Hace nada más y nada menos 25 años que un recién diplomado Manolo Vilariño, tanto por el Resort Escuela en Gran Canaria como en Turismo por la ULPGC, abrió la
Bodeguita La Palmera, en la calle Pi y Margall de Las Palmas de Gran Canaria.
Se detiene para hacer steadiness y sintetiza estos 25 años atrás, en un solo titular: «Estos 25 años han sido un viaje apasionante» y la emoción nos llega a través de su permanente sonrisa, esa que le obliga a cerrar los ojos para hacerse más grande.
De aquellos platos en aquella bodega hoy no queda nada, incluso nos cuenta Manolo que muchas de aquellas comidas se acompañaban de un cubata pero, «pronto comencé a hacerme con referencias de vino».
La sinergia del native fue variando con el paso del tiempo, hasta que el público aceptó y celebró, esos platos para compartir esas creaciones que Manolo, desde entonces,
prueba una y otra vez y que hasta que no son absolutamente redondas y perfectas, no las pone en carta.
A día de hoy, se siguen recordando en Las Palmas de Gran Canaria, los
huevos estrellados de la Bodeguita La Palmera o las croquetas de cabrales.
Unos meses antes de dar por finalizada su etapa capitalina, llega a su vida
María del Rosario en forma de flechazo instantáneo, a la que al mes le pidió matrimonio y a los tres meses lo consigue, porque nos cuenta que se enamoró de ella nada más verla.
Mirando al sur
Juntos decidieron poner la brújula mirando al sur, aún sabiendo ambos que
el destino no period una plaza fácil. En un pequeño native de San Fernando
abren la primera Palmera Sur.
Los comienzos los definen como duros, habían dejado atrás un native con 11 mesas, a 6 rotaciones por turno y con el éxito como aperitivo a diario, para adecuarse a un native más pequeño, desconocido en la zona y con todo por hacer. Y se hizo. Primero porque esta pareja
pone la pasión como ingrediente elementary en todo lo que emprenden y segundo y no menos importante, «porque
siempre trabajamos a diario en ser mejores».
El éxito volvió a tocar a su puerta y nos cuenta María que aquel native con solo 6 mesas se les quedó pequeño, hasta que un día, el
Grupo Satocan les animó a sumar juntos, a adecuar La Palmera en un
espacio único y mágico, como la sala precise en el
Hasta ese momento, «muchas habían sido las propuestas que nos hacían, pero
Satocan es para nosotros el mejor companion con el que ha crecido el
Grupo Támbara. Respetan nuestra
filosofía y nuestra
libertad, nos animan a seguir, nos ayudan a crecer y no podemos tener mejores compañeros en nuestro viaje».
Además,
son capaces de crear espacios mágicos y maravillosos, como lo son todos los locales del grupo que guardan y respetan, por encima de todo, las propuestas gastronómicas, así como a todas y cada una de las personas de cocina y de sala, que cada día «dotan se sentido a lo que hacemos».
Y abre la segunda Palmera Sur
Los dos coinciden en que
no les gusta acomodarse, ambos son
amantes de los retos, reconocen no sentir el arraigo por locales o creaciones de la carta. «La hostelería está en constante evolución y a nosotros eso nos encanta» nos cube Manolo, a lo que María añade que «el
desafío también ha sido y sigue siendo, uno de los motores de su éxito».
El equipo, lo primero, lo segundo y lo tercero
A parte de la
excelente y saludable relación con su companion Satocan, de quien no se platean soltar la mano para seguir abriendo nuevos caminos, Manolo y María destacan, cada pocas palabras,
la labor, la entrega, la lealtad y la pasión de todo el equipo humano del Grupo Támbara.
«Nos completamos a la perfección y somos cómplices siempre de todas y cada una de las decisiones que tomamos», destaca Manolo. Me gusta que la gente llegue al grupo con
dos ingredientes esenciales, la educación y la pasión. Nosotros aquí nos encargamos del resto.
Porque ambos destacan que para ellos no es imprescindible la formación previa, quizás nos señala María, «hasta podría ser perjudicial a la hora de adaptarse a nuestro ritmo y nuestra filosofía de trabajo. Aquí no queremos estrellas que brillen con luz propia, sino que queremos ser todos parte de lo mismo, mantener esa cadena y esos vínculos que son nuestra principal fuerza. Nosotros aquí se lo enseñamos todo».
Pero, ¿cómo se consigue mantenerse en los puestos más prime?
No hay secretos,
trabajo, pasión, ganas, aunque también reconocen haber sacrificado mucho y haber trabajado más aún, siendo estos los
pilares que, a día de hoy, sostienen La Palmera Sur, Sidecar, El Puerto, Sunset y el Yatch Club.
Cada uno de ellos, en enclaves diferenciados de los
Hoteles del Grupo Satocan. Cada uno con
propuestas gastronómicas diferenciadas, todas de primer nivel, tanto en materia prima como en ejecución. Una media de 17 platos soberbios,
sorprendentes y exquisitos, en entornos maravillosos y extraordinarios, donde año tras año, turistas y locales se afanan en visitar y probar. Sobre todo en verano, «La Palmera es una auténtica locura», nos señala Manolo.
Desde ahí,
valoraciones exponenciales en las principales plataformas y todo un mundo de sabores compartidos en
RRSS, que temporada tras temporada, consiguen que el Grupo Támbara sea
la oferta más deseada en el sur de Gran Canaria.
Nunca hay un favorito
En materia de locales, ninguno de los dos es capaz de decantarse por un native en concreto. Manolo hace el símil de lo que, para él, esta pregunta conlleva y nos cuenta que s
ería imposible elegir un hijo favorito. Ellos, aparte de sus cinco locales, tienen dos hijos,
Pablo y Aitor, que, junto con el grupo, han hecho crecer la familia y ser la prioridad absoluta de la pareja. Porque «para nosotros, lo más importante es la pasión por la vida, en todos los niveles, profesional y private.
Y lo primero, siempre, es tratar de ser felices».
Entre platos anda el juego
Sí son más flexibles a la hora de elegir su
plato favorito. María se decanta por las
Gyozas de pato Pekín y Manolo suspira por las
Croquetas de kimchi, pez mantequilla, huevo de codorniz y cacahuetes.
Les preguntamos de dónde surge tanta inspiración hasta conseguir platos como esos y Manolo nos cuenta que no existe un procedimiento estándar. «Lo que hay detrás es
mucho trabajo, mucha implicación del equipo, todos lo probamos todo y hasta que no me convence un plato al 100%, de cocina no sale». Aunque reconoce que quien último lo prueba es María, y su valoración siempre es acertada.
Seguir creciendo
¿Y a partir de ahora? Pues no se lo plantean, lo que vaya surgiendo, lo que sigamos haciendo,
«siempre acompañados de nuestro companion Satocan y de nuestro equipo humano. Grupo Támbara es nuestra casa, con nuestro equipo nos miramos directamente a los ojos y, hagamos lo que hagamos, sabemos que
lo primero que todos vamos a poner, es el corazón y así, iremos a donde sea siempre pero,
sin este equipaje, a ningún sitio».
Hace nada más y nada menos 25 años que un recién diplomado Manolo Vilariño, tanto por el Resort Escuela en Gran Canaria como en Turismo por la ULPGC, abrió la
Bodeguita La Palmera, en la calle Pi y Margall de Las Palmas de Gran Canaria.
Se detiene para hacer steadiness y sintetiza estos 25 años atrás, en un solo titular: «Estos 25 años han sido un viaje apasionante» y la emoción nos llega a través de su permanente sonrisa, esa que le obliga a cerrar los ojos para hacerse más grande.
De aquellos platos en aquella bodega hoy no queda nada, incluso nos cuenta Manolo que muchas de aquellas comidas se acompañaban de un cubata pero, «pronto comencé a hacerme con referencias de vino».
La sinergia del native fue variando con el paso del tiempo, hasta que el público aceptó y celebró, esos platos para compartir esas creaciones que Manolo, desde entonces,
prueba una y otra vez y que hasta que no son absolutamente redondas y perfectas, no las pone en carta.
A día de hoy, se siguen recordando en Las Palmas de Gran Canaria, los
huevos estrellados de la Bodeguita La Palmera o las croquetas de cabrales.
Unos meses antes de dar por finalizada su etapa capitalina, llega a su vida
María del Rosario en forma de flechazo instantáneo, a la que al mes le pidió matrimonio y a los tres meses lo consigue, porque nos cuenta que se enamoró de ella nada más verla.
Mirando al sur
Juntos decidieron poner la brújula mirando al sur, aún sabiendo ambos que
el destino no period una plaza fácil. En un pequeño native de San Fernando
abren la primera Palmera Sur.
Los comienzos los definen como duros, habían dejado atrás un native con 11 mesas, a 6 rotaciones por turno y con el éxito como aperitivo a diario, para adecuarse a un native más pequeño, desconocido en la zona y con todo por hacer. Y se hizo. Primero porque esta pareja
pone la pasión como ingrediente elementary en todo lo que emprenden y segundo y no menos importante, «porque
siempre trabajamos a diario en ser mejores».
El éxito volvió a tocar a su puerta y nos cuenta María que aquel native con solo 6 mesas se les quedó pequeño, hasta que un día, el
Grupo Satocan les animó a sumar juntos, a adecuar La Palmera en un
espacio único y mágico, como la sala precise en el
Hasta ese momento, «muchas habían sido las propuestas que nos hacían, pero
Satocan es para nosotros el mejor companion con el que ha crecido el
Grupo Támbara. Respetan nuestra
filosofía y nuestra
libertad, nos animan a seguir, nos ayudan a crecer y no podemos tener mejores compañeros en nuestro viaje».
Además,
son capaces de crear espacios mágicos y maravillosos, como lo son todos los locales del grupo que guardan y respetan, por encima de todo, las propuestas gastronómicas, así como a todas y cada una de las personas de cocina y de sala, que cada día «dotan se sentido a lo que hacemos».
Y abre la segunda Palmera Sur
Los dos coinciden en que
no les gusta acomodarse, ambos son
amantes de los retos, reconocen no sentir el arraigo por locales o creaciones de la carta. «La hostelería está en constante evolución y a nosotros eso nos encanta» nos cube Manolo, a lo que María añade que «el
desafío también ha sido y sigue siendo, uno de los motores de su éxito».
El equipo, lo primero, lo segundo y lo tercero
A parte de la
excelente y saludable relación con su companion Satocan, de quien no se platean soltar la mano para seguir abriendo nuevos caminos, Manolo y María destacan, cada pocas palabras,
la labor, la entrega, la lealtad y la pasión de todo el equipo humano del Grupo Támbara.
«Nos completamos a la perfección y somos cómplices siempre de todas y cada una de las decisiones que tomamos», destaca Manolo. Me gusta que la gente llegue al grupo con
dos ingredientes esenciales, la educación y la pasión. Nosotros aquí nos encargamos del resto.
Porque ambos destacan que para ellos no es imprescindible la formación previa, quizás nos señala María, «hasta podría ser perjudicial a la hora de adaptarse a nuestro ritmo y nuestra filosofía de trabajo. Aquí no queremos estrellas que brillen con luz propia, sino que queremos ser todos parte de lo mismo, mantener esa cadena y esos vínculos que son nuestra principal fuerza. Nosotros aquí se lo enseñamos todo».
Pero, ¿cómo se consigue mantenerse en los puestos más prime?
No hay secretos,
trabajo, pasión, ganas, aunque también reconocen haber sacrificado mucho y haber trabajado más aún, siendo estos los
pilares que, a día de hoy, sostienen La Palmera Sur, Sidecar, El Puerto, Sunset y el Yatch Club.
Cada uno de ellos, en enclaves diferenciados de los
Hoteles del Grupo Satocan. Cada uno con
propuestas gastronómicas diferenciadas, todas de primer nivel, tanto en materia prima como en ejecución. Una media de 17 platos soberbios,
sorprendentes y exquisitos, en entornos maravillosos y extraordinarios, donde año tras año, turistas y locales se afanan en visitar y probar. Sobre todo en verano, «La Palmera es una auténtica locura», nos señala Manolo.
Desde ahí,
valoraciones exponenciales en las principales plataformas y todo un mundo de sabores compartidos en
RRSS, que temporada tras temporada, consiguen que el Grupo Támbara sea
la oferta más deseada en el sur de Gran Canaria.
Nunca hay un favorito
En materia de locales, ninguno de los dos es capaz de decantarse por un native en concreto. Manolo hace el símil de lo que, para él, esta pregunta conlleva y nos cuenta que s
ería imposible elegir un hijo favorito. Ellos, aparte de sus cinco locales, tienen dos hijos,
Pablo y Aitor, que, junto con el grupo, han hecho crecer la familia y ser la prioridad absoluta de la pareja. Porque «para nosotros, lo más importante es la pasión por la vida, en todos los niveles, profesional y private.
Y lo primero, siempre, es tratar de ser felices».
Entre platos anda el juego
Sí son más flexibles a la hora de elegir su
plato favorito. María se decanta por las
Gyozas de pato Pekín y Manolo suspira por las
Croquetas de kimchi, pez mantequilla, huevo de codorniz y cacahuetes.
Les preguntamos de dónde surge tanta inspiración hasta conseguir platos como esos y Manolo nos cuenta que no existe un procedimiento estándar. «Lo que hay detrás es
mucho trabajo, mucha implicación del equipo, todos lo probamos todo y hasta que no me convence un plato al 100%, de cocina no sale». Aunque reconoce que quien último lo prueba es María, y su valoración siempre es acertada.
Seguir creciendo
¿Y a partir de ahora? Pues no se lo plantean, lo que vaya surgiendo, lo que sigamos haciendo,
«siempre acompañados de nuestro companion Satocan y de nuestro equipo humano. Grupo Támbara es nuestra casa, con nuestro equipo nos miramos directamente a los ojos y, hagamos lo que hagamos, sabemos que
lo primero que todos vamos a poner, es el corazón y así, iremos a donde sea siempre pero,
sin este equipaje, a ningún sitio».
” Fuentes www.canarias7.es ”