También me he ido solo de vacaciones. Probablemente mi experiencia iniciática fue el recorrido que hice por Europa al terminar mi Máster en 2009. Durante tres semanas tomé vuelos de aerolíneas de bajo costo, recurrí a Couchsurfing para ahorrar en hospedajes y sobreviví exclusivamente con lo que cabía en una mochila y una carry-on. Probablemente, la lección más importante la aprendí en Roma. Decidido a no gastar euros innecesariamente, planeé esperar a que amaneciera en la estación de trenes al llegar de mi destino anterior. Con lo que no contaba period que la estación cerraba a medianoche y no permitían a nadie permanecer en ella. Asustado como un ratón, tuve que salir a recorrer una zona no muy segura para los turistas y pagar un precio bastante alto en el primer lodge que encontré abierto para no dormir en la calle.
A lo largo de los últimos años ha habido de todo, desde viajes en crucero hasta highway journeys. Si tuviera que elegir un viaje que verdaderamente disfruté, tal vez tendría que hablar del recorrido que hice desde San Francisco hasta Mendocino, Napa y Sonoma. Esa period la primera vez que manejaba en Estados Unidos y, sin duda, California me ofreció los mejores paisajes. Escuchar mi música favorita, ir a mi ritmo, detenerme para observar el océano o los túneles formados por los abetos y las secuoyas, respirar ese aire fresco que llena y limpia los pulmones y, sobre todo, no tomar ninguna salida equivocada, me hicieron sentirme orgulloso de mis habilidades de supervivencia. O tal vez haya sido aquel Wanderlust, un retiro de yoga en Lake Tahoe, en el que celebré mi cumpleaños en 2016.
Tampoco es que yo ignore los riesgos que esto implica. Muchas veces me he preguntado quién me rescataría si me caigo en una bañera, si me robaran mis documentos o si me rompiera algún hueso en mis muy escasos momentos de intrepidez. Y entonces recuerdo dos cosas. La primera es que por eso uno siempre tiene un contacto de emergencia. En mi caso, el honor se lo lleva mi hermana, a la que siempre le aviso cuando estoy a punto de partir y cuando estoy de vuelta en casa; esa es la importancia de saber quienes son imprescindibles en nuestra vida. La segunda es que siempre hay gente dispuesta a ayudarnos, incluso aunque no nos conozca. Viajar solo me ha ayudado a creer en la bondad de las personas, más allá de las nacionalidades, culturas o barreras del lenguaje.
” Fuentes lifeandstyle.expansion.mx ”