«La bajada de turistas que se desplazan en cruceros estaba más que prevista. Creemos que las compañías están jugando un doble juego y que el Govern lo está permitiendo», declaró ayer la presidenta del Grupo Balear de Ornitología y Defensa de la Naturaleza (GOB), Margalida Ramis, en una rueda de prensa.
En dicho acto, la Plataforma contra los Megacruceros presentó un estudio, realizado por la patronal de cruceros Cruise Traces Worldwide Affiliation (CLIA) que, mediante datos oficiales, demuestra una bajada significativa en los porcentajes de turistas que llegan a las islas mediante transportes marítimos. En comparación con los primeros seis meses del pasado año 2018, un 50,5% menos de pasajeros han embarcado en estos cruceros. Si comparamos con el 2019, el número se eleva hasta un 52,6% menos, 413.741 cruceristas que ya no toman este transporte.
Por estos motivos, desde el GOB, la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palma y Palma XXI, que conforman esta plataforma, se exigió ayer que se revise y modifique el acuerdo con la patronal de cruceros para adaptar los máximos permitidos, frente a esta reducción.
«El acuerdo cifraba la media diaria de cruceristas que llegarían en 8.500, cuando está siendo de 4.500 turistas», destacó el presidente de Palma XXI, Jaume Garau.
«Mientras que el número de barcos ha bajado un 30 por ciento, los turistas han disminuido en un 50,5%. Hay entre tres y cuatro megacruceros que no están llenos y contaminan lo mismo», explicó el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palma, Joan Fortesa. Por esta razón, desde la plataforma piden que se llene un crucero, antes de enviar entre tres y cuatro que llegan medio vacíos emitiendo la misma cantidad de gases y vertidos. Además, el presidente de Palma XXI exigió al Govern un análisis del impacto medioambiental del CO2 y de la presión en los servicios públicos.
«Mientras los estudios no se produzcan, mantendremos que en el puerto de Palma solo debería haber un crucero con un máximo de 4.000 turistas diarios», aseguró Jaume Garau.
Esta bajada ha sido asociada por dicha plataforma a tres grandes factores. El primero de ellos es la percepción del alto riesgo en salud generado por la pandemia de la covid. El siguiente es la propia concienciación de la sociedad frente al impacto medioambiental que producen los cruceros, gracias a diversos grupos de difusión. Por último, la existencia de reacciones negativas de las comunidades locales donde desembarcan estos turistas.
«El mediterráneo está teniendo una recuperación muy mediocre, referente los cruceros, nosotros ponemos el motivo el motivo principal en que la ciudadanía europea, que conforma el 90% de los clientes de este transporte, se ha dado cuenta de que este medio de turismo no es sostenible», apuntó el presidente de Palma XXI.
Fortesa recalcó que la limitación de un crucero diario podría suponer una reducción de hasta el 60% de los niveles de contaminación, que producen los barcos atracados en la bahía de Palma, una medida que es «totalmente posible en estos momentos».
En referencia a estos altos niveles de contaminación, desde la plataforma destacaron que estudios realizados por la Universidad de Johns Hopkins, en Nueva York, decretan que el aire de las cubiertas de los cruceros se encuentra igual de contaminado que el de zonas como Santiago de Chile o Pekín, en China.
La respuesta a las soluciones
Desde el Govern se han puesto en marcha diversas medidas para contrarrestar el impacto medioambiental que producen estos transportes marítimos.
Una de estas es el sistema de chilly ironing en los puertos de Palma, Eivissa, Maó y Alcúdia. Este proyecto pretende conectar los ferris a la purple eléctrica terrestre para reducir la emisión de gases durante la espera y las operaciones de desembarco y embarque. De esta forma, estos navíos podrán mantener su maquinaria apagada, lo que evitaría, además, el impacto sonoro que estos barcos producen.
La Plataforma contra los Megacruceros defiende contra este sistema que ha comenzado a planificarse solo para las líneas regulares que llegan a la isla.
«Estos megacruceros necesitarían una carga tan grande que haría falta una central eléctrica solo para ellos. Para estos transportes turísticos esto no es una solución», justificó Garau.
Otro proyecto puesto en marcha, por parte de la Autoridad Portuaria, son los ocho sensores repartidos en la bahía de Palma que examinan los gases contaminantes y envían una alerta cuando se detecta un aumento en los niveles. Fueron estos sensores los que demostraron que la movilidad marítima constituye un 15% de la contaminación aérea, una cifra que la plataforma catalogó como «una barbaridad». Además, la plataforma afirmó que «la mayoría de veces no captan la contaminación de los grandes cruceros», debido a que las nubes de contaminación, que se forman entre las 6.00 h y 7.00 h, «no son captadas por estos sensores en esos momentos».
Cabe destacar que el Puerto de Palma no posee una ordenanza para el management de vertidos por escape de ciclo abierto y no la tendrá hasta 2023.
” Fuentes www.diariodemallorca.es ”