El proyecto comenzó en 1995, a manos de varios viticultores que se unieron con el deseo de crear un txakolí de calidad que trasmitiera el carácter private de Bizkaia, la zona de producción, sirviéndose de las variedades autóctonas Hondarribi Zuri y Hondarribi Zuri Zerratie. Con tres hectáreas iniciales en Muskiz, Bakio y Mendata, inauguraron las Bodegas Itsasmendi. En 2003, las instalaciones se trasladaron a Gernika y en 2018 empezaron a construir su edificio insignia, la bodega moderna e integrada en el paisaje en la que producen sus vinos actualmente.
Las obras de las nuevas instalaciones finalizaron en 2020, coincidiendo con el veinticinco aniversario del proyecto, y justo después llegó la pandemia. Garikoitz Ríos, director técnico y fundador de Bodegas Itsasmendi, explica a Viajes Nationwide Geographic“hemos aprovechado estos dos años para analizar qué modelo de visita queremos ofrecer a la gente”. Ahora, la bodega abre sus puertas al público en un amplio abanico de experiencias que aúnan el vino, la historia y la naturaleza.
Al principio, una cabaña
Las visitas empiezan en la Cabaña Urdaibai, ubicada en la entrada, con una primera copa de Ados, un txakolí cuyo sabor evoca la brisa de un paseo por los acantilados. Junto al vino, una breve explicación sobre la historia de Bodegas Itsasmendi y su filosofía. “Trabajamos desde el máximo respeto al medio ambiente, con una viticultura que hace de puente entre la naturaleza y el vino”, afirma Garikoitz Ríos.
Después de esta parada inaugural, el recorrido avanza por un camino de tierra que paso a paso se adentra en el mundo Itsasmendi. En el lado derecho, las primeras viñas. En el izquierdo, el murmullo del río Amunaga. Con cada paso, los visitantes se sumergen en el paisaje fresco y verde que caracteriza el Urdaibai, bajo las encinas, los castaños, el eucalipto y los robles del bosque centenario que crece junto al río.
Al remaining del camino, un edificio rectangular de colour tierra emerge del suelo: la bodega. Decidieron construirla en la parte inferior de la parcela para conservar el caserío ubicado en la zona superior. “La historia no solo se lee, también se escribe”, explica Garikoitz, que ha querido respetar tanto el caserío de 150 años, como la ermita de 1897, el antiguo pajar, el granero y otros elementos históricos que ha mantenido e integrado en su proyecto.
Hecha de molde y hormigón, la bodega representa el suelo sobre el que se ha construido y ha sido diseñada por el estudio gernikarra Careaga-Ormaetxebarria para que esté en permanente interacción con el medio. “Queremos que con el sol se decolore, que con la humedad aparezca musgo y que dentro de unos años, al igual que los árboles, el edificio se haya vuelto más oscuro, que muestre el paso del tiempo”, asegura Garikoitz.
A lo largo de la visita, el viajero recorre los puntos más interesantes del terreno, deteniéndose a saborear una copa de txakolí acompañada de pintxos de productos de temporada en cada uno. Vino de maceración carbónica con queso de oveja en el pajar, Itsasmendi Paradisuak Txirene con embutidos entre las viñas y el bosque, y así hasta llegar a la puerta de la gran bodega.
I+D bajo tierra
En el inside del edificio aguardan 65 depósitos, una sala de I+D para nuevas elaboraciones acordes a las tendencias de mercado y un espacio de microvinificaciones para mejorar la calidad de algunos de los productos y aventurarse con otros. “Una parte importante de la mejora de los vinos está en la inquietud permanente de hacer las cosas mejor”, afirma Garikoitz.
En Bodegas Itsasmendi han querido aprovechar la diversidad que existe en sus 35 hectáreas de viñedo, repartidas en 15 parcelas en diversos puntos de Bizkaia, para buscar el máximo potencial etnológico de cada pequeño ecosistema. De ahí que utilicen 65 depósitos para elaborar, por separado, el txakolí de cada zona diferencial del viñedo, creando así una amplia e innovadora gama de productos.
Entre los depósitos, contemplando el bosque a través del ventanal que corona la estancia, una copa de Itsasmendi 7, el vino que cambió el rumbo de la bodega y del propio txakolí. Itsasmendi 7 apareció en 2003 como resultado de un doble objetivo: conseguir un txakolí con más estructura, más gastronómico, que pudiera incluirse en las cartas de los restaurantes y, a su vez, que pudiera perdurar en el tiempo gracias a su buque insignia, la acidez. Siete años más tarde, en 2010, Itsasmendi 7ganó el primer Bacchus de Oro y puso al txakolí en el mapa.
Catando Urdaibai
Unido a este txakolí está uno de los proyectos complementarios más interesantes de Bodegas Itsasmendi, una iniciativa que pretende dar valor al concepto de añada y trasladarla al consumidor a través de la fotografía. Cada año, desde Itsasmendi eligen un tema relacionado con algo que haya pasado en la bodega durante esa temporada y se lo encargan a un fotógrafo para que represente ese concepto a través de una imagen. Luego, las fotografías se añaden en formato pequeño en las etiquetas de las botellas de Itsasmendi 7, identificando la añada a la que pertenece cada vino.
Otra iniciativa interesante es el proyecto de cooperación que Itsasmendi realiza con el Urdaibai Chook Heart, el centro de interpretación de aves de la Reserva Pure, llamado “Las Seis joyas de Urdaibai”. El proyecto consiste en la elección de seis aves que habitan en la marisma, que aparecen representadas aleatoriamente en las etiquetas del txakolí Itsasmendi joven, para dar visibilidad a la fauna autóctona que habita en el territorio.
El último sabor de la visita está reservado para Aritzar, un txakolí muy especial que se degusta en el piso superior de la bodega, en una sala que parece abierta al bosque gracias a la ventana que ocupa la parte frontal de la estancia. En cada temporada, Artizarse elabora con uvas de una parcela distinta. Luego, se le encarga a alguien del mundo de la literatura que escriba un poema en clave de paisaje que se imprime en un papel que envuelve la botella.
Así, Artizar ejemplifica perfectamente la esencia de las Bodegas Itsasmendi: el empleo de la tecnología más moderna para crear vinos con historia, la innovación y el espíritu inquieto unido al deseo de permanencia y la fusión del txakolí y el arte a través de su característica sensibilidad. Garikoitz asegura: “El vino es como la música o la literatura, no hay que saber de ello para poder disfrutarlo”.
” Fuentes news.google.com ”