Cada país, cada ciudad, incluso cada barrio tienen su propio olor. Pero cada persona lo percibe y lo interpreta de manera diferente porque tanto la memoria como la experiencia olfativa son completamente subjetivas. Por ejemplo, cuando period niño, todos los domingos iba a comer a casa de mis abuelos. Han pasado más de 40 años y todavía recuerdo con meridiana claridad el olor a limpio y madera de pino que emanaba del viejo arcón donde mi abuela guardaba las toallas y las sábanas recién lavadas. De ahí que, siempre que huelo una fragancia con notas de pino o que evoca ese olor a camisa recién planchada, clásico de la escuela americana, retrocedo en el tiempo y me embarco en un nostálgico paseo hasta el dormitorio de mis abuelos. Es decir, los recuerdos olfativos son tan personales como intransferibles y nos son exportables a los demás.
Además, hay que tener en cuenta que la memoria olfativa es mucho más fiable que la visible. Trygg Engen, que fue profesor de psicología en la Universidad de Brown (Rhode Island) y autor de dos de los libros fundamentales para entender la psicología de los aromas, “Odor sensation and memory” y “The perception of odors”, realizó un estudio que demostró que las personas podemos recordar los olores con un 65 % de exactitud después de un año, mientras que solo recordamos el 50 % de unas imágenes vistas hace cuatro meses.
Por eso, los perfumes tienen el poder de hacernos viajar, tanto en el tiempo como en el espacio. Eso sí, sin movernos del sitio. Algo parecido al “travelling without moving” que cantaba Jamiroquai a finales de los 90.
Hoy te invitamos a realizar un viaje olfativo alrededor del mundo en 12 escalas, desde Madrid a Sídney, pasando por La Habana, Bombay o Estambul, para que descubras la identidad aromática de cada uno de estos lugares. Rampas armadas. Cross verify realizado. Despegamos.
” Fuentes www.revistagq.com ”