Los nuevos héroes del espacio no son los astronautas del Apolo XI o un presidente de Estados Unidos dispuesto a luchar con su F-16 contra un ovni tripulado por un lagarto intergaláctico. La nueva period espacial tiene el colour del dinero; no nos mueven las batallas por la supervivencia o los fantasmas de la Guerra Fría, sino el placer de ver la Tierra desde el cielo. Sir Richard Branson fue noticia hace menos una semana por convertirse en el primer turista del espacio. La nave de Virgin Galactic, su empresa, lo hizo cumplir su sueño infantil: vivir unos cuantos minutos sin gravedad. Y no está solo.
Su colega en este mundo de sueños futuristas, Elon Musk, el creador de Tesla, imagina su futuro y nuestro futuro en Marte y un tráfico espacial a bordo de las naves de su empresa, Area X. Jeff Bezos no se quedó atrás y sus naves surcarán desde hoy los viejos cielos terrícolas.
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“La base de mi obra es la historia –dice Juan Osorno–, todo el tiempo la estudio y la analizo y me gusta esta nueva fiebre por el espacio. Ya no se trata de una lucha de satélites espías o de quién pisa primero la Luna, sino de turismo; es la nueva frontera. Ya no hay mucho por descubrir en la Tierra. Y ahora –luego de décadas de estancamiento espacial, donde las grandes noticias eran un nuevo telescopio o la foto de una galaxia– volvemos a soñar con unas vacaciones en Marte”.
Su exposición en galería La Balsa (cra. 9.º no, 73-44) se inspira en las visiones de Musk, Bezos y Branson y bebe de nuestros primeros sueños visuales: los clásicos cinematográficos de la ciencia ficción de los años 50 y las maravillosas creaciones de Ray Bradbury. El título de la muestra, El verano del cohete, es el primer capítulo de sus legendarias Crónicas marcianas.
Osorno tiene 28 años y es un dibujante puro. Su estudio es una colección de papeles Fabriano, lápices alemanes y un bisturí para afilarlos a su antojo; cada obra lo deja plantado en su mesa de trabajo cinco, seis, ocho horas seguidas. Sus dibujos son una suma de capas con las sutilezas del grafito, de líneas delicadas, sombras profundas y el regalo del asombro para los ojos. No son dibujos hiper-realistas, Osorno se entretiene marcando las líneas para que el lápiz quede en evidencia, pero podemos imaginar que tuvo al frente a un personaje de Star Trek para que lo retratara y nos dejara acariciar con la vista la piel rugosa de sus criaturas.
La muestra ofrece una rica colección de aliens con cabezas deformes, orejas con formas de algas y crestas de camaleón; robots y seres aparentemente humanos, con ojos que solo tienen una esclerótica plateada. Entre retrato y retrato, dibujó conjuntos de galaxias imaginarias y afiches de películas que solo existen en su cabeza: El último hombre en la Luna; Los hijos de Venus; Fiebre marciana; Un terrícola entre nosotros o 100 años fuera de la Tierra. El viaje para lograr cada dibujo fueron horas de películas antiguas; reinterpretaciones de personajes y, sobre todo, entender una visión que está lejos de esta nueva period espacial.
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Hoy, entre otras cosas, otro millonario sale de la Tierra en su propio cohete. Jeff Bezos, el dueño de Amazon, el hombre más rico del planeta, volará al espacio en el New Shepard, de su compañía Blue Origin.
La nave llegará al espacio suborbital a 3.700 kilómetros por hora. Ya no hablaremos del señor Spock, sino del ‘capitán Bezos’; no hablaremos de los dueños de la galaxia como unos villanos de capa negra y sables de luz, sino de millonarios que hicieron autos eléctricos deportivos, crearon aerolíneas o inventaron el comercio electrónico. La conquista del espacio no es un asunto heroico, sino hedonista y sin margen para las pérdidas.
“Hoy todo es más exacto; hay menos lugar para la imaginación”, cube Osorno. “Hemos perdido cierto pensamiento lírico que está en esas imágenes del pasado que imaginaron el futuro”.
FERNANDO GÓMEZ ECHEVERRI
EDITOR DE CULTURA
@LaFeriaDelArte
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