Y eso que la historia comenzó con susto.
Mientras completaba la liturgia en la silla, antes de ponerse en pie e ir a la línea de servicio para comenzar el partido, Rafael Nadal recibió atónito la visita del médico y el fisio del torneo. Luz roja, porque ya se sabe que el balear renquea de la espalda y la escena tras el calentamiento produjo sudores fríos, porque él no había pedido nada de nada. Todo quedó en una falsa alarma. “¡No, no es aquí…!”, les dijo el campeón de 20 grandes entre risas a los dos despistados, que recogieron los bártulos y se fueron, confiemos, a la pista correcta para atender al afectado. Después, el español jugó y convenció contra Fabio Fognini en dirección a los cuartos de este Open de Australia, olvidando poco a poco el dolor en la zona lumbar: 6-3, 6-4 y 6-2, en 2h 16m. Nadal se pone serio.
Después de tres rondas más pendiente de la respuesta de su espalda que de otra cosa, porque así lo permitían Djere, Mmoh y en menor grado Norrie, el mallorquín por fin pudo concentrarse en las verdaderas prestaciones de su juego y el chequeo no salió nada mal. Enfrente, el imprevisible Fognini, el todo o la nada, tan genial como desesperante; el hombre que hace seis años le volteó en Nueva York, haciendo aquello que suena a lo imposible: remontarle dos units a Nadal. En cualquier caso, ya una prueba con mayúsculas. Y el resultado fue más que satisfactorio, porque el español desplegó las alas y entró en la franja caliente del torneo metiendo una marcha más, cogiendo el toro por los cuernos y advirtiendo: ahora sí, si nada falla, ya estoy aquí.
Fue un duelo dirimido desde los fondos y entretenido, en el que Nadal llevó las riendas y Fognini, perezoso, como siempre, fue de menos a más. Parece que la cosa no va con él, pero engaña. El italiano intentó buscar la zona alta del revés del rival y enredar con cambios de ritmo, acelerando y ralentizando para desestabilizar. Agua. Debatió durante los dos primeros units, luego se le agotó la mecha. El número dos estrujó la primera manga, con un break inicial y una formidable respuesta después de encajar uno en el quinto juego, y después siguió procurándose más y más opciones de rotura. Dejó escapar unos cuantos trenes, pero la rendición de Fognini period solo cuestión de tiempo.
Aplacó el intento de reacción del italiano en el segundo set, deshaciendo un pequeño enredo en el que se intercambiaron un par de bofetadas y en el que el de San Remo dispuso después de un peligroso 0-40, y empezó a pisar el acelerador: rotura, 5-4, set y dos a cero. Lucía el sol en Melbourne, bola rápida por tanto. Demasiado para Fognini, ya muy lejos esos días de Nueva York. Demasiado para cualquiera. Con el saque mucho más entonado y reconocible —por encima de los 200km/h en ocasiones, a ten km/h más en los segundos respecto a los tres días previos—, el de Manacor siguió presionando (19 opciones de quiebre) e impuso una velocidad de crucero hasta engarzar la antepenúltima ronda del torneo sin haber cedido un solo set. Una situación excellent si se rebobina tan solo unos días atrás, en los que la espalda le quitaba el sueño hasta que se dio con la solución: pinchazo y adelante. Mano de santo.
Lo que se podía intuir como un duelo más ajustado, Nadal lo resolvió con autoridad y decisión para citarse con el vencedor del pulso entre Stefanos Tsitsipas y Matteo Berrettini. “Cualquiera de los dos será complicado”, dijo a pie de pista; “son jóvenes, fuertes y con mucha energía”. Sea cual sea el adversario, asistirá a la cita del miércoles sabiendo que el español ha dado un salto cualitativo y que Nadal, tras los quebraderos de cabeza de la primera semana, ya es más Nadal. Los 21 grandes quedan a tres peldaños.
Open de Australia: resultados (lunes 14) y orden de juego (martes 16).
” Fuentes elpais.com ”