El volcán Hekla aparece imponente en muchos de los paisajes de las tierras altas del sur de Islandia: desde Hjalparfoss, al norte o el impresionante Landmannalaugar, al este. Sus 1.491 metros de altura emergen entre campos de lava, a veces cubiertos de vegetación y otras de nieve. Ubicado en la región de Suðurland, durante la Edad Media se le conocía como la puerta del infierno debido a su aspecto y a su actividad volcánica, que ha registrado una veintena de erupciones desde el año 874 d.C. La última en el mes de febrero del año 2000.
Este estratovolcán forma parte de una cadena volcánica de 40 kilómetros de largo, cuya zona más activa se corresponde a los 5,5 km del Heklugjá, el volcán Hekla propiamente dicho. A diferencia de la mayoría de los estratovolcanes, el Hekla no tiene un único cráter, y erupciona a través de una fisura que transcurre a lo largo de su cresta o “quilla”, algo que también ocurre en el Callaqui de los Andes chilenos.
Una de las formas de disfrutar del Hekla es desde Landmannalaugar, uno de los paisajes más espectaculares de Islandia al que se accede por una pista de 100 km con vistas al volcán Hekla desde la ciudad de Hella. En invierno, el blanco lo tiñe todo, mientras que cuando empieza a deshelarse, las montañas de riolita sacan a relucir su gama de ocres.
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