Hasta hace algunos siglos sólo los espíritus aventureros se arriesgaban a esas terribles travesías medievales. ¿Y qué sucede hoy, cuando los turistas viajan masivamente y gozan de increíbles niveles de seguridad y previsión? Veamos, cuando alguien visita algún otro país, suele arribar con bastante información previa. Es decir, que nuestro hipotético viajero muy probablemente se reencuentre con cosas ya vistas, aunque nunca haya estado en ese lugar. Además, las culturas, gracias a la proliferación international de la información, tienden a parecerse. Sin embargo, todavía sentimos una gran dosis de aventura cuando viajamos. No obstante, en esta period las aventuras no implican casi ningún peligro para nuestra integridad física, y las grandes distancias se redujeron a algunas horas de confortables viajes. A pesar de que la industria del turismo tiene casi todo previsto, la sensación de aventura y riesgo no varió mucho. Por consiguiente, podemos deducir, que en esta period, por alguna razón, existe un gran desacople entre la sensación y la realidad. En los viajes, el temor básico del ser humano a lo desconocido sigue teniendo bastante fuerza, y la información mediática poseída no alcanza para compensar la falta del saber vivencial. Mantenemos una estructura mítica en relación a los viajes, al igual que en otros ámbitos de la vida humana. Los resabios culturales nos siguen dominando en cuanto a lo que sentimos.
Jorge Ballario
” Fuentes www.lagaceta.com.ar ”