La Justicia comprobó que un hombre (exdirector de un conjunto del Carnaval de las Promesas) abusó sexualmente de tres menores de edad. Una de ellas de 14 años y dos de 17, cuando él tenía alrededor de 30 años. La sentencia a la que accedió El Observador describe situaciones como despedidas, viajes al inside y ensayos en los que el hombre las abusó. La más chica lo conocía desde que tenía 8 o 9 años.
Algunas de las víctimas relataron situaciones de abuso a la cuenta de Instagram “Varones carnaval”, que hizo públicos los casos en agosto de 2020. El hombre tenía vínculo incluso con madres y padres de los componentes, en algunos casos de confianza. Tuvo una relación amorosa con la madre de una de las víctimas, durante aproximadamente dos años.
De los chats surgen expresiones tales como “si fueras mi novia te haría el amor toda la noche” o “una novia así quiero yo” en diálogos entre un hombre de alrededor de 30 años y una adolescente de 16, en la que no se observa reciprocidad. “No puede interpretarse de otra manera”, falló la jueza María Laura Sunhary de las Carreras.
La jueza enfatizó que la perspectiva de género no significa condenar al acusado por ser hombre, sino entender que los delitos de abuso sexual, sobre todo en adolescentes, ocurre en situaciones de intimidad por lo que, a la hora de valorar la prueba, esta debe de ser coincidente y acumulativa.
“No se trata de darle un mayor valor a la declaración de la víctima por ser mujer, sino que justamente de lo que se trata es de dar a la víctima la posibilidad de que, a partir de un testimonio creíble y el aporte al proceso de datos corroborantes de aquel testimonio, se logre una sentencia justa, a la vez que al acusado se le brindan todas las garantías del debido proceso”, explicó Sunhary de las Carreras.
Relatos
Las víctimas relataron “asco”, acercamientos incómodos y segundas intenciones. Una de ellas, a quien primero contó las situaciones fue a la hermana del abusador (a quien conocía del grupo), quien le dijo que se quedara tranquila, pues “el gordo es así”.
Una de las menores relató ante los investigadores: “Tuve mucho miedo de contar y me lo callé durante algo más de dos años. Me callé hasta que me di cuenta que la situación ya no daba ‘abasto’ porque estaba teniendo actitudes más fuertes y me di cuenta que me estaba afectando más de lo que yo creía”.
Un 24 de diciembre el condenado se ofreció a llevar a una de las menores y traerla de un ensayo ya que no había locomoción; en esa ocasión –relata la sentencia– la besó y tocó a la fuerza, y en el viaje de regreso incluso se desvió del camino y estacionó para que la adolescente le practicara sexo oral.
Otra situación de besos y manoseos con otra de las víctimas ocurrió en 2018: fue en el ómnibus en el que regresaba el grupo de Piriápolis (Maldonado). En esa oportunidad la adolescente tenía 17 años y fue obligada a actos obscenos. Otras situaciones se daban en actividades para reunir fondos en pasillos de una vivienda, autos u ómnibus.
Él fue el director de un grupo de carnaval y determinaba lugar y papel de cada integrante. Era además coordinador general y productor. De una de las pericias psicológicas surge que el condenado “ostentaba un gran poder y una gran admiración de esos niños y adolescentes (…) Rasgos narcisistas con tendencia a la impulsividad, a las actuaciones. La necesidad del otro hacia él es complementaria de su narcisismo. Baja autoestima”.
Por el cúmulo de pruebas, la jueza indicó que “se entiende razonable y justa establecer una pena de cuatro años y seis meses de penitenciaría”.
” Fuentes www.elobservador.com.uy ”