Rhiano y Cleo, los dos tigres de Bengala blancos del Ecoparque porteño, acaban de emprender su viaje hacia Colorado, Estados Unidos. Un viaje que empezó en la tarde de este viernes, cuando ingresaron en sus respectivas cajas. Llevaban meses entrenando para este momento.
Será una larga travesía -de más de 20 horas- que los llevará hasta un santuario en el que pasarán el resto de sus vidas. Se trata del mismo sitio adonde fueron derivados dos osos pardos y tres osos de anteojos que también pasaron muchos años en los recintos del ex zoológico del barrio de Palermo.
Rhiano tiene 14 años, es macho y nació en cautiverio, en el zoo porteño. Cleo es hembra, tiene 12, y nació en Springwater (Canadá), también en un zoológico, el Elmvale Jungle. Se estima que podrán vivir hasta los 20 años.
Los dos tigres blancos -no son albinos- fueron entrenados por el equipo de cuidadores y veterinarios del Ecoparque. El entrenamiento se basó en el concepto de “refuerzo positivo”.
“Se trabaja a través de la confianza y se los compensa con un premio que en este caso es un alimento -explicó a Clarín Federico Iglesias, subsecretario a cargo del Ecoparque, en medio de los preparativos-. En una primera etapa, practican como entrar y salir de la caja; después practican la permanencia, con las puertas cerradas. La caja tiene sus olores, saben dónde está el bebedero. Al estar familiarizados, el stress del viaje será menor”.
Los tigres blancos del Ecoparque nacieron en cautiverio. Foto Tomás F. Cuesta / Ecoparque
Cada uno en su caja, Rhiano y Cleo estaban preparados para subir a bordo de un vuelo de carga de American Airways con destino a Dallas. Allí los espera private del santuario. Después el viaje continuará medio día más por tierra hasta Keenesburg, Colorado. El operativo completo demandó una inversión de $3.949.800.
Los tigres no están sedados, como tampoco lo estuvieron la orangutana Sandra, declarada “persona no humana” y trasladada al Sanctuary for Nice Apes, en Florida, ni la elefanta Mara, que viajó por tierra a Brasil. Por eso cobra tanta importancia el entrenamiento, porque deben ser capaces de viajar estas grandes distancias con la mayor confianza posible.
Los tigres blancos fueron entrenados para el viaje. Foto Tomás F. Cuesta / Ecoparque
“Es un viaje largo hasta el santuario, pero el personal del Ecoparque realizó los entrenamientos necesarios para que los tigres ingresen voluntariamente a las cajas de traslado y pueden transitar el camino con el menor estrés posible” aseguró Eduardo Macchiavelli, secretario de Ambiente de la Ciudad de Buenos Aires.
Los tigres viajan en cajas: los entrenaron durante meses para que se habituén a ellas. Foto Tomás Cuesta / Ecoparque
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), ubica al tigre de Bengala en la lista roja de especies en peligro de extinción. Es originario de Asia y en muchos países de ese continente es incluso un emblema. La organización Nationwide Geographic estima que hay 1.250 viviendo en libertad.
Los tigres blancos de Bengala son una especie en peligro de extinción. Foto Tomás F. Cuesta / Ecoparque
El santuario al que fueron derivados Cleo y Rhiano tiene una extensión de 720 hectáreas y está considerado como el más grande en su especificidad, que son los animales carnívoros. Hay 550 leones, tigres, osos, hienas y lobos, entre otras especies.
En este tipo de santuarios, los animales cambian de manera radical los sitios en los que nacieron o crecieron, como jaulas, recintos, circos o incluso viviendas. Pero la dependencia que tienen de los seres humanos les impide vivir en libertad.
“La dependencia que tienen es cognitiva. Por ejemplo, no podrían cazar, no saben como hacerlo, no se reconocen como lo que son. Le sucede al gavilán mixto que hemos recuperado en la Feria de Pompeya; se acerca a los humanos para que lo alimenten. Algo related ocurre con el Puma que encontramos en Mataderos, que fue criado como un gato y dormía en una cama marinera. Se acerca a los entrenadores y cuidadores como si fuera un gato, para jugar”, ejemplifica Iglesias.
Como nacieron en cautiverio, los tigres del Ecoparque no podrían vivir en whole libertad. Foto Tomás F. Cuesta / Ecoparque
El proceso de derivación de animales
Hasta el momento el Ecoparque derivó a 890 animales. Según la información oficial, el 100% de los traslados se llevó a cabo sin problemas: “Los animales derivados llegaron en perfectas condiciones a los destinos seleccionados”, indicaron.
Los empleados del Ecoparque se despiden de los tigres, antes de la partida hacia el aeropuerto de Ezeiza. Foto Tomás Cuesta / Ecoparque
Otros 400 animales aún se encuentran en jaulas y recintos. Para octubre, esperan poder trasladar a Kuki y a Pupi,las dos elefantas africanas del Ecoparque, al mismo santuario de Brasil en donde está Mara. El operativo depende de que avance la derivación de las elefantas mendocinas, Pocha y Guillermina, que deberían viajar a fin de mes.
El plan de derivaciones podría continuar con dos grandes monos, un chimpancé y un mandril. Sin embargo otros animales icónicos del ex zoológico no podrán ser trasladados, como las jirafas y los hipopótamos.
Las elefantas Pupi y Kuki serán trasladadas a un santuario del Mato Grosso, en Brasil, al que ya llevaron a Mara en mayo y en plena cuarentena.
“Mara derribó dos paradigmas, primero el de animal de circo y luego, el de animal de zoológico. Rhiano y Cleo vienen a dar de baja otro paradigma que es el de objetivizar a los animales para el entretenimiento humano, esa idea de ‘bautizarlos’, de ‘vení al zoológico y ponele nombre al tigre’. Creo que son pasos necesarios hacia una reconversión que se inició y no tiene marcha atrás”, evaluó Iglesias.
La vida de Mara en Brasil
Uno de los traslados más impactantes fue el de la elefanta Mara, que además se realizó en pandemia. Mara viajó en camión desde el zoo porteño hasta Mato Grosso, en Brasil, en un recorrido de 2.700 kilómetros y 4 días. Antes había sido entrenada para esta travesía. Desde mayo de 2020 se encuentra en el International Sanctuary for Elephants.
La elefantas Mara junto a sus amigas Rana y Bambi, en el santuario del Mato Grosso, Brasil. Foto International Sanctuary for Elephants
Durante los primeros seis meses, generó preocupación su estado de salud general, porque estaba comiendo poco y tenía problemas gastrointestinales. Poco a poco fue mejorando.
Uno de los motivos que le impedían comer con tranquilidad eran los insectos que aparecían a la hora en que baja el sol. Desde la cuenta de Instagram del santuario (@elefantesbrasil) postean la información sobre la evolución de Mara.
NS
” Fuentes www.clarin.com ”