El yacimiento arqueológico de El Mirador, en Guatemala, sigue siendo un secreto para muchos viajeros y curiosos de todo el planeta. Su ubicación, cerca de la frontera norte con México, en lo más frondoso de la selva maya, le ha ayudado durante siglos a mantener este secretismo, burlando al progreso y, en cierto modo, a los arqueólogos. No es que este lugar se resisitiera a ser descubierto (las primeras investigaciones y excavaciones tuvieron lugar hace casi 100 años), sino que los diversos factores económicos y políticos de este hallazgo en la provincia de Petén. De hecho, la primera vez que fue intuido fue en 1926 cuando unos exploradores de una empresa chiclera otearon en el horizonte unas estructuras que superaban las copas de los árboles.
Desde esta anécdota el lugar fue bautizado como El Mirador, comenzando así la leyenda de un lugar único en el mundo. Y es que, cuando los expertos decidieron medir sus edificaciones, dieron con un hito: la pirámide bautizada como La Danta se alza hasta alcanzar los 72 metros de altura. O, lo que es lo mismo, es la más alta de todas las construcciones de este estilo del continente, superando a otros yacimientos como Chichen Itzá o Teotihuacán.
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