Tres días seguidos de récord de contagios. 290 muertes. Más de 12 mil positivos en la Provincia y más de 2 mil en la Ciudad. Pero la pandemia, más que en los números, se vive en el transporte público. Los trenes y colectivos, sobre todo en los nodos que conectan territorio bonaerense con la Capital, son el foco de cambios cuando suben las cifras de más arriba.
Clarin recorrió el inicio de la hora pico durante el primer día de las nuevas restricciones. Parece marzo de 2020 otra vez. Fuertes controles para subir al tren Sarmiento e inspectores en las veredas donde se concentran varias paradas de colectivos.
Una escena related se ve en otros centros de trasbordo, como Retiro o Constitución, en donde un grupo de personas con chalecos fluorescentes orientaban a los pasajeros que llegaban en los trenes desde el sur. El objetivo period dirigirlos hacia las tres salidas en las que se ubicaron los controles.
Allí, agentes de Tránsito del Gobierno porteño controlan el traspaso de los trenes y colectivos al subte. También el movimiento entre las paradas de colectivos. En los subte, en cambio, en algunas estaciones hay Policía de la Ciudad pidiendo los permisos. Pero en otras no.
Controles en el tren Sarmiento en el primer día de las nuevas restricciones para viajar. Foto: Rolando Andrade Stracuzzi
En el Oeste, la estación de Morón es un punto clave para ver estos cambios pandémicos. Rodeada de una fuerte actividad comercial -también en el ámbito casual, con abundantes puestos en la calle- las persianas abren a las 8 pero el movimiento arranca mucho antes, a las 7, cuando la gente comienza a pasar las tarjetas SUBE por los molinetes o hacer filas de hasta una cuadra para esperar el colectivo. Este viernes, con el DNU que decretó que sólo los esenciales, exceptuados y docentes pueden usar el transporte público, el bullicio fue mucho menor.
Los círculos azules de “cuidá la distancia” en el piso del andén estan pero nadie los respeta. La gente se acumula en los molinetes donde tres gendarmes controlan los permisos. A diferencia del miércoles, un día antes de las restricciones, también hay dos efectivos, una mujer y un hombre, de la Policía Federal. A ese management hay que sumarle la vigilancia de dos empleados de TBA.
Escanean desde los celulares el certificado de la aplicación Cuidar y el turno para viajar en el Sarmiento. Al menos 10 personas, a las 7.30, luchan con sus celulares para sacar su turno o actualizar la app.
El subte porteño en el primer día de las nuevas restricciones.
“Hay muchísima menos gente. Además, algunos se desayunan acá con que ‘era verdad que no se podía pasar’”, dijo un empleado de la empresa de Trenes Argentinos a Clarín. Al mismo tiempo, y para descongestionar los trenes, el Gobierno nacional puso micros de larga distancia desde el Oeste.
“Somos todos laburantes. Siempre garpamos nosotros los problemas”, gritó un hombre, de unos 50 años, que no pudo pasar. Esa situación no pasó a mayores. Pero 20 minutos antes, a las 7.10, la escena fue más violenta. Una pareja y dos amigos, que llegaron por separado, no tenían los permisos y no pudieron pasar. Antes de empezar a gritar “esto no es libertad, tenemos derecho a usar el transporte público”, un empleado del Sarmiento los escoltó hasta un policía. No hubo acuerdo -no serían trabajadores esenciales como dijeron- y se fueron de las estaciones, también a los gritos.
Las formaciones pasaban cada 5 minutos por Morón. Cerca de las 8 ya no se veía demasiada gente parada en los coches. Pero durante toda la hora previa parecía que no existía la pandemia. Cómo Clarín constató en un recorrido previo a las restricciones, los trenes llegaban llenos a Morón, donde los controles sí son estrictos.
Ramona trabaja como empleada doméstica y pudo viajar en el Sarmiento con el permiso que ya tenía. Foto: Rolando Andrade Stracuzzi
Ramona tiene 26 años y es empleada doméstica. No tuvo problemas para reservar su turno en el Sarmiento pero sí tuvo mucha incertidumbre. “Ayer me enteré que podía seguir yendo a trabajar. Tenía mucho miedo de que se me cortara el trabajo. Por suerte, acá estoy”, cube a Clarín desde un banco del andén. A ella se le permite usar transporte público porque trabaja en una sola casa.
En el banco de al lado, Marcos y Rodrigo (30) no están en la misma situación. Marcos no contestó si tenía permiso y Rodrigo explicó que sí y que su jefe se lo había sacado. Pero, en la práctica, no es trabajador esencial. “Trabajo en una distribuidora textil en Once”, cuenta. Él y su amigo necesitan ir a trabajar. Pero el traslado hacia y desde el trabajo debería correr por cuenta de su empleador.
La Gendarmería y la Policía Federal están “apostadas” en los molinetes de 6 a ten, mano a Capital y de 16 a 20, mano a Provincia. Después de la hora pico, el management solo depende del escaneo que hace la cámara sobre los molinetes en las estaciones y la supervisión.
En la estación Morón del tren Sarmiento algunos trenes llegan llenos de las estaciones anteriores, en donde según los pasajeros hay menos controles. Foto: Rolando Andrade Stracuzzi
La Provincia aportó más de la mitad de los contagios diarios en los últimos tres dias al parte de Salud. Y también aporta muchas personas que viven en conurbano y deben trasladarse bien temprano hacia sus trabajo en Capital.
En las paradas de colectivos, a las 7.10, había filas de hasta 30 personas por línea y no había inspectores. El management de que se respete el protocolo dependía, exclusivamente, del colectivero, en este caso, del 242. Se llenaron los asientos y cerró la puerta. No hubo quejas abajo. Atrás venía otro 242.
Ya en la primera estación porteña del Sarmiento, en Liniers, ya no se veía el “hormiguero” de siempre en el cruce de la avenida Rivadavia.
En Liniers hay inspectores en todas las paradas de colectivos. “Pero me robaron el celular, por eso no tengo la app”, le dijo un hombre, de unos 30 años, a una inspectora de tránsito de la Ciudad. “Lo tendría que haber impreso. Eso no es excusa”, le contestó ella. El hombre, se brief bajo la lluvia, se quedó de brazos cruzados. Tres minutos después, un chico más joven se le acercó y le dio un dato clave. “Están todos acá. Vení, crucemos la General Paz que del otro lado no hay nadie y subimos de una al bondi”.
SC
” Fuentes www.clarin.com ”