueblo marinero y turístico (versus Benidorm o Torremolinos), peor aún resulta el daño medioambiental, e incluso económico (niveles vacacionales de visitantes: medio y alto), al que se unen quejumbres probadamente indignadas desde cofradías de pescadores, agencias de viaje, restauradores y promotores de deportes náuticos, y demás agentes sociales, al punto de que el Ayuntamiento en pleno, por una vez Fuenteovejuna, y aunque con demora inexperta, ha sumado todas las siglas políticas pronunciándose en contra de la Generalitat Valenciana, responsable de la autorización de semejante bodrio y estufido visible, a la par que magro negocio para la empresa Avramar, no para el pueblo de Calpe.
Andrés Maestre, con conocimiento innato (period la primera vez que ejercía en este tipo de debates), coordinó cabalmente a componentes de la mesa y público muy comprometido con lo que se estaba tratando, incluida la bulliciosa mesa de activistas ecologistas militantes “verde que te quiero verde” (mar). En el artículo anexo tienen los ponentes, todos ellos/as de una cualidad académica y profesional incuestionable desde la necesaria conjunción multidisciplinar, empezando por las varias ramas de la Ciencia especializada y llegando al Derecho, aunque eché de menos, como en todo debate tertuliano (si exceptuamos los televisivos que controla el Gobierno), a la parte contraria empresarial. Supongo que no hubiera resistido tanto bochorno incontestable, entre otras y poderosas razones porque les sobraba mar en el que adentrarse, y costa levantina menos evidente y bastantemente pasadera a la vista avergonzada. Cierto es, que con anterioridad estos depredadores de la belleza marina, y según me contó la alcaldesa, Ana Sala, ya se habían dado una vuelta por Calpe para intentar justificarse ante la indignación fashionable, pero se volvieron con las orejas gachas del ningún convencimiento en el ámbito público.
La próxima comedia bufa de Avramar se interpretará en Alicante capital, con un primer actor invitado como Quique Dacosta
Ahora la cuestión de la pésima acción, ya consumada, está en un futuro y costoso deshacer el desaguisado paisajístico y ambiental. A la firmante autorizadora por parte de la administración autonómica, Mireia Mollà, consellera del ramo (Agricultura y Transición ¿Ecológica?), ya la han echado del Gobierno valenciano, y trazas llevan de devolverla a su condición como militante de base en su partido, Compromís, acompañando en el baúl de los recuerdos a su intimísima Mónica Oltra. Pero por encima de su firma está la del Molt Honorable, y ésa sí que no tiene solución correctora hasta que Carlos Mazón ocupé la Generalitat, sabiendo, como supimos por boca de Juan Bautista Roselló, diputado provincial, el PP, si alcanza el poder a tres bandas ejecutivas, obligará al mudamiento de los jaulones como primer compromiso con Calpe.
El equipo de ESdiario junto a la alcaldesa de Calpe, Ana Sala
Cuando la rentabilidad empresarial (cercanía para el mantenimiento y explotación de la piscifactoría) se sobrepone a la voluntad de un pueblo, el ataúd del comendador teatralizado por Lope de Vega se verá en las próximas urnas. Todavía a escaso, pero aún a tiempo están Aitana Mas e Isaura Navarro (Compromís) de enmendar esta infame “transición ecológica-visual”. Échenle ovarios o no se autointitulen como nacionalistas, ni menos, de izquierdas. Causa sonrojo el tachón paisajístico que echó su antecesora y ustedes mantienen sin enmendar.
Postdata: la próxima comedia bufa de Avramar (Apromar) se interpretará en Alicante capital, con un primer actor invitado como Quique Dacosta, tres estrellas Michelin, quien no creo que, en su menú a 300 € la tirada, ponga pescado de criadero en lugar del de mar abierto. Ni que el alcalde Barcala autorice semejante insulto a los ojos en las proximidades que jalonan consecutivamente el litoral municipal playero.
Acuicultura, por supuesto que sí, es el futuro compensador de la pesca indiscriminada, pero lejos de tierra y evitando todo tipo de contaminación, aunque a la empresa explotadora le cueste un poco más, porque si echan cuentas honestas y demostrables, beneficios contables no les van a faltar como se ha demostrado en sus instalaciones junto al Cantábrico y el Atlántico, donde las aguas corren más apresuradas y direccionalmente, pero no jodiendo al Mediterráneo inmediato más de lo que ya padece. Nadie está, estamos, contra el sostenimiento alimentario, ni contra las dignas ganancias empresariales con esta nueva industria agropecuaria, pero por las mismas ¿se imaginan una granja de cerdos en la Plaza de los Luceros? ¿Pastizal ovejuno y vacuno en el Bencantil? O, ya puestos, ¿por qué no unos cuantos criaderos de aves enjauladas junto al Ayuntamiento cacareándole mañanitas?
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