DMontaña
Con la llegada del calor y las estaciones de esquí cerradas, llega el momento de disfrutar esta cordillera que nos separa del resto de Europa de otra manera: aire puro, gastronomía, deporte y parajes espectaculares
Cuando la temporada de invierno echa el cierre y comienzan a subir las temperaturas, es el momento de empezar a disfrutar los
Pirineos de otra manera. Esta cordillera que separa la Península Ibérica del resto de Europa es una joya de la naturaleza y sigue siendo impresionante aun cuando el blanco de sus montañas deja paso a los verdes y marrones valles.
Las actividades al aire libre, sus preciosos pueblos, su gastronomía o la posibilidad de realizar deportes de aventura son solo algunos de los atractivos de esta espectacular cadena montañosa que se extiende a lo largo de 430 kilómetros entre Navarra, Aragón y Cataluña. Además, es un destino muy versátil que se adapta a la demanda de cada viajero y que no deja indiferente a nadie. Y otra de sus grandes ventajas es su buena comunicación con grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o Bilbao tanto por carretera como por tren.
El mejor turismo rural
Los Pirineos suelen ser uno de los destinos favoritos para los que buscan alejarse del bullicio de la ciudad. La tranquilidad de sus pueblos y sus valles acogen cada verano a todo aquel que quiera disfrutar de unos días relajados entre preciosos valles.
Sus altas montañas, sus numerosos ríos y pueblos, su abundante vegetación y sus cientos de ibones y lagos te brindan la oportunidad de conocer y vivir un lugar único.
Desde la parte más occidental a la más oriental, los Pirineos están salpicados por diferentes y encantadores pueblos donde la piedra y la pizarra son los elementos principales de su arquitectura. Los hay para todos los gustos: desde pequeñas villas como Ansó, Sallent de Gállego o Lanuza, en el Pirineo aragonés, hasta joyas del románico como las que se encuentran en la Vall de Boí y en la Vall d’Aran, en el lado catalán.
Si la tranquilidad de estas villas te parece excesiva, siempre puedes acudir a núcleos urbanos más importantes pero que no pierden su encanto pirenaico. Jaca, Vielha y Puigcerdá son destinos perfectos que reúnen una gran oferta cultural y gastronómica.
Turismo activo
La gran riqueza pure de los Pirineos los convierte en uno de los mejores destinos para practicar turismo activo. La
escalada, el
senderismo, la
espeleología, el BTT, el rafting o el descenso de barrancos son algunas de las actividades que lo convierten en un lugar imprescindible para los amantes de la montaña.
La multitud de recorridos y caminos que cruzan esta cordillera hacen que el senderismo sea su deporte estrella, sobre todo en verano. Por suerte, no hace falta ser un experto para disfrutar de los cientos de ibones y lagos pirenaicos repartidos por los Pirineos. Con una mochila, algo de comida y agua y un materials adecuado se puede disfrutar de un día de montaña inolvidable.
Los
parques Nacionales de Ordesa y Monteperdido, en Huesca, y el de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, en Lleida, son dos lugares perfectos para iniciarse en esta práctica. Además, aparte de hacer un poco de ejercicio, también podrás contemplar animales autóctonos como el quebrantahuesos, el urogallo o el rebeco.
Los Pirineos también se pueden disfrutar sobre dos ruedas, así que si eres amante de la bicicleta, estás en el sitio adecuado. Si lo que te gusta es el BTT, hay miles de kilómetros señalados en todos los valles para soltar toda la adrenalina posible. Y si tu especialidad son las ruedas finas, puedes ponerte a prueba con los puertos de montaña.
Por último, los deportes acuáticos como el rafting, el kayak o el descenso de barrancos suelen ser las opciones favoritas de los que se acercan a los Pirineos en verano. Navegar por las aguas bravas del río Cinca, el Segre o el Gállego será una experiencia inolvidable y divertida.
Para valientes
Si cuando vas a la montaña lo que te gusta es mirar hacia arriba, estás de enhorabuena. En los Pirineos tienes más de cien picos que superan los 3.000 metros de altura. Aunque sus ascensos no son para todos los niveles, lo cierto es que para alcanzar muchos de ellos no necesitas nada más que una buena forma física.
El Aneto y sus 3.404 metros de altura es el pico más alto de la cordillera y el más deseado por la gran mayoría de los alpinistas. Para alcanzar el techo de los Pirineos lo ordinary es salir desde el refugio de La Renclusa, atravesar su glaciar y disfrutar, si puedes, del respetado Paso de Mahoma. Sin duda, esta es una experiencia única si visitas el precioso valle de Benasque.
Monte Perdido es otro de los destinos favoritos para disfrutar de la montaña. Sus 3.355 metros de altura se alcanzan después de atravesar el Parque Nacional de Ordesa y tomar el refugio de El Góriz como punto de partida.
Más allá de las grandes y más conocidas cumbres, hay otras un poco más accesibles que también superan los 3.000 metros como Los Infiernos (3.082 m.) o el Garmo Negro (3.051 m.), en el Pirineo aragonés, o la Pica d’Estats (3.143 m.), en la parte catalana. Estos ascensos no son aptos para todos los públicos, sin embargo no se precisa de una gran técnica, más allá de tener un buen fondo físico, para llevarlos a cabo.
Gastronomía pirenaica
Si los Pirineos son el destino perfecto para los amantes de la montaña, también lo son para los del buen comer. Esta tierra goza de una extensa variedad de productos como el cordero, el jabalí, el chuletón de vaca, los guisos de alubias, las migas al pastor, los boliches, el cardo…
” Fuentes www.eldiariomontanes.es ”