Hay que querer llegar a Valderrobres. Son casi dos horas desde Zaragoza, tres desde Barcelona o Valencia, casi cinco desde Madrid. Y aún así el esfuerzo vale la pena. El pueblo, asomado al río Matarraña, es una sucesión de rincones con encanto, de perspectivas inesperadas; uno de los conjuntos tradicionales mejor conservados del este peninsular y el sitio perfecto para tomarse un café y disfrutar de la calma después de tanta carretera.
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Pero Valderrobres es solamente el principio. Desde aquí, la carretera a Fuentespalda se interna en los montes. Después de cinco kilómetros, en un recodo, una pista se pierde en los pinares. Son seis kilómetros más que, a pesar de que la señalización es clara, te hacen dudar en algún momento. Pero, sí, es por ahí. Es difícil superar los 40 kilómetros por hora y eso te va situando. Porque aquí el ritmo es otro.
Lo entiendes cuando, tras un último recodo, te asomas a La Torre del Visco y al valle del Tastavins. Detrás de los cipreses, la torre de origen medieval domina un valle en el que mires hacia donde mires todo es bosque y silencio. El antiguo mas, así se llama aquí a las antiguas casonas agrícolas, es hoy uno de esos hoteles que a veces imaginamos cuando fantaseamos con desconectar, dejarlo todo al menos por unos días y no tener más que hacer que disfrutar del momento. Sin prisas, sin interrupciones, sin nada más que todo lo que nos rodea.
En La Torre del Visco hay poca cobertura para la telefonía móvil y las habitaciones no tienen televisión, pero no me di cuenta hasta el ultimate del segundo día. No tuve tiempo para echarlos en falta. Desde que Jemma te recibe y te acompaña a la que será tu habitación cruzando el patio y pasando junto a la cocina, todo eso queda atrás.
Porque este es uno de esos lugares con los que quizás hemos soñado, pero es, sobre todo, el lugar con el que soñaron Jemma Markham y Piers Dutton que, cuando trabajaban en Madrid en los años 90, encontraron esta casona abandonada de origen medieval y decidieron que su futuro estaba allí. Fueron años de obras, de luchas contra los elementos, porque si hoy es insólito un lodge en una ubicación como esta, en los años 90 period poco más que la thought de unos visionarios.
” Fuentes www.traveler.es ”