Las “autoridades” del país, con honrosas excepciones, parecen empeñadas en destruir la ya muy frágil salud psychological del pueblo. Tras la pandemia, en que ganamos el deshonroso título del peor manejo, la confabulación contra nuestro resto de cordura está desatada. Al ciudadano, preguntado por lo peor ocurrido en estos días, le será difícil escoger entre sus carencias, el escándalo diario, el descaro y cinismo de tantos políticos, la corrupción que le roba hoy o la que le robará desde enero, la salud mortal o que la pesadilla que vive es una realidad sin fin.
Esa no es la preocupación “del gobierno del pueblo”. La suya, y de otras autoridades, es que las investigaciones avanzan, los procesos se inician y que millones lo quieren sacar. Les crean angustia y llevan a medidas desesperadas. ¿Eliminar enemigos? ¿Traer “beneficiados” para cerrar el Congreso? Algunos sugirieron que la OEA salve al Ejecutivo con la Carta Democrática Interamericana (CDI). Carta presidencial a Washington: otros poderes del Estado traman “una nueva modalidad de golpe de Estado”; SOCORRO. El Consejo de la OEA, carta a Lima: “solidaridad y respaldo…”. A preparar viaje. Hasta ahí bien. Luego los OEOS lo piensan mejor. Se preguntan si es tan sencillo, pues la CDI no cube que los gobiernos deben concluir sus mandatos. Exige que sean elegidos democráticamente, pero también que su comportamiento no afecte en momento ni modo alguno al Estado de derecho. Ya se complicó la cosa.
Artwork. 1 de la CDI: “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”. Para que no haya duda, enumera condiciones. Derechos humanos y libertades fundamentales; acceso y ejercicio del poder conformes al Estado de derecho; separación e independencia de poderes; elecciones libres; pluralidad de organizaciones políticas y más. Los gobiernos son fiscalizados por órganos jurisdiccionales (Congreso, Ministerio Público, Justicia, Contraloría Common), pero también libertad de prensa, radio, televisión, información y expresión. Y, para complicar más, la actuación de los gobiernos debe ser transparente, son responsables por sus decisiones y, lo peor, la probidad. Cube el DLE, simplemente, “honradez”. Uyuyuy. ¿Para qué la pusieron?
El problema no es la democracia, sino la corrupción. El Perú está gravemente afectado por la falta de ética, que trata de lo recto, lo conforme a la ethical, el bien y los valores. Y son las autoridades quienes dan el ejemplo; y cuando, además, representan la ignorancia, nos gobiernan la cleptocracia (los ladrones) y la kakistocracia (los peores). Los viajeros de la OEA entenderán rápidamente lo que pasa si abren los ojos, escuchan y huelen. Sus informes no deben ser “equilibrados”, sino “objetivos”. Hechos, nada más que hechos.
Y encima la APEC en Tailandia. Las fechas coinciden. ¿Nadie sabía? El presidente reflexiona. Si me quedo, me harán preguntas y estaré sin abogados ni intérpretes. Si no voy, el mundo perderá mi visión de estadista y yo la gastronomía y los masajes. Mejor retirar el pedido, pues ya lo están negando a familia y amigos; y hasta piden que vuelvan. Bueno, con eso me victimizo. Mañana será otro día. Entregaré un “Bono Valium” y todos felices.
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