Cada mañana desde hace veintidós años y medio Mario Pérez se desplaza para trabajar desde su Oviedo natal hasta la localidad asturiana de Salas. Allí se encontraba desde hace más de cuatro décadas la fábrica de Danone, hasta que a principios de diciembre la actividad se paró. Danone decidió redirigir la producción a Francia debido a la caída paulatina durante los últimos años de las ventas de algunos de los productos que fabricaban en Salas.
Este ingeniero industrial, que durante los últimos tres años fue el director de la planta, cuenta a EXPANSIÓN que “allí se elaboraba el Danonino (el antiguo Petit Suisse), y postres como la panacota y el flan de vainilla, queso o chocolate”.
El grueso de sus 70 compañeros salieron de la empresa el 31 de diciembre y él otros tres más se quedaron para hacer labores de mantenimiento básicas en la planta. “Desde que este cierre se comunicó en junio, todos los esfuerzos iban dirigidos a que la fábrica no se desmantelara y a buscar un comprador para llevar a cabo un proceso de reindustrialización”, relata Pérez. Para ello, contrataron a la consultora LHH, del Grupo Adecco, especializada en procesos de transformación, reestructuración y desarrollo del talento.
Ese esfuerzo dio sus frutos y el pasado 31 de marzo la empresa holandesa Royal A-ware, un grupo familiar con carácter internacional especializado en productos lácteos, compró la fábrica de Salas. Mario dejó de trabajar para Danone el 31 de marzo, fecha en la terminó el Expediente de Regulación de Empleo (ERE), pero llegó a un acuerdo con la nueva empresa, y al día siguiente de salir de Danone ya formaba parte de la plantilla de Royal A-ware. Además, la intención de la nueva compañía es la de contratar al “grueso de los antiguos trabajadores de Danone de forma progresiva”, indica.
“Estamos en la fase inicial de este proyecto, que es muy ilusionante. Ahora tenemos que diseñar, colocar e implementar. La nueva planta se espera que esté operativa en septiembre de 2024 como pronto”, explica Pérez.
Gracias a este proceso de reindustrialización, este ovetense continúa desplazándose cada día a Salas, y en este municipio de 5.000 habitantes y alrededores se seguirá recolectando leche de vaca para que la nueva compañía elabore mozzarella fresca y en cilindros. Por lo tanto, repercutirá de manera positiva sobre otros sectores de la región como el ganadero y el transporte, al tiempo que evitará la despoblación de la zona.
Pero no todas las empresas que echan definitivamente el cierre o reducen drásticamente su plantilla optan por un proceso que reindustrialización, algo que se traduce en pérdidas de empleo y en el empobrecimiento del territorio donde se produce.
Sin un marco legal
En el caso de Danone, se trata de una empresa con una cultura corporativa que cuando plantea una reestructuración inherentemente lleva a cabo un plan de reindustrialización. Pero, además, procede de Francia, un país donde a diferencia de España, las empresas están obligadas por Ley desde 1994 a ejecutar un plan de reindustrialización cuando cierran una fábrica.
En España, sin embargo, no hay un marco legal que impulse la reindustrialización en un contexto de reestructuración de empresas. Es decir, cuando una compañía acomete un cierre o una reducción significativa de plantilla no está obligada a llevar a cabo un plan de reindustrialización.
En España únicamente hay un borrador de la futura ley de Industria, actualmente en tramitación, “que reconoce la importancia de la reindustrialización y reserva a la Administración la potestad de requerirla en función del impacto socioeconómico que genere el cierre de cada centro de producción”, según explica Lucía García, directora de proyectos de reindustrialización de LHH España. Pero esa normativa que aún está por llegar no aborda la regulación laboral, a diferencia de Francia, donde se incluyó en ley de Empleo.
Además, en España una buena parte de los procesos de reestructuración “están basados en aspectos indemnizatorios o en qué plan de prejubilación voy a poner sobre la mesa. Con lo cual es un marco normativo que no impulsa medidas de responsabilidad social, no es una apuesta por el futuro, es una apuesta por el presente. No tiene en cuenta el problema que supone la destrucción de empleo y de tejido industrial, con lo cual la solución pasaría por restituir el tejido industrial que desaparece”, critica Marcos Huergo, presidente de LHH España.
“Cuando una empresa lleva a cabo un ERE, normalmente de extinción o reducción de plantillas, genera un impacto no solamente en sus empleados, en términos de las personas que son despedidas y que pierden su trabajo, sino que tiene un impacto también en el entorno económico y en la economía de los territorios. En términos de riqueza, de productividad y de empleo indirecto”, prosigue el presidente de LHH España.
La reindustrialización trata de dar una segunda vida a las fábricas buscando proyectos industriales que den continuidad a la actividad anterior o a otra diferente para evitar que la zona se vea abocada a la ruina por la pérdida de inversión y de empleo. De ahí que en estos procesos se intente mantener el empleo de las personas que pertenecían a esa fábrica, mediante un plan de recolocación externa.
Por lo tanto, en España el hecho de que una empresa opte por un plan de reindustrialización depende de tres factores clave: la política corporativa de la empresa, la necesidad de mantener su reputación o su situación financiera.
Necesidad
Pese a la falta de exigencia normativa, y gracias a las políticas de responsabilidad, cada vez son más las empresas en España que optan por un plan de reindustrialización al cerrar sus fábricas.
Al reciente proceso de reindustrialización realizado por Danone, se suman los llevados a cabo por otras compañías como la automovilística Nissan, cuyo cierre en Barcelon afectó a 2.525 empleados y ha dado paso a una segunda vida para sus terrenos que compartirán Goodman, el consorcio D-Hub y Silence.
Del mismo modo, Amper dará un segundo uso a las instalaciones de Siemens Gamesa en As Somozas (La Coruña); la antigua planta de Vesuvius en Langreo (Asturias) se reconvertirá en la mayor fábrica de paneles solares de España gracias a Exiom e Iberdrola; y la planta que tenía Ardo Foods (la antigua Frudesa) en Marcilla (Navarra) continuará su actividad de la mano de la peruana Viru.
En el caso de Endesa, el cierre de su central térmica de Carboneras (Almería) ha dado paso a 14 proyectos industriales de diferentes sectores y actividades, consiguiendo que esa zona mantenga el empleo y, además, que cuente con nuevos sectores de actividad que hasta ahora no tenía.
Estas y otras muchas empresas como Michelin, Bimbo, Electrolux, Valeo o Vestas, que se han acogido a planes de reindustrialización en España, compensan parcialmente la pérdida del tejido productivo sufrida en los últimos años por una combinación de factores económicos, sociales y políticos tanto a a nivel nacional como internacional.
Además, la falta de suministro internacional que afloró con la pandemia, y que se repitió con el colapso en el Canal de Suez y más tarde con la guerra de Ucrania han echo más evidente aún la necesidad de reindustrializar para recuperar el tejido industrial y económico del país, permitiendo su mantenimiento, transformación y diversificación, ya que se ha demostrado que los países con mayor peso industrial son más resilientes.
Beneficios
El cierre de una fábrica suele dejar una herida profunda en la economía, sobre todo en los municipios que dependen casi en exclusiva de una empresa o sector. La reindustrialización, sin embargo, es un proceso que lleva aparejado múltiples beneficios tanto para las empresas implicadas, como para el territorio en el que están ubicadas y para las personas, tal y como dejan constancia los ejemplos mencionados.
En concreto, un plan de reindustrialización trata de preservar la reputación y la imagen corporativa de la compañía, facilita la negociación con la representación legal de los trabajadores, contribuye a mantener la paz social, ofrece oportunidades de recolocación para los trabajadores afectados a través de nuevos proyectos industriales, genera nuevas actividades económicas y contribuye a la creación de empleo en el territorio, al tiempo que ayuda a minimizar el riesgo de “judicialización” del proceso tras alcanzar un acuerdo con la parte social.
Danone vende su planta a la láctea holandesa Royal A-ware
La francesa Danone protagonizó en 1995 el primer caso de reindustrialización en España tras cerrar una fábrica en Navarra. El último proceso en el que esta empresa de alimentación dio una segunda vida a una de sus antiguas fábricas se produjo el pasado 31 de marzo tras el cierre en diciembre de una planta que tenía en el municipio asturiano de Salas por razones de competitividad.
Royal A-ware, una empresa láctea holandesa con más de 130 años de historia, compró esa fábrica salense el pasado mes de marzo. Esta compañía, que factura 2.200 millones de euros y da empleo a 3.000 personas, está en pleno proceso de expansión. De hecho, esta es la primera fábrica que Royal A-ware pondrá en marcha en España. En sus planes figura invertir 40 millones de euros para hacer la fábrica de Salas más sostenible y preparada para el futuro y generar 75 empleos, con prioridad para los antiguos trabajadores (70), ya que sus puestos laborales presentan grandes sinergias, dado que pasarán de fabricar yogures y postres a producir mozzarella fresca y en cilindros con leche de vaca.
Se trata de un tipo de reindustrialización que supone la cesión de la actividad. El nuevo dueño contempla que la nueva fábrica entre en funcionamiento en septiembre de 2024. Por tanto, este proceso de reindustrialización permitirá la reactivación de la economía del territorio, ya que la empresa se ha comprometido a trabajar con ganaderos de la zona y utilizará leche local, garantizará la continuidad industrial de la zona y la creación de empleo. El proceso de identificación de inversor lo ha llevado a cabo LHH, que contactó con más de 1.800 empresas y mantuvo más de 20 reuniones con asociaciones, entidades locales y otros organismos.
Tres empresas toman el relevo a Nissan
El 5 de agosto de 2020 Nissan anunció el cierre de su fábrica en la Zona Franca de Barcelona y de los centros de Montcada i Reixach y Sant Andreu de la Barca, dejando sin trabajo a 2.525 empleados. Después de casi tres años de andadura para dar un segundo uso a estas plantas y recolocar a una buena parte de su antiguo personal, el pasado 13 de marzo se firmó la resolución del concurso para gestionar la parcela de 500.000 m2 que ocupaba la automovilística nipona en la Zona Franca.
El Consorcio de la Zona Franca (CZF) de Barcelona adjudicó en febrero los terrenos que dejó Nissan a la australiana Goodman, especializada en la construcción y gestión de espacios logísticos. Además, la automovilística traspasó todos los activos -valorados en hasta 200 millones de euros- al consorcio D-Hub (liderado por QEV Technologies y Btech). El D-Hub, que será el responsable de la principal actividad que se llevará a cabo en la Zona Franca, pretende invertir 300 millones y fabricar furgonetas eléctricas industriales.
Estos acuerdos abrieron una nueva etapa en el largo proceso de reindustrialización de Nissan en la que el foco está ahora puesto en la contratación de unos 1.250 antiguos empleados, que esperan ser fichados por el D-Hub, que prevé iniciar la producción a principios de 2024. Durante este proceso se han evaluado 17 proyectos de reindustrialización y ya en una primera fase, en julio de 2021, la Comisión de Reindustrialización aprobó el proyecto del fabricante de motos eléctricas Silence (filial de Acciona), para fabricar vehículos biplaza de movilidad eléctrica. Este proceso ha estado asesorado por KPMG y ha sido posible gracias a los sindicatos, a la dirección de Nissan, a la Generalitat, al CZF, y al Gobierno.
Una nueva vida para las instalaciones de Siemens Gamesa
Amper, el grupo que preside el exministro Pedro Morenés, compró en febrero las instalaciones que ocupaba Siemens Gamesa en la localidad de As Somozas (LaCoruña) para darles una segunda vida. Tras varios intentos para devolver la actividad a esta planta, finalmente la filial de energía y construcción naval de Amper, Nervion Naval Offshore (especializada en la fabricación y ensamblaje de estructuras fijas y flotantes para la eólica marina), será la que pondrá en marcha la nueva fábrica en la segunda mitad de 2023.
Esta planta complementará la actividad de Nervión en el Puerto Exterior de Ferrol y ayudará a Amper a reforzar su política de crecimiento para cubrir una parte de la demanda que se espera en la eólica marina. El proyecto supone una inversión de 25 millones de euros. La parcela abarca 35.000 m2 de naves cubiertas, 5.000 m2 de naves de pintura, edificios de oficinas y 65.000 m2 de parcela, por lo que las oportunidades que se generan para la fabricación de piezas para las estructuras de eólica marina se multiplican y redundan en una industrialización y modernización de la producción en serie de este tipo de proyectos.
Con el acuerdo de venta de las instalaciones, Siemens Gamesa cumplió con el compromiso de reindustrialización adquirido tras el cese de su fábrica de palas para aerogeneradores hace más de dos años. En el proceso, que ha durado 18 meses, han participado UGT, CCOO, CBRE, la Xunta de Galicia y LHH, que se encargó tanto de la búsqueda de inversor (contactó con 8.500 empresas), como de un plan de recolocación externa de los empleados mediante el que se ha dado trabajo a 182 antiguos trabajadores de los 189 que se acogieron. Nervión generará unos 100 puestos de trabajo, con previsión de aumentar ese número a partir de 2025.
Vía libre a la mayor fábrica de paneles solares de España
Iberdrola, la mayor energética española, y la asturiana Exiom, especializada en la fabricación de paneles solares fotovoltaicos, han creado una alianza para levantar en Langreo (Asturias) la mayor planta de montaje de paneles solares de España y una de las primeras a escala industrial de Europa. Lo harán en las instalaciones que hasta finales de 2019 empleó la empresa británica Vesuvius, de productos refractarios y cerámicas de uso siderúrgico. Vesuvius firmó en febrero la venta de esta planta y la nueva fábrica entrará en funcionamiento este mismo año.
En ella se construirá medio millón de paneles solares al año, equivalente a 500 megavatios, por lo que Langreo recuperará parte del tejido industrial perdido en los últimos años. Esta iniciativa, que refuerza el compromiso de Exiom e Iberdrola con la reactivación económica de las cuencas mineras, favorecerá la industrialización asociada a la transición energética. El cese de la planta supuso el despido colectivo de 111 trabajadores con un notable impacto en el territorio.
Esta nueva fábrica generará 115 empleos, con prioridad para los antiguos trabajadores. Supondrá una inversión de 20 millones y están previstas fases posteriores para otros componentes de la cadena de valor fotovoltaica. La búsqueda de un nuevo inversor para Langreo se ha prolongado durante más de tres años y ha sido posible con la colaboración entre Vesuvius Ibérica y LHH (que contactó con 12.000 empresas), el apoyo de las Administraciones Públicas, los agentes sociales y las Cámaras de Comercio de Asturias. Otra fábrica que Vesuvius cerró en Miranda de Ebro (Burgos), fue comprada por la malagueña Tropical Millenium en 2021 y transformada para la distribución de fruta.
Endesa da paso a 14 proyectos industriales sostenibles
En diciembre de 2021 Endesa desconectó, tras casi cuatro décadas de funcionamiento, su central térmica Litoral ubicada en la localidad almeriense de Carboneras, ahora en pleno proceso de desmantelamiento. Su cierre respondió a la pérdida de competitividad de las centrales térmicas de carbón después de que en 2019 se disparara el precio del dióxido de carbono en el mercado europeo para tratar de reducir las emisiones y promover el uso de energías más limpias. Tras su cierre, Endesa lanzó el concurso internacional ‘Futur-e’ con el objetivo de buscar proyectos para el desarrollo económico e industrial de los 297.000 metros cuadrados que ocupaban los terrenos de su central y su terminal portuaria.
Este plan de reindustrialización permitió identificar 14 nuevos proyectos de inversión de diez promotores diferentes para el mismo emplazamiento en el que se situaba la central térmica. Estos proyectos abarcan sectores que van desde los biofertilizantes, las piscifactorías, la economía circular, los nuevos materiales de construcción, el tratamiento de aguas, las microalgas o los biocombustibles.
En paralelo, Endesa va a continuar haciendo allí proyectos relacionados con las energías renovables: instalará 1.200 megavatios (MW) de potencia renovable que sustituirán a los1.159 MW de su antigua central térmica. Esto supondrá una inversión de 1.200 millones y la creación de más de 2.000 empleos durante la construcción, y 400 en la fase de operación y mantenimiento. Esta reindustrialización, asesorada por LHH, supera el número de empleos creados respecto a los que se iban a perder y permitirá la formación en renovables de la población local para mejorar su empleabilidad.
Viru dará una segunda vida a la planta de Ardo en Marcilla
La multinacional peruana Viru, especializada en frutas y verduras en conservas y congeladas, y la belga Ardo Foods (heredera de la antigua Frudesa), proveedor de hortalizas y frutas ultracongeladas, mantenían una estrecha colaboración desde hace varios años. Hasta que Ardo se vio obligada a realizar un proceso de reestructuración en su planta de Marcilla (Navarra) por la falta de otras actividades complementarias que permitiesen sostener los elevados costes operativos y de mantener un emplazamiento de 60.000 metros2, sobredimensionado para la logística de ‘picking’ que se realizaba hasta la fecha. Ardo contrató a LHH para llevar a cabo su proceso de reindustrialización, que finalizó en 2022 tras casi un año.
El plan concluyó con la compra por parte de la empresa peruana Viru de la planta operada por Ardo desde 2016 -año en el que esta empresa se hizo con el control de Ultracongelados de la Ribera (UCR)- las naves, los terrenos, la actividad y la subrogación total de la plantilla. Viru presentó un ambicioso plan de negocio, que incluyó la ampliación a nuevas actividades que garantizasen la rentabilidad del emplazamiento, pero además encajaba con los planes de Ardo de ofrecer una solución industrial que supusiera la subrogación de su plantilla, el mantenimiento de la actividad y el empleo en esa población de menos de 3.000 habitantes. Esta reestructuración afectaba a los 30 trabajadores que tenía la fábrica, a los que “se les ha ofrecido una solución óptima”, indica LHH.
Ahora Ardo continuará colaborando con Viru como proveedor del servicio logístico desde las instalaciones de Marcilla.
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