Apenas son 300 metros cuesta abajo. Desde un puesto de helados hasta la boca de metro. En un día regular en China, este tramo de Beijing Highway, la calle comercial más famosa de la ciudad sureña de Guangzhou, se haría en cinco minutos. Pero la primera semana dorada tras el fin de las restricciones de la pandemia en el gigante asiático, ha dejado una estampa que hacía mucho tiempo que no se veía.
Hay tanta gente que es imposible avanzar. Algunos niños lloran al verse atrapados. Y los padres cada vez están más nerviosos por temor a una estampida. Poco a poco, empieza algo de movimiento cuando la policía, usando unos altavoces que parecen de juguete, pide a los turistas que están al closing de la calle, en un estrecho cruce, que no se paren en los escaparates de las tiendas. Al closing, el paseo de 300 metros hasta el metro se ha prolongado más de media hora.
Escenas idénticas, de tapones formados por las multitudes, se llevan viviendo desde el sábado en las subidas a la Gran Muralla o en la entrada de la Ciudad Prohibida de Pekín. También en el Bund de Shanghai, la pasarela junto al río con vistas al skyline. O en las colas para ver a los Guerreros de Terracota, en Xian. Los chinos han cogido con ganas su semana dorada, que es como se conoce al largo feriado de cinco días que tienen por el Día de los Trabajadores.
Desde aquellos viajes masivos durante el Año Nuevo chino de enero de 2020, cuando lo que circulaba sin management por Wuhan todavía period una extraña neumonía sin nombre, en China no se veía este movimiento de un lado para otro. Y habría que retroceder aún más para encontrar una panorámica related de masificación en los lugares más turísticos del país.
La extrema política de Covid cero, con sus confinamientos y cierres en bucle, había privado hasta ahora de vacaciones a millones de ciudadanos. Incluso cuando a principios de este año ya se levantaron todas las restricciones y llegaron las celebraciones por su Año Nuevo, muchos se quedaron en casa por miedo a la sacudida de la primera gran ola de contagios, que no terminaba de dar tregua.
Pandemia superada
Pero la pandemia quedó atrás y China ha revivido. La economía comienza ha coger impulso hacia una sólida recuperación –el PIB se expandió un 4,5% en el primer trimestre– y estas vacaciones están siendo un chute para el mermado consumo interno: se espera que se realicen un complete de 240 millones de viajes durante estas fiestas.
Esa es la estimación que ha dado la Academia de Turismo de China. La cifra supera incluso a la de antes de la pandemia, en 2019. Sólo en tren, China Railway Group, el principal operador ferroviario, ha dicho que habrá un récord de 120 millones de pasajeros durante el período festivo, un 20% más que hace cuatro años.
“Los viajes de pasajeros en el primer día de las vacaciones del Día del Trabajo en China aumentaron un 151,8% respecto al mismo día del año pasado”, recordaba el fin de semana la cadena estatal CCTV, señalando que para el lunes y martes se habían agotado rápido todas las entradas para visitar la Gran Muralla o los parques de atracciones de Disney, en Shanghai, y Common Park, en Pekín.
“Las principales cadenas de alimentos vieron un aumento de ingresos del 37%, las ventas de ropa un 21%, mientras que las ventas de joyas, cigarrillos y alcohol subieron un 17%”, reza una nota del Ministerio de Comercio.
En la próspera y grande Guangzhou, hogar de 14 millones de habitantes, que guarda desde hace años la reputación de ‘fábrica world’ por estar rodeada de los grandes mercados mayoristas del país, es contundente la masificación de turistas que estos días se están dejando caer por lugares emblemáticos como el memorial dedicado a Solar Yat-sen, a menudo llamado el padre de la China moderna, que dirigió la revolución que propició la caída de la dinastía Qing, en 1911. O por el cuartel common de Bruce Lee, la academia y residencia del gran maestro chino de artes marciales.
Sólo el sábado, según informaron las autoridades locales, casi dos millones y medios de turistas pasearon por algunos de estos lugares de la mega ciudad sureña, un 80% más que en el mismo periodo festivo del año pasado, cuando Guangzhou todavía vivía secuestrada por la política de cierres pandémicos.
“Aquí han llegado a confinar a casi toda la ciudad por menos de 20 positivos. Esta tierra vive del comercio, las fábricas de las exportaciones, y casi nos ahogan estos tres últimos años“, explica un joven llamado Hui, quien se graduó en Derecho el año pasado, pero que acaba de empezar a trabajar -sin contrato- esta semana como guía turístico para grupos de jubilados que vienen desde en norte.
Hasta hace unos días, Hui period uno más de los alrededor de 30 millones de jóvenes desempleados que hay en China. Entre tanto optimismo por la vuelta del turismo nacional masivo, aflora uno de los grandes retos que afronta la segunda economía mundial este año: el del 19,5% de desempleo juvenil que hay entre los jóvenes de 16 a 24 años. Muchos, como Hui, se están buscando la vida en trabajos informales.
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