Antes de que salte nadie dejemos claro que elegir los mejores torreznos, bien sean de Chamberí, de Soria (benditas sean sus almitas) o de tu pueblo, no es tarea fácil. Requiere mucha cata, mucha barra y mucha hambre. Y dejemos claro también que Chamberí, como cualquier otro barrio de Madrid, presume de grandes bares en los que hincar el diente a un torrezno de campeonato.
Pero es que lo de El Pedrusco de Aldealcorvo es de flechazo. Y no hablamos de unos recién llegados… sino de la tercera generación de una familia que lleva décadas alegrando estómagos en la capital. A día de hoy son los hermanos de Pedro Meño, Antonio (sala y bodega) y Gonzalo (cocina), quienes capitanean este clasicazo madrileño con casi setenta años de historia. Rebobinemos, el viaje lo merece.
Gonzalo y Antonio de Pedro Meño, jefe de cocina y jefe de sala en El Pedrusco de Aldealcorvo, Madrid.El Pedrusco de Aldealcorvo
Ellos mismos cuentan la historia de El Pedrusco de Aldealcorvo en su net: “Todo empezó en 1956 un mesón típico de la época situado en el barrio de Cuatro Caminos. Nuestros abuelos, Faustino y Primitiva, servían vino y comidas. Años más tarde, a comienzos de los 70, nuestros padres, Antonio y Sagrario, decidieron emprender su propio camino con una taberna, El Pedrusquito, ubicada en el castizo barrio de Trafalgar, en Chamberí, y en la que servían raciones del Madrid antiguo y vinos de pellejo. Con gran sacrificio y esfuerzo, en 1984 abrieron el local actual, El Pedrusco de Aldealcorvo”.
Casi 40 años contemplan pues a este asador que rinde homenaje a Aldealcorvo, el pueblo segoviano del que la familia es oriunda. Tanto es así que el padre de Antonio y Gonzalo desmontó el horno de adobe de la panadería de su pueblo, con más de 100 años de antigüedad, para instalarlo en el restaurante.
A día de hoy, aquel horno sigue dando calor y sabor a sus asados en leña de encina y a otras muchas viandas, ya que utilizan cocciones lentas a baja y media temperatura para las patatas a la panadera, los pimientos, los flanes de huevo… mientras que las cocciones fuertes se reservan para el cochinillo y el lechazo, preparados exclusivamente con agua y sal a la manera castellana, para las pancetas de cerdo ibérico que dan vida a esos mejores torreznos e incluso, sorpresa, para su deliciosa tarta de queso.
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