Michael Bay tiene una maldición con la saga cinematográfica de Transformers. Cuando cede el puesto de director y solo se dedica a su rol de productor, todo funciona mejor. La prueba de ello se notó en Bumblebee, filme derivado de la franquicia de ciencia ficción, que en el 2018, bajo la batuta de Travis Knight, que venía del cine animado, le inyectó la dosis de vitalidad que evitó que este universo cinematográfico se difuminara por culpa de sus excesos de forma y su poco fondo.
Ahora la historia se repite en la nueva película de esos híbridos de robots y automóviles Transformers: el despertar de las bestias, que se estrena en las salas de cine el 8 de junio.
No es exagerado reconocer que esta aventura, que podría considerarse un placer culposo por el amor y el odio que persiguen a la saga, es en realidad una de las mejores desde que los juguetes de Hasbro dieron el salto al cine.
Ahora el que se sienta en la silla de director es Steven Caple Jr., quien trabajó en Ambulance y fue el responsable de seguir el rumbo del drama en Creed II, la cinta de boxeo inspirada en los filmes de Rocky. Caple Jr. le da un aire más humano a la batalla de los Transformers en la Tierra, acompañados por los Maximals, una raza que tiene que unirse a los conocidos guerreros para enfrentar a Unicron, una especie de deidad alienígena que tiene la tecnología para devorar cualquier planeta que le ofrezca recursos para seguir alimentando su poder.
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En un arranque digno en exceso de la franquicia, Transformers: el despertar de las bestias luego da un espacio generoso a la historia de un joven militar retirado que vive con su familia en Nueva York, tiene problemas para encontrar trabajo y trata de estabilizar su vida en plena década de los 90. Tiene talento para la electrónica y un pasado rebelde.
Es fácil tener empatía con este personaje, que representa a un buen tipo al que una nube de mala suerte lo persigue no obstante sus buenas intenciones.
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Es creíble esa tensión del protagonista en manos del actor Anthony Ramos, recordado por su trabajo en las películas Hamilton e In the Heist. Ahora él tiene la responsabilidad de llevar buen peso de la trama como Noah Díaz y tratar de levantarle el ánimo a un Optimus Prime cada vez más abrumado por la incapacidad de llevar a casa a sus robots capaces de camuflarse en un Porsche o hasta en una tractomula llena de rayones. La idea de que Unicron acabe con la humanidad es lo que despierta la fragilidad e inseguridades de un líder que no es solo una maraña de mecanismos haciendo alarde de su tecnología.
Como suele pasar en las películas de Transformers, una persona del común termina siendo parte del gran conflicto entre los Autobots y los Terrorcons (algo así como el brazo armado del antagonista de turno), y Díaz asume el reto sin temor para salvar a la humanidad; asimismo lo apoya Elena Wallace (Dominique Fishback), una investigadora de un museo que será esencial para descubrir la fuente la confrontación.
Steven Caple Jr. no cae en el error de seguir explotando la tecnología para llevar a la pantalla batallas que antes eran un verdadero reto para el ojo del espectador y terminaban cansando por sus desordenadas coreografías de patadas y puños en una fastidiosa cámara lenta que adoraba usar Michael Bay.
Su narrativa equilibra la aventura, el humor y capotea con un mejor ritmo las secuencias de acción, las mejores que ha presentado esta franquicia cinematográfica.
La aparición de los Maximals enriquece la historia, que en su versión en inglés tiene las voces de Peter Dinklage (Game of Thrones, para el villano Scourge); Ron Perlman (Hellboy, la del gorila cibernético Optimus Primal) y Michelle Yeoh (Todo en todas partes y al mismo tiempo, que se convierte en Airazor, un halcón con alma guerrera).
En el filme hay tiempo para viajar a Perú, recibir una clase de arqueología exprés y ver hasta a un viejo avión mutar como robot.
Se siente que se trata de una producción pensada para atraer a una audiencia más joven y no se complica con generar tensiones de tipo sexual (como en las dos primeras cintas, protagonizadas por Shia LaBeouf y Megan Fox). Noah y Elena tienen otras motivaciones familiares y personales para arriesgar su vida por la humanidad.
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El cierre es impactante, y Transformers: el despertar de las bestias parece hacer tomado el camino correcto para seguir creciendo. Tiene escenas poscréditos que de seguro dejarán con la boca abierta a sus fanáticos; esos mismos que pedirán a los dioses, alienígenas o seres cibernéticos de otra dimensión que Michael Bay no vuelva a tomar la silla de director.
ANDRÉS HOYOS VARGAS
@AndresHoy1
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