Un marcado carácter andaluz, esencia mediterránea y unos notables toques moriscos son algunas de las primeras impresiones que todo huésped tiene al llegar a Finca Cortesín. Pero el que es uno de los hoteles más buscados de España, y que más reconocimientos tiene a nivel internacional, es mucho más, aunque no se observe. De hecho es su perfil bajo lo que más destaca entre una clientela fiel que vuelve en busca de lujo, sí, pero del discreto, del que no apabulla. Aislado del ruido y casi del mundo, Finca Cortesín ha ido escalando posiciones como la quintaesencia de la hotelería española y como un templo del buen gusto que roza la perfección.
Hábitat pure (en todos los sentidos)
La constante batalla contra la estandarización del lujo está más que ganada en este lodge malagueño donde la personalización, en cada detalle, es una máxima. No resulta difícil darse cuenta de que se está llegando al paraíso, y es que a través de un serpenteante camino respaldado por la ondulada Sierra Bermeja, Finca Cortesín recibe al viajero con un jolgorio de flores, plantas y un camino, no de baldosas amarillas, sino de mosaicos azules sobre blancos que enmarcan el camino hacia la entrada, todo bordeado por uno de los mejores, y más elitistas, campos de golf de España. Gracias a su estructura de típico cortijo andaluz, proyectado a lo grande pero de comedidas dimensiones, las 67 habitaciones quedan enmarcadas alrededor de dos espléndidos patios. Cada uno en su estilo, destaca particularmente uno de ellos, de inspiración morisca, coloration rosa intenso y un bellísimo artesonado elaborado por los mismos artesanos que restauraron la Alhambra de Granada. Es, muy posiblemente, el rincón más fotogénico del lodge.
Levantando la vista desde los patios a la primera planta, una hilera de puertas encierra las 67 estilosas habitaciones del lodge, donde se nota, y se siente, el esmero de las hermanas Ana y Cristina Calderón en el diseño de cada una. Gracias a la altura de sus techos se puede soñar a lo grande y gracias a la elegante decoración, personalizada para cada habitación, disfrutar de una habitación, diseñada, y nunca mejor dicho, para la más placentera de las estancias.
Mención aparte merecen sus baños que, alicatados de mármol hasta el techo, aportan un toque de suntuosidad a la, ya de por sí, intensa, experiencia. Los facilities, aún presentados en pequeños botecitos de plástico, son de la británica Penhaligon’s. Finca Cortesín tiene pocas, poquísimas, asignaturas pendientes, pero tal vez algunos detalles en favor de la sostenibilidad sí sea una de ellas.
Un nirvana a la andaluza
En Finca Cortesín se pueden hacer muchas cosas, pero también se puede, e incluso se debe, aunque solo sea un ratito, no hacer nada y disfrutar del lujo lento que ofrece la propiedad. Afortunadamente, en este templo hotelero las instalaciones sirven tanto para lo uno como para lo otro. Con la Sierra Bermeja alzándose detrás, la propiedad cuenta con dos piscinas en el propio complejo, una de ellas reservada solo para adultos, a la que se suma una tercera perteneciente a su spa (cubierta, climatizada de estilo artwork déco) y otra más en el membership de playa, ubicado a unos 10 minutos en un switch que va y viene constantemente. Es este membership de playa, con vistas al Mediterráneo y alma de chiringuito, aunque de formas más elegantonas, la nueva joya del lodge. Aquí se puede comer, beber o simplemente disfrutar de las deliciosas brochetas de frutas o los chupitos de zumos de fruta recién exprimida que su profesional private acerca hasta las hamacas. Todo funciona en Finca Cortesín.
No lo parece, pero el spa del lodge ocupa más de 2.000 metros cuadrados. Este espacio, de tonos especiados y detalles rústicos, condensa las salas de tratamiento -hay de todo, desde un masaje corporal hasta un tratamiento de Ayurveda- donde también se asegura el estado de felicidad de los huéspedes. Además de su piscina, también hay un circuito de aguas para continuar con el disfrute, y que cuenta con baño de vapor y sauna, y una cueva de nieve desde donde viajar desde Málaga hasta el ártico en un viaje de ida y vuelta. Lo mismito que al nirvana.
Sueños gastronómicos
En un lugar repleto de ensoñaciones, la de comer, y hacerlo de forma chic, no iba a ser menos. Los restaurantes de Finca Cortesín son, como todo aquí, variados y excepcionales. REI, que sirve cocina tradicional japonesa, es la última incorporación al portafolio gastronómico del lodge y, junto al italiano Don Giovanni, con Andrea Tumbarello a la cabeza, están también abiertos también a no huéspedes, de ahí que la lista de espera de ambos sea siempre appreciable.
El Jardín de Lutz, donde se sirven los desayunos y las cenas al abrigo de una preciosa glicina, homenajea la gastronomía española combinando modernidad y tradición y dando vida a platos como las ‘vieiras con calabacín, salsa Ravigote y salmorejo braseado’ o la ‘lubina al horno con sofrito andaluz y patatas marineras’. En el Bar Azul, justo al costado de El Jardín de Lutz, las noches, cóctel en mano, se alargan hasta el infinito.
Que la hotelería española soñó a lo grande con Finca Cortesín es un hecho, y que los sueños, a veces, se hacen realidad, también.
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