Mientras cientos de migrantes cubanos llegaban a las costas de los Cayos de la Florida en Año Nuevo, las autoridades locales se quejaron al estado de que sus recursos policiales se estaban agotando.
En ese momento, nadie más que las autoridades federales sabían que la disaster se estaba gestando.
El Servicio Guardacostas, que vigila las vastas aguas entre las costas de la Florida, las Bahamas, Cuba y Haití, tenía a bordo de sus barcos a más de mil migrantes —la mayoría cubanos, aunque había algunos haitianos— en la cubierta de sus barcos en alta mar. A diferencia de los que llegaron a tierra en el transcurso de esta última ola migratoria, las personas detenidas en el mar han sido devueltas a sus países en barcos del Servicio.
El Servicio Guardacostas había estado haciendo entre 100 y 200 repatriaciones al día, pero el gobierno cubano estaba celebrando las fiestas y los migrantes no pudieron ser llevados de vuelta inmediatamente.
“No es una circunstancia normal”, dijo el contralmirante Brendan C. McPherson, comandante del Séptimo Distrito de Guardacostas y director del Grupo de Trabajo de Seguridad Nacional-Sureste (HSTF-SE), sobre el número de migrantes a bordo de sus guardacostas.
“Hubo un aumento del flujo. Más personas salieron de Cuba durante las vacaciones”, dijo. “Concluimos que la razón es la misma por la que no pudimos hacer las repatriaciones: el gobierno cubano está de vacaciones como cualquier otro”.
Lo que ocurrió en Año Nuevo, dijo McPherson, “fue una coincidencia de hechos” que ha continuado presionando los recursos del Servicio mientras la agencia aumenta su vigilancia. Recientemente se han desplegado embarcaciones y aviones adicionales.
El trabajo del grupo operativo de McPherson es coordinar la respuesta de los organismos federales, locales y estatales. Para hacer más claro este punto, los funcionarios del Servicio Guardacostas dijeron que, entre el 30 de diciembre de 2022 y el 2 de enero, el número de interceptaciones de migrantes, aprehensiones y encuentros realizados por los aliados del Grupo de Trabajo ascendió a 1,445.
“Algunas personas pueden no darse cuenta que el estado, los condados y los municipios locales en la región del sur de la Florida han sido parte del grupo de trabajo desde el principio”, dijo McPherson. “Participan, son miembros del grupo operativo, nos coordinamos [y] sincronizamos nuestros esfuerzos”.
A principios de este mes, cuando las dependencias locales y la Patrulla Fronteriza se vieron desbordadas mientras respondían a la llegada de migrantes cubanos, el gobernador Ron DeSantis activó a la Guardia Nacional de la Florida para ayudar a responder.
“Siempre hemos estado y seguiremos coordinando y sincronizándonos con el estado”, dijo McPherson. “El hecho que el gobernador determinara que era apropiado declarar una emergencia y activar a la Guardia Nacional es una decisión suya, no nuestra, y mientras estén trabajando en el mismo espacio que nosotros, queremos asegurar que no haya conflictos y que haya coordinación y sincronización. Eso es lo que estamos haciendo hoy”.
Desde el 1 de octubre, inicio del año fiscal federal, el Servicio Guardacostas interceptó a 5,183 cubanos en el mar que intentaban llegar a Estados Unidos. Mientras tanto, los agentes de la Patrulla Fronteriza se encontraron con más de 240 desembarcados.
Se espera que el aumento de cubanos interceptados en el mar supere los 6,182 que fueron repatriados hasta el 30 de septiembre de 2022, last de ese año fiscal que comenzó el 1 de octubre de 2021.
Mientras tanto, las autoridades estadounidenses también vigilan de cerca a los haitianos, cuyos arriesgados viajes por mar se han visto obstaculizados por la escasez de flamable en ese país, en medio de una disaster política y la violencia de las pandillas.
El número de haitianos interceptados en el mar es mucho menor que el de cubanos —1,244 en lo que va de año fiscal— pero las bajas cifras pueden explicarse por la falta de flamable y el refuerzo de las patrullas del Servicio Guardacostas en las aguas territoriales de Haití y frente a la costa noroeste del país.
El año pasado, cuando el año fiscal federal terminó el 30 de septiembre, el número de interceptaciones de haitianos en el mar había superado 7,100, la cifra más alta en casi dos décadas.
Aumento
McPherson dijo que fue en esta época del año pasado cuando él y sus tripulaciones empezaron a ver un aumento en el número de migrantes procedentes de Cuba y Haití.
“Fue un primer indicador de que algo era diferente”, dijo. “Llevábamos mucho tiempo haciendo este tipo de operaciones y algo había cambiado”.
Tanto Cuba como Haití se han visto inmersos en disaster humanitarias y económicas que siguen empeorando. En Cuba, donde las protestas antigubernamentales de julio de 2021 desembocaron en encarcelamientos, la gente huye tanto de las medidas represivas del gobierno como de una economía desastrosa. En Haití, la población se enfrenta al vacío político creado por el asesinato del presidente Jovenel Moïse el 7 de julio de 2021, junto con la escasez crónica de flamable, el aumento del hambre, los secuestros desenfrenados y las pandillas violentas.
Ante esta realidad, los ciudadanos de ambos países caribeños se han lanzado al mar.
“En agosto la situación había alcanzado un nivel tal que sabíamos que íbamos a tener que mantener esto durante mucho tiempo o al menos teníamos previsto hacerlo”, dijo McPherson. “Fue entonces cuando, el 21 de agosto, elevamos al siguiente nivel nuestra planificación bajo la Operación Centinela Vigilante, nuestro plan para migración masiva”.
Desde entonces, el Servicio Guardacostas, Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), así como las oficinas locales en los Cayos de la Florida, han observado un aumento continuo y constante de la migración desde Cuba, que culminó con al menos 10 desembarcos en un día en Año Nuevo. Más de 100 haitianos también llegaron más tarde en barco, desembarcando en Cayo Largo.
“Por otras razones, Haití también se ha visto afectada”, dijo McPherson. “Así que empezamos a ver lo que yo llamo olas de salidas de barcos de haitianos, que seguimos viendo hasta el día de hoy. Son consecuencias similares, pero con aspecto diferente”.
En el caso de los cubanos, se trata de un viaje peligroso en balsas improvisadas, a veces hechas de neumáticos o trozos de madera atados entre sí; para los haitianos, el viaje es mucho más largo, pues suele durar días. Aunque los desembarcos son menos frecuentes que para los cubanos, los migrantes haitianos suelen viajar en veleros abarrotados.
Otra diferencia es cómo se desarrollan los viajes. Aunque en ambos casos los migrantes pagan a contrabandistas y tienen diferentes formas de llegar sanos y salvos, los viajes de los cubanos parecen estar “mejor planificados”, según los guardacostas. Los migrantes cubanos usan teléfonos móviles y tecnología GPS para navegar; algunos también esperan en cayos aislados de las Bahamas.
“Antes no era así. Salían al mar y veías adónde te llevaban el tiempo y las corrientes”, dijo McPherson, refiriéndose al mayor uso de la tecnología. “Están un poco más equipados; están mejor informados por otras personas que han hecho estos viajes. Creo que esa es la diferencia”.
Prohibido el parole
A principios de este mes, en un intento de frenar la migración ilegal en las fronteras de Estados Unidos, el gobierno de Biden anunció un programa de parole de dos años para los migrantes procedentes de Cuba, Haití y Nicaragua, comparable al que ya existe para los venezolanos. La nueva política permite que 30,000 migrantes de los cuatro países entren en Estados Unidos cada mes, siempre que tengan un patrocinador estadounidense, hayan superado la comprobación de antecedentes y tengan un pasaporte válido.
La semana pasada, el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, anunció que los cubanos y haitianos que salgan al mar no podrán verse protegidos por el programa de parole; también se enfrentarán a una prohibición de entrada a Estados Unidos de cinco años.
McPherson dijo que espera que el nuevo programa reduzca la migración, pero por ahora están centrados en hacer el trabajo que siempre han hecho.
“Nuestra meta y nuestro objetivo es interceptar estas embarcaciones lo más cerca posible de su punto de partida”, dijo. “Y la razón principal es porque son inseguras y esto muchas veces tiene consecuencias mortales, así que queremos evitar lesiones graves o la pérdida de vidas”.
Hacerlo no siempre es fácil. Aunque una embarcación de migrantes puede decidir voluntariamente dar la vuelta después de ser detenida por los guardacostas, muchas veces los responsables de las embarcaciones se resisten cuando son interceptados.
“A veces amenazan a nuestros equipos de abordaje; pueden amenazar a otras personas como un intento de evitar que subamos a bordo, o pueden simplemente ignorarnos y continuar”, dijo McPherson.
Una vez que la embarcación se acerca a la costa, los migrantes se muestran más decididos y desesperados. Los guardacostas tienen entonces que hacer un nuevo cálculo sobre si dejar que la embarcación continúe o detenerla antes que los migrantes caigan al mar, lo que ha ocurrido en varios desembarcos de haitianos.
“Vemos un nivel de determinación y, francamente, de imprudencia que los pone en peligro y pone en peligro a nuestros oficiales, así que lo primero que intentamos hacer es estabilizar y asegurar la situación lo mejor que podemos”, dijo McPherson. “Una vez más, la mejor opción suele ser aumentar la presencia en el lugar de los hechos y, si es necesario, podemos emplear una fuerza limitada para detenerlos y luego para sacarlos de una manera segura y ordenada.
“Una de las primeras cosas que hacemos siempre es… [que] queremos proporcionarles suficientes chalecos salvavidas [por si] ocurre algo, ya sea como resultado de su intento de evadirnos o simplemente porque las embarcaciones son inestables e inseguras”, dijo. “Pero, en muchos casos, a veces se niegan a usarlos”.
Según los cálculos de los guardacostas, unos 30,000 migrantes viajaron por el Caribe el año pasado. No todos fueron interceptados, dijo McPherson.
“Es la mayor cantidad que hemos visto desde 1994”, dijo, volviendo su atención al plan de migración masiva del HSTF.
“El plan se ha puesto en marcha y se ha usado [y], por eso, francamente, pudimos interceptar a 1,000 migrantes y retenerlos”.
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