Ya queda muy poco para disfrutar de The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom, que se pondrá a la venta el 12 de mayo, y que como os contamos en nuestras impresiones, tiene una pinta espectacular. Para hacer más llevadera la espera, cada día de aquí hasta su lanzamiento vamos a repasar un juego de la saga, desde los más recientes hasta los más antiguos.
The Legend of Zelda: A Link to the Past (1991)
A pesar de los años que tiene a sus espaldas, Super Nintendo es una consola que se sigue reivindicando a día de hoy por poseer un catálogo amplio y de una calidad excelsa. Es imposible comentar esta mítica consola de 16 bits sin mencionar algunas joyas atemporales como Super Metroid, Super Mario World, Street Fighter II o, por supuesto, The Legend of Zelda: A Link to the Past, la entrega que hoy nos ocupa en el completo repaso que estamos realizando sobre la saga en vísperas del inminente estreno de Tears of the Kingdom.
Hablar de A Link to the Past no es solo hacerlo de uno de los mejores títulos que nos ha regalado The Legend of Zelda en su conjunto y de una obra que ha aguantado a las mil maravillas el paso del tiempo en prácticamente todos sus apartados, sino también de una de las aventuras en dos dimensiones mejor diseñadas de la historia que, por exagerado que suene, sigue siendo influyente en los tiempos modernos. Dicho de otra manera, A Link to the Past fue un videojuego adelantado a su tiempo y ha envejecido tan bien que cualquier jugador curioso que se quiera acercar a él en pleno 2023, más de treinta años después de su lanzamiento original, puede hacerlo sin temor alguno, ya que tanto en el terreno visual como jugable sigue siendo tan exquisito como el primer día.
Ampliando lo visto en el Zelda original
A Link to the Past es, a grandes rasgos, una tremenda expansión de las bases y de la fórmula que estableció el primer The Legend of Zelda cuando se puso a la venta para Nintendo Entertainment System allá por 1986. De esta manera, nos encontramos ante un título que nos propone ponernos en la piel de Link, un joven descendiente de los caballeros de Hyrule que comparte ciertas virtudes con el héroe del que hablan las leyendas, para viajar por unas peligrosas tierras de fantasía repletas de enemigos a los que enfrentarse, acertijos que resolver, mazmorras que explorar, secretos por descubrir y doncellas que rescatar.
La evolución más evidente con respecto a la primera entrega la encontramos en su apartado gráfico, el cual ofrece tanto personajes como entornos, objetos y escenarios muchísimo más ricos en detalles y, por tanto, más reconocibles y con más personalidad. Su estética es tan agradable a la vista, característica y querida por los fans que ha intentado ser replicada en mil y una ocasiones, la mayoría de veces sin el éxito esperado. Asimismo, a poco que tomamos el control del héroe hyliano de ropajes verdes nos damos cuenta de que realizar cualquier movimiento, ya sea desplazarse o dar espadazos, es una auténtica delicia y que, en pocas palabras, se percibe como una mejora sustancial del Zelda original.
Un viaje entre dos mundos
Dejando a un lado algunas bondades como su precioso apartado técnico o su extraordinaria banda sonora, la cual estableció muchos de los temas icónicos que siguen sonando a día de hoy en las entregas más modernas, A Link to the Past se ha quedado grabado a fuego en la mente de los jugadores -sobre todo en la de aquellos que pudieron disfrutarlo en su momento- porque nos permite explorar dos mundos diferentes, todo un prodigio a nivel tecnológico casi impensable para la época y que, a día de hoy, todavía nos sigue pareciendo igual de sorprendente.
El hecho de introducir el Mundo de la Luz y el Mundo de las Tinieblas en un mismo cartucho fue un total acierto a nivel de diseño, y es que resulta realmente divertido, gratificante e incluso desafiante viajar de manera constante entre ambos mundos interconectados para descubrir nuevas zonas y llegar a sitios que, en un principio, parecían inalcanzables. En este sentido, se podría decir que, hasta cierto punto, el mundo del juego era un puzle en sí mismo, puesto que en muchas ocasiones se nos obliga estrujarnos los sesos para descubrir el camino ideal que nos permita proseguir en nuestro periplo para derrotar al mal.
También es muy interesante la manera en la que el juego marca enormes contrastes visuales y tonales con ambos mundos. En un lado de la balanza tenemos el Mundo de la Luz, un lugar que, pese a que ha sido azotado por las fuerzas del mal, destaca por sus bosques verdes, sus praderas y su rebosante vida salvaje, mientras que en el lado contrario encontramos el Mundo de las Tinieblas, un reino que representa la decadencia y la destrucción en su máximo esplendor al presentar parajes sin vida, zonas desoladas y aldeas invadidas e infestadas por monstruos. Este concepto se ejecutó con tanta maestría que lo volvimos a ver en futuras entregas como The Legend of Zelda: A Link Between Worlds, una secuela directa que llegó a Nintendo 3DS.
Un clásico atemporal e irrepetible
Es sumamente complicado -por no decir imposible- hacerle justicia a The Legend of Zelda: A Link to the Past y condensar todas sus bondades en un pequeño artículo, al igual que también lo es no caer en la redundancia y destacar algo que no se haya destacado ya. Podríamos pasarnos horas yéndonos por las ramas y deshaciéndonos en halagos con este videojuego, aunque lo mejor que os podemos recomendar es que lo juguéis por vuestra propia cuenta si todavía no lo habéis hecho o que, por otro lado, le volváis a dar una vuelta si lo disfrutasteis en su día para redescubrir la enorme cantidad de ideas que surgieron de él y que marcaron el camino a seguir para las aventuras en 2D venideras.
Los suscriptores de Nintendo Switch Online pueden disfrutar de esta joya que, como ya hemos comentado, mejoró en todos los aspectos imaginables al primer The Legend of Zelda, desde la aplicación de Super Nintendo Entertainment System de este servicio de suscripción de pago.
A continuación podéis consultar los anteriores artículos de nuestra cuenta atrás hasta Tears of the Kingdom:
” Fuentes vandal.elespanol.com ”