La capital de Nepal es una parada obligatoria antes de colgarse la mochila y hacer un ‘trekking’ por los Himalayas, una opción barata para reencontrarse con la montaña y enfrentarse a la experiencia de rodear un 8.000, entre ellos el Everest.
Nepal es un país asiático que engancha. Aterrizas en Katmandú y comienzas a encontrarte con mochileros que han visitado este lugar en seis, en 10 y hasta en 25 ocasiones. Es un destino barato pese a la inflación, la pospandemia y el alza de los combustibles. Además, la presión social es menor que en sitios como India -ya sé que las comparaciones son odiosas-. Apenas hay cazaturistas en busca de comisión y cuando te topas con uno basta con un “no” para que desista.
La mendicidad es mínima y tampoco hay sensación de hambre por las calles. Hay pobreza, falta de recursos, infraestructuras muy deficitarias, pero el Gobierno nepalí ha conseguido garantizar que la mayoría de sus ciudadanos coma, al menos, dos platos diarios de dal bhat, el combo de arroz con sopa de lentejas, verdura y picante. Un menú barato, energético y rico, aunque de digestión pesada.
El resto de ingredientes que explican su tirón turístico son la simpatía, su charla fácil, el uso generalizado del inglés, la posibilidad de disfrutar de ocho de las montañas más altas (Everest, Annapurna, Manaslu, Cho Oyu, Kanchenjunga…), el acceso a trekkings increíbles y la escasa delincuencia.
Estar un par de días en Katmandú suele ser casi obligatorio antes de iniciar un paseo montañero por el país. Si le mueve el turismo de naturaleza, le recomiendo que desde España contacte vía mail con alguna agencia especializada -yo opté por Asian Mountain climbing Crew por sus precios ajustados-. Cuando contrate el trekking, su agente llevará su pasaporte y el resto de datos al ministerio para informar del itinerario. Y pagará el derecho de paso por atravesar algún parque nacional. Además, hay circuitos, como el del Manaslu, en los que el Gobierno obliga a contratar a un guía y donde se recomienda el uso de un porteador. Sitios remotos, con carteles indicadores prácticamente inexistentes, donde requerirá ayuda para no perderse y poder entender a los dueños de los tea homes donde comerá y dormirá.
Cuando tenga lista la burocracia excursionista, le recomiendo que exprima ese par de días en una visita exprés por Katmandú. Arranque en el barrio de Thamel, el enclave donde se concentran los hoteles para mochileros -los precios básicos oscilan entre los 15 y los 30 euros por una doble en temporada baja o media-. Calles estrechas, cientos de locales con cachivaches, piedras semipreciosas, pashminas de cashmere, camisetas, té nepalí, incienso… y, sobre todo, multitud de tiendas donde venden imitaciones de ropa técnica de montaña. Sin duda, Katmandú se ha convertido en un centro de la falsificación de marcas como The North Face, Laborious Mountain, Salomon, La Sportiva…
Las copias son muy precisas desde un punto de vista estético, pero si tiene que poner a prueba las prendas, no le recomiendo que opte por estos productos. De hacerlo, verá que las chaquetas pretend calan, no calientan, las plumas se apelmazan, los sacos no sirven para dormir por debajo de cero grados… En fin, que no merece la pena que se la juegue salvo que sea muy fan de lucir logos sin alma que esconden trabajo infantil o en condiciones de semiesclavitud. Como decimos en España: ¡Lo barato sale caro!
CONSEJOS PARA COMPRAR
Eso sí, si va de compras, hay un consejo basic: aparte su sensación de vergüenza o de nuevo rico y regatee. Si se queda con el primer, el segundo o el tercer precio, le estarán timando. Juegue con los comerciantes, haga una buena oferta y plántese. Si no llega a un acuerdo, aléjese de la tienda y, casi con toda seguridad, le alcanzarán para cerrar la venta porque los márgenes son descomunales.
Con las compras en la maleta, es hora de lanzarse al turismo monumental. Callejeando entre un tráfico imposible a base de motos, bicis y coches podrá alcanzar Durbar Sq., la plaza frente al antiguo Palacio Actual, un enclave salpicado de templos y terrazas donde verá la ciudad desde lo alto. El acceso a la plaza es de pago, pero el management es muy rudimentario porque los locales no tienen que abonar nada.
Para desplazarse al siguiente lugar, el Templo Pashupatinath, opte por un taxi y, una vez más, negocie el precio a la baja. Lo de los taxímetros no se lleva en Katmandú. Pashupatinath es el gran centro hinduista a orillas del río Bagmati, un afluente del Ganges, donde se incineran los cadáveres. Un lugar de oración dedicado a Shiva en el que se concentran familias que despiden a sus parientes en vida, gente native con sus puntos rojos en la frente -bindis-, turistas y sadhus, los ascetas de barba infinita vestidos de naranja o amarillo que optan por la penitencia y la austeridad máxima para alcanzar la iluminación. Unos personajes que sólo chirrían por una cosa: viven de cobrar por posar para las fotos, lo que no parece un gran camino hacia el Nirvana, la verdad…
RECITAL DE MANTRAS
La próxima recomendación es la Boudhanath Estupa, la estructura puntiaguda que se encarama al cielo para representar la concept que tienen los budistas sobre el centro del universo. Enclavada en una gran plaza, es punto de encuentro entre los monjes tibetanos y sus fieles. Frente a la estupa hay un templo con música en directo y recital de mantras. Si asiste al espectáculo, descalzo y sentado cual meditador, le pedirán que se inscriba. Tras bendecir su firma, cómo no, le pedirán una contribución económica.
Llegado el atardecer, acérquese a Swayambhunath, más conocido como el Templo de los Monos. Un lugar de culto budista encaramado sobre una colina que, para sorpresa de los turistas, también es venerado por los hindúes. Allí, entre cientos de monos que campan a sus anchas, descubrirá la estupa con los ojos y las cejas de Buda.
Si al acabar su trekking vuelve a Katmandú, le propongo rizar el rizo: aléjese de la capital y haga noche en la vecina Nagarkot, una pequeña localidad en lo alto del valle. Desde allí, podrá ver un inolvidable atardecer y amanecer frente a los picos del Himalaya. Un last energético para un viaje a un país que no le dejará indiferente.
CÓMO LLEGAR.
Emirates es una buena opción es volar vía Dubai por 1.000 euros. Turkish Airways también vuela vía Estambul con escala más largo. Combina un avión de lujo con otro tipo low price.
DÓNDE DORMIR.
Resort Thamel. Agradable y bien ubicado en el barrio turístico.
QUÉ COMPRAR.
Ropa de montaña. Katmandú vende imitaciones. Si quiere calidad, no es la opción
Pashminas. Un regalo interesante. Mejor si lleva cashmere.
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