Las epidemias mundiales han causado más muertos que todas las guerras de la historia. Solo la epidemia de la influenza de 1918 y 1919 supuso la muerte de más 50 millones de personas. Tantas como la Segunda Guerra Mundial. Desde 1950 hasta hoy la humanidad ha sufrido SARS, gripe porcina, MERS, ébola, zika, fiebre amarilla, sida, fiebre de Lassa, cólera, y otras muchas enfermedades. “Cada mes, la Organización Mundial de la Salud recibe 5.000 señales de alerta temprana de enfermedades de todo el mundo, alrededor de 300 de las cuales necesitan más investigación y de las cuales 30 requieren estudios de campo más profundos para investigar su potencial para causar epidemias”, cube un informe del Foro Económico Mundial. Desde enero de este año hasta hoy, España ha tenido dos avisos serios: uno de hepatitis y otro de viruela del mono, aparte del incremento de casos de Covid19.
Sin embargo, el coste económico de una pandemia es algo que ha sido difícil de calcular porque no se tienen todos los datos en la mano. Un informe del Banco Mundial datado en 2017 afirmaba que “el coste global anual de las pandemias desde moderadamente severas a severas es de aproximadamente 570.000 millones de dólares”, lo que equivale a casi el 40% del PIB español o el 0,7% del PIB mundial. Es un informe terminado dos años antes del estallido de la pandemia del Covid19. ¿A cuánto ascendería ahora una pandemia?
Otro estudio del impacto económico de aquel SARS-CoV2 de 2003 publicado en el Nationwide Middle for Biotechnology Info de EEUU (NCBI) afirmaba que resultaba muy difícil conocer su impacto económico porque period incalculable. (‘Estimating the worldwide financial prices of SARS’, de Jong-Wha Lee y Warwick J. McKibbin). Cuando explotó aquel brote de SARS en 2003 quedaron infectadas unas 8.000 personas, aunque solo causó 800 muertes. Fue el antecedente del SARS-CoV 2 que todos conocemos desde 2020. De hecho, se llamó SARS-CoV1 a la pandemia de 2003 porque se trataba de un coronavirus. ‘he Economist’ se atrevió en 2014 a calcular que los daños fueron por valor de más de 50.000 millones de dólares a la economía mundial, pero no reveló sus fuentes.
El estudio del NCBI realizado en 2004 indicaba que los costes económicos de una enfermedad world como el SARS iban más allá de los daños directos incurridos en los sectores afectados de los países afectados por la enfermedad. “Esto no se debe solo a que la enfermedad se propaga rápidamente entre países a través de redes relacionadas con los viajes globales, sino también a que cualquier impacto económico en un país se propaga rápidamente a otros países a través del aumento de los vínculos comerciales y financieros asociados con la globalización”. Hoy casi nadie en Europa o EEUU se acuerda de aquella pandemia causada por un coronavirus. La razón es que afectó sobre todo a Asia. Pero la OMS exigió desde entonces a todos los países un protocolo, y España lo aprobó en 2005.
Después de aquel brote pandémico, hubo algunos más a gran escala. Uno fue la gripe aviar de 2005 y otro la gripe porcina de 2009 o gripe A. “El virus [gripe A] empezó a producir casos de gripe en el mes de marzo [de 2009] en México, y a partir de mediados de abril en 6 semanas se extendió por todo el mundo”, cube un informe firmado en marzo del 2010 en ‘Archivos de Bronconeumología’ por Josep Vaqué, del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología, Hospital Universitario Vall d’Hebron, en Barcelona.
La ministra de Sanidad del entonces, Trinidad Jiménez, compró 37 millones de dosis de vacunas contra la gripe A en una primera tanda por 98 millones de euros. Por fortuna, su patogenicidad y virulencia eran bajas, decían los informes. “En España se vacunaron como máximo 3 millones de personas contra la gripe A y hubo 271 muertos (para 47 millones de habitantes)”, afirmaba un artículo de la revista “Acta Sanitaria”, donde se criticaba a la ministra por exagerada y catastrofista. Sobraron vacunas y España habló de donar cuatro millones de dosis a países de América Latina antes de que caducaran. Pero al remaining se procedió a destruirlas, lo cual le supuso a la ministra sufrir las más grandes críticas. Si los críticos hubieran tenido una máquina del tiempo para transportarles a 2020 habrían visto cómo un coronavirus se cobraba la vida de más de 100.000 personas en menos de dos años y que durante casi un año no hubo vacunas, (y aún no las hay para los países en desarrollo). Todo lo cual demuestra que cuando hay una pandemia, ser “catastrofista” permite prepararse para lo peor.
En 2015, Corea del Sur conoció un brote de MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio). Como estuvo muy localizado solo hubo que poner en cuarentena a 16.000 personas; murieron 38 personas. En teoría, el impacto fue pequeño pero aquel brote epidémico provocó cambios sustanciales en el comportamiento de los consumidores. Por ejemplo, se redujeron las visitas turísticas al país en un 41 %. Además, los ciudadanos coreanos evitaban visitar restaurantes, teatros y centros comerciales. El Banco de Corea recortó sus tipos de interés de referencia a un mínimo histórico para animar la economía.
El impacto económico de las pandemias en África es devastador. “Los países de África occidental de Guinea, Sierra Leona y Liberia han sufrido una pérdida económica acumulada de al menos el 10% del producto interno bruto (PIB) como resultado de la enfermedad del virus del Ébola”, decía un informe de ‘The Lancet’ datado en 2016. “El virus del zika ya está teniendo un efecto sustancial en la industria del turismo del Caribe cuando las parejas jóvenes van a otro lugar para sus lunas de miel”. Según un mapa elaborado por el Centro de Dinámica de Enfermedades, Economía y Política (con sede en Washington) la inmensa mayoría de las pandemias se ha originado en África o en Asia y ha atacado principalmente a países en vías de desarrollo.
Uno de los virus más endémicos es el del VH/SIDA. Según ONUSIDA (Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA), 42 millones de personas en todo el mundo viven con el virus. “Se estima que los costos médicos de varios tratamientos de pacientes con VIH, incluidas las terapias antirretrovirales altamente activas (TARGA), superan los 2.000 dólares por paciente por año”, afirma un artículo de NCBI. “En las regiones del sur de África, los costos totales de los servicios de salud relacionados con el VIH, basados en una tasa de cobertura supuesta del 10%, oscilan entre el 0,3 y el 4,3% del producto interno bruto (PIB)”. Algunos expertos publicaban en “The Lancet” que el coste de las pandemias de todo tipo supera al coste del cambio climático (“Assessment of economic vulnerability to infectious disease crises). “Simplemente calcular la cantidad de viajes turísticos cancelados, las disminuciones en el comercio minorista y factores similares no es suficiente para obtener una imagen completa del impacto del SARS porque existen vínculos dentro de las economías, entre sectores y entre economías tanto en el comercio internacional como en el capital internacional”.
¿Ha aprendido algo la humanidad con la pandemia de Covid19? Los países más desarrollados siempre habían creído que las graves epidemias eran cosa de los países menos desarrollados. “Siempre queremos creer que la historia les sucedió solo a ‘los demás’, ‘en el pasado’, y que de alguna manera estamos fuera de la historia, en lugar de estar atrapados en ella”, decía Laurie Garrett en su libro ‘La Plaga que viene’ escrito en 1994. La historia demuestra que la humanidad ha vivido asediada por las plagas y algunas de ellas han arrasado enormes masas de población, desde la peste negra a la viruela. Los estudios del impacto del SARS-CoV1 realizados en 2004 por el NCBI ya avisaban que una pandemia peor podría venir, pero los cálculos económicos. “Se especula que el SARS podría resurgir en una forma aún más letal en la próxima temporada de influenza”. Decía el informe. Pero cuando los expertos se ponen a calcular el impacto económico se quedan en blanco. “Nuestros costos son mayores que muchas de las estimaciones que actualmente aparecen en los medios”, decía el estudio del NCBI.
Lo que sí han visto los expertos es que a medida que transcurren los años, los humanos se mueven en medios de comunicación más rápidos, en mayores masas de población y a lugares más lejanos. El aumento del nivel de vida de los países en vías de desarrollo genera un esperado bienestar. Eso significa más turistas, con lo cual hay que construir medios de transporte más masivos. En 2004 no existían aún los gigantescos Airbus 380 con capacidad para más de 500 pasajeros. Tampoco existían los portentosos buques portacontenedores como el HMM Algeciras de 400 metros de eslora (2020) y con capacidad de transportar casi 24.000 contenedores, ni había tantos trenes de alta velocidad. El mayor crucero del mundo, el impresionante ‘Surprise of the Seas’, se botó de los astilleros franceses Chantiers de l’Atlantique para Royal Caribbean en 2019. Tiene 362 metros de eslora.
“Una persona que alberga un microbio potencialmente mortal puede abordar fácilmente un avión a reacción y estar en otro continente cuando aparecen los síntomas de la enfermedad. El propio avión a reacción, y su carga, pueden transportar insectos que traen agentes infecciosos a nuevos entornos ecológicos. Pocos hábitats en el mundo permanecen verdaderamente aislados o vírgenes, ya que los turistas y otros viajeros penetran en las áreas más remotas y antes inaccesibles en su búsqueda de nuevas vistas, negocios o para divertirse”, afirmaba Laurie Garret en “La Plaga que viene”. Si se comparan las pandemias de ahora con las del pasado, se llega a una conclusión esperanzadora: las medidas sanitarias y las vacunas han evitado estragos masivos. Pero, al contrario, el coste económico ahora es mucho mayor porque para combatir las pandemias se ponen en marcha terribles bloqueos planetarios que desencadenan consecuencias económicas devastadoras.
” Fuentes www.lainformacion.com ”